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Psicologia social.

Enviado por   •  21 de Junio de 2018  •  6.792 Palabras (28 Páginas)  •  269 Visitas

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Transmisión de secretos y fantasmas.

Es habitual que un niño escuche historias, relatos delos padres y abuelos, que le permiten tejer leyendas acerca de origen de sus predecesores. Historias que él trasmitirá a sus hijos y nietos. Historias que sufrían deformaciones sucesivas, recortes, agregados, es decir, que irán siendo transformadas por aquel que enuncia el relato a través de las generaciones. Este armado de historias es fundamental para ubicarse en una familia y en una genealogía.

Sin embargo, a veces lo transmitido son silencios, frase a medio decir, evitación de hablar de ciertos temas, sin que el niño pueda discernir de que se trata. Estas transmisiones dejaran marcas, de lo no dicho, de sabido-no sabido.

En una primera generación, aquello que se oculta queda como algo indecible, pero se sabe que es de lo que no se puede hablar. El acontecimiento en cuestión puede denominarse “indecible” en la medida en que está presente psíquicamente en aquel que lo vivió, pero de tal manera que este no puede hablar de ello, por lo general a causa de la vergüenza.

En la segunda generación, ese secreto se torna innombrable; el niño percibe que un secreto, pero no sabe cuál es. Sus contenidos son ignorados y su existencia es solo presentida e interrogada. Los hijos de los padres portadores de traumatismos no elaborados pueden desarrollar dificultades de pensamiento, de aprendizaje o temores inmotivados, fóbicos y obsesivos.

En la tercera generación, se torna impensable, en tanto lo único que queda es el vacío de pensamiento. Aquí se ignora la existencia misma de un secreto que pesa sobre un traumatismo no superado. El niño, puede percibir en sí mismo sensaciones, emociones, imágenes o potencialidades de acciones que le parecen “bizarras” y que no se explican por su propia vida psíquica o por su vida familiar.

Hay un contenido que se trasmite silenciosamente, que puede tomar forma de un fantasma y que genera dificultades, dejando agujeros en el psiquismo, que puede llevar a repetición textual y compulsiva de lo vivido por otros.

La repetición a través de las generaciones.

Los padres tienden a repetir con los hijos las marcas que sus propios padres dejaron en ellos, abriendo caminos erógenos, privilegiando vías narcisistas, transmitiendo normas e ideales.

En algunos casos, lo que se repite es lo esperado. Repetición de ideales, de proyectos inconclusos, que el niño sea aquel que cumpla lo que los padres no pudieron ser. Pero también están aquellos que suponen una repetición permanente de lo idéntico y esperan del hijo el cumplimiento del vaticinio de fracaso. Prevalece un tipo de pensamiento pesimista, que deja al niño en una red de profecías mortíferas, sin salida y lo arroja a una disyuntiva difícil de resolver: o confirma con un fracaso la palabra paterna o lucha por tener un destino propio, suponiendo que en ese recorrido matara al padre.

También podemos pensar en una repetición del agujero, del vacío, del recorrido que dejo el rayo en nuestra psiquis. Reiteraciones del arrasamiento psíquico que insisten.

Los padres suelen reencontrarse no sólo con los propios aspectos amados, sino también con aquellos insoportables de si, que vuelve desde el otro. En esos casos, el hijo repite lo que se intentó expulsar, que retorna desde lo idéntico no-pensado.

La repetición de padres a hijos puede ser pensada como el modo en que reaparece en los hijo lo desestimado, lo desmentido y lo reprimido de los padres.

Lo reprimido retorna, desde el niño, en forma de síntoma o en funcionamientos que esbozan el armado de un síntoma. Cuando predomina la represión, se transmiten las representaciones reprimidas, pero también las normas y prohibiciones que impulsaron la represión, las fallas del mecanismo defensivo, las grietas que deja. Este tipo de repetición posibilita la construcción de fantasías.

Cuando lo que se presentifica en el niño es al del orden de lo desmentido den los padres, esto aparece como una defensa a ultranza del narcisismo y entonces lo que hace es repetir ciegamente un mecanismo que lo lleva a actuaciones permanentes. Tiene que sostener la desmentida porque en eso se le va el “ser”, lo que lo lleva a una pelea con el mundo a expensas del principio de realidad.

Y si lo que predomina en los padres es la desestimación, el niño pasara a ser la presentificación de lo rechazado, y puede tener un lugar en el delirio paterno/materno, o llenara agujeros representacionales de los otros, lo que lo deja sin pensamiento propio. El niño queda como representante de aquello desestimado, como lo siniestro. Y él mismo se verá en dificultades para sostener pensamientos.

Podemos pensar aquí la pulsión de muerte como la insistencia de aquello cuyo objetivo último permanece idéntico: abolir el pensamiento en el vacío de la nada. Lo que se produce a veces es la repetición del vacío, como en algunos trastornos de atención, cuando el problema no es que niño inviste otros aspectos del mundo de aquellos que el contexto le exige, sino que se borra y borra el mundo.

La trasmisión de objetos transformables y trasmisión de objetos no-transformables.

Los objetos transformables suponen que el que los recibe puede modificarlos. Implica el predominio de la represión en aquel que transmite y la posibilidad de ser reincorporados por el psiquismo infantil.

Cuando lo que se trasmite es algo que no puedes ser modificado, sino que plantea una textualidad en su repetición se torna más complicado armar una historia que permita salir de la repetición. Muchas veces, lo que predomina es el intento de sacarse de encima, de volver a expulsar lo que molesta sin tener nombre ni haber sido vivenciado por el sujeto. Otras, queda una sensación de agujero; algo que perturba e impide el despliegue creativo; insiste sin que el niño pueda ubicarlo en algún lugar.

Los objetos materiales forman el material que se transmite de generación en generación, que va sufriendo transformaciones a lo largo de esta trasmisión. Por el contrario, los objetos no transformables son como “cosas en si” que atacan el aparato de pensar y traducir de los miembros de la familia, permaneciendo como objetos enquistados, inertes.

Hay formas vivificantes y erotizadas de la transmisión y también formas y modalidades mortificantes, como la insistencia de la transmisión de lo inerte, de los enquistamientos y las fosilizaciones psíquicas. Es decir, lo no-inscripto, lo no-representado, lo que esta encriptado también se transmite

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