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TEORÍAS DE BASE PSICOANALÍTICA Y PSICOLÓGICA.

Enviado por   •  6 de Diciembre de 2017  •  4.677 Palabras (19 Páginas)  •  266 Visitas

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Para examinar una obra literaria desde el psicoanálisis, tenemos que fijarnos en lo que podría llamarse un "subtexto" de la obra, un texto que se mueve en el interior del libro, visible en ciertos puntos "sintomáticos" de ambigüedad, evasión o exagerada insistencia, y que nosotros como lectores podemos "escribir" aún cuando no lo haga el texto. Todas las obras literarias contienen uno o más de esos subtextos, y en un sentido se les podría llamar el "inconsciente" de la obra: lo que no dice y cómo no lo dice pueden ser cosas tan importantes como lo que efectivamente expresa. Lo que parece ausente, marginal o ambivalente puede proporcionar una pista decisiva sobre sus significados.

En resumen, la crítica literaria psicoanalítica puede dividirse, sin entrar en detalles, en cuatro clases que varían según el objeto en el cual fijan la atención. Pueden dar más importancia al autor de la obra, al contenido, a su construcción formal o al lector.

La mayor parte de la crítica psicoanalítica pertenece a las dos primeras clases, las cuales, en realidad, son las más limitadas y problemáticas. Psicoanalizar al autor es una cuestión especulativa. El psicoanálisis del contenido, comentario sobre las motivaciones inconscientes de los personajes o sobre la significación psicoanalítica de los objetos o sucesos que presenta el texto tiene valor limitado, y, en la forma exagerada en que busca el símbolo fálico, muy a menudo es reductivo.

Igual que el texto del sueño, también la obra literaria puede ser analizada, descifrada y desarmada con procedimientos que muestran algo de los procesos que intervinieron en su producción. Una lectura ingenua de la obra literaria puede no llegar al producto textual propiamente dicho.

El psicoanálisis se interesa no sólo en "leer el texto" del inconsciente, sino en descubrir los procesos, la labor del sueño mediante los cuales se produjo el texto. Para ello enfoca en particular lo que se llama lugares "sintomáticos" del texto del sueño, deformaciones, ambigüedades, ausencias y supresiones que pueden proporcionar un modo de acceso de valor especial al contenido latente o impulsos inconscientes que intervinieron en la elaboración.

La crítica literaria puede fijarse en lo que pueden parecer evasivas, ambivalencias y puntos de intensidad en el relato palabras que no llegan a pronunciarse, palabras que se emplean con desusada frecuencia, el doble sentido, el decir lo que no se pensaba decir; puede comenzar a atravesar las capas de la revisión secundaria y sacar a luz algo del subtexto que, como si se tratara de un deseo inconsciente, la obra oculta y revela a la vez.

UN POCO MÁS ACERCA DE LA TEORÍA PSICOANALÍTICA FREUDIANA

Deseo hacer un breve resumen de las doctrinas de Freud.

Un rasgo que distingue los seres humanos de los demás animales es que por razones de evolución nacemos casi enteramente desvalidos y dependemos completamente para sobrevivir de los cuidados de miembros más maduros de la especie, por lo general nuestros padres. Sin esos cuidados inmediatos e incesantes moriríamos muy pronto. El depender de nuestros padres no se reduce a lo biológico. La criatura que mama leche del pecho materno descubre que esta actividad biológicamente esencial es, además, placentera. Según Freud, este es el primer despuntar de la sexualidad. La boca del lactante no es sólo el órgano de su supervivencia física, también es una zona erógena que la criatura puede reactivar unos años después chupándose el pulgar y, años más tarde, besando. La relación con la madre toma una nueva dimensión libidinal, nace la sexualidad como una especie de estímulo en un principio inseparable del instinto biológico del cual se separa, alcanzando cierta autonomía. A medida que crece el niño, se activan otras zonas erógenas.

Lo que podemos imaginar que son los primeros años de la vida de la criatura, por consiguiente, no constituye la imagen de un sujeto unificado que se enfrenta a un objeto y lo desea, sino de un campo complejo y cambiante de fuerzas en donde el sujeto (el bebé) carece de centro de identidad y en donde las fronteras entre el yo y el mundo exterior no están determinadas. El niño no es lo que podría llamarse un sujeto sexuado: nace con impulsos sexuales, pero esta energía libidinal no reconoce diferencia alguna entre masculino y femenino. Si el niño ha de alcanzar cierto grado de triunfo en la vida, obviamente tiene que ser controlado. El mecanismo por el cual esto sucede es a lo que el propio Freud aplica el famoso término de complejo de Edipo.

El niño que sale de las etapas preedipales es, además de anárquico y sádico, incestuoso: la estrecha relación de una criatura de sexo masculino con el cuerpo de su madre lo conduce a desear inconscientemente la unión sexual con ella. La niña, a su vez, que también estuvo unida a su madre en forma similar y cuyo primer deseo es, por lo tanto homosexual, comienza a orientar su libido hacia el padre. O sea que la relación inicialmente "diádica" entre la criatura y su madre, se ha convertido en un triángulo formado por la criatura y ambos padres; para el infante, el padre del mismo sexo se convertirá en rival. Lo que convence al varoncito para que abandone sus deseos incestuosos es que el padre amenaza con castrarlo. No es necesario que esta amenaza sea formulada oralmente, pues el niño al darse cuenta de que la niña está "castrada" comienza a imaginar que puede recaer sobre él el mismo castigo. Así reprime, ansiosamente resignado, sus deseos incestuosos, se somete a su padre, se desprende de su madre, y se reconforta con el consuelo inconsciente de que aún cuando ya no puede ahora tener esperanza de expulsar a su padre y de poseer a su madre, su padre simboliza un lugar, una posibilidad de lo que él mismo podrá tomar y realizar en el futuro. Si todavía no es patriarca, lo será más tarde. El niño hace las paces con su padre, se identifica con él, y en esta forma llega al papel simbólico de la masculinidad. Se ha convertido en un sujeto sexuado al superar su complejo de Edipo. Eso sí, al hacerlo, empujó sus deseos prohibidos a reglones subterráneos, los reprimió y encerró en el lugar que denominamos subconsciente. Como ser en vías de convertirse en hombre, el niño crecerá dentro de las imágenes y prácticas a las que su sociedad define como "masculinas". Algún día llegará a ser padre, con lo cual sostendrá a la sociedad y contribuirá a eso que se llama reproducción sexual. Su antigua y difusa libido se organizó pasando por el complejo de Edipo en una forma que lo centra en la sexualidad genital. Si

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