Trastornos de la Naturaleza Psicosomática
Enviado por Jillian • 26 de Marzo de 2018 • 2.945 Palabras (12 Páginas) • 277 Visitas
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La relación del cáncer y un estado de animo depresivo ha sido evaluada con muy poco interés y profundidad, un estudio hecho a 2020 varones reflejo que los sujetos que habían obtenido puntuaciones altas en la escala de depresión del inventario MMPI presentaban una incidencia de tasas de mortalidad por cáncer dos veces más elevadas que las restantes. Mas sin embargo, los resultados tuvieron muy poca credibilidad e influenciaron poco a la comunidad clínica, esto reflejado en las declaraciones de Fox (1989) en las que sostenía el efecto del estado de animo depresivo sobre e riesgo de cáncer es extremadamente pequeño.
Quizá un aspecto interesante a considerar radica en la posibilidad de que un estado afectivo negativo, como parte de una reacción a un evento severo, pueda predisponer al cáncer. En este sentido, parece más factible que los sentimientos de indefensión y desesperanza (por ejemplo, perdida de autoconfianza, sentimiento de fracaso) ocurridos como respuesta al estrés contribuyen al desarrollo del cáncer.
La supresión de la ira emerge como un elemento común en los pacientes diagnosticados de tumores malignos, comparados con otro tipo de pacientes (inclusive afectados de tumores benignos). Analizando pacientes con cáncer de pulmón, Kissen (1963) observo que estos exhibían dificultades obvias para descargar sus emociones y, además, tendían a ocultar sus problemas emocionales. Siguiendo un procedimiento cuasiprospectivo, este autor constato que los sujetos con puntuaciones bajas en la dimensión de neuroticismo tenían una probabilidad seis veces mayor de contraer cáncer de pulmón que los sujetos con puntuaciones altas. Curiosamente, también se observo que en los sujetos no fumadores diagnosticados con cáncer de pulmón se confirmaban puntuaciones extremadamente bajas en dicha variable de personalidad.
Estos resultados apoyan la idea de que las personas con cáncer se distinguen por exhibir bajas conductas de hostilidad y otros componentes asociados al patrón de conducta.
En relación con el fenómeno de progresión o curso del cáncer, variables psicológicas como la depresión, la desesperanza, la indefensión y la incapacidad para expresar emociones (aceptación estoica) han sido sugeridas como variables relevantes. También se han sugerido otras dimensiones asociadas a la supervivencia de los pacientes con cáncer, tales como las estrategias de afrontamiento de la enfermedad (el espíritu de lucha, la negación y la agresión) y el apoyo social.
Siguiendo esta línea de búsqueda de posibles características personales asociadas de forma más o menos especifica al cáncer, Eysenck y Grossarth-Maticek han venido proponiendo durante estos últimos años un modelo psicosomático en el cual postulan varios tipos de personalidad, dos de los cuales podrían asociarse de forma positiva al cáncer. Estos dos tipos, denominados tipo de predisposición al cáncer (tipo 1) y tipo racional y antiemocional (tipo 5), constituyen formas de reaccionar al estrés interpersonal que parecen ser eficaces para identificar a los sujetos predispuestos al cáncer. Los investigadores que postularon esta teoría sugieren que estos tipos, y en particular el tipo 1, predice tanto la aparición como la mortalidad por cáncer de forma más precisa que los indicadores tradicionales de riesgo (por ejemplo, tabaco y alcohol).
Por otra parte, Eysenck y Grossarth-Maticek han constatado que la capacidad predictiva de este tipo se incrementa notablemente cuando se asocia a la presencia del estrés psicosocial. Es decir, es la combinación del tipo 1 y el estrés psicosocial lo que constituye el principal riesgo para padecer y/o morir de cáncer.
Así pues, tomando conjuntamente estos dos factores de riesgo, es decir, la personalidad y el estrés psicosocial, Eysenck (1991) ha formulado un modelo causal que explicaría el desarrollo del cáncer. De acuerdo con los postulados básicos de este modelo, la personalidad (tipo 1) y el estrés interactúan para producir sentimientos de desesperanza, indefensión y depresión, los cuales, a su vez, inducen cambios hormonales manifestados principalmente por un incremento en el nivel de cortisol. El aumento de cortisol disminuye la competencia inmunológica favoreciendo el desarrollo del tumor.
Los tipos 1 y 5 de personalidad (tipos de reacción interpersonal al estrés) interaccionan con el estrés psicosocial (por ejemplo, sucesos vitales), los cuales inducen respuestas de afrontamiento que implican una expresión inadecuada de las emociones, siendo estas de tipo pasivo, anti agresivo (o de bajo “espíritu de lucha”), de aceptación resignada, y de baja expresión emocional o antiemocional (a veces se han sugerido también conductas de alexitimia), y por sentimientos del tríptico desesperanza, indefensión, depresión. Estos tipos de respuestas y estados emocionales se han relacionado con cambios neuroendocrinos (por ejemplo, incremento de la función hipotálamo-hipofiso-suprarrenal) y, consecuentemente, con disminución de la competencia inmunológica. A través de estos mecanismos se explicaría el desarrollo del cáncer (inicio del trastorno). El neuroticismo y psicoticismo elevados (N+ y P+) y la baja extraversión (E–) se han propuesto en algunos casos como factores protectores contra el desarrollo del cáncer.
El apoyo social parece estar implicado de forma mas específica con el curso o progresión de la enfermedad (es decir, con su evolución positiva o negativa). El apoyo social puede influir sobre la evolución de un cáncer instaurado bien directamente, a través de la adherencia y otras conductas relacionadas con la salud, o bien indirectamente a través de los mismos mecanismos psicológicos (emoción) y biológicos (neuroendocrino-inmunológicos) implicados en el desarrollo. El apoyo social (real o percibido) podría operar cognitivamente modelando y reforzando soluciones activas de afrontamiento durante las fases de la enfermedad. Las estrategias exitosas de afrontamiento podrían incrementar la autoestima, reducir la depresión y reducir, a su vez, los concomitantes fisiológicos de estrés permitiendo que las funciones inmunes y neuroendocrinas retornen al balance homeostático.
Alternativamente, un apoyo social óptimo podría facilitar la expresión de las reacciones emocionales negativas, permitiendo una resolución adecuada de las mismas.
CANCER Y SISTEMA INMUNE.
El sistema inmune constituye un elemento crucial para el control del cáncer, ya que, por una parte, es capaz de identificar y destruir los agentes carcinógenos antes de que invadan el organismo y, por otra parte, puede también identificar y destruir los tejidos cancerosos antes de que el ritmo
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