LA REVELACION DE LA CRUZ. CARTAGENA DE INDIAS D.T Y C
Enviado por Christopher • 14 de Diciembre de 2018 • 1.770 Palabras (8 Páginas) • 416 Visitas
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El pecado también acarrea vergüenza pública, todo pecado que cometamos saldrá a la luz, no hay nada que quede en lo oculto. También abre las puertas a la maldición y deja entrar el espíritu de muerte a la familia. Todo pecado no confesado repercute en diferentes áreas, la física, la emocional y financiera. Por eso debemos arrepentirnos de corazón, confesar completamente nuestros pecados y no guardarnos nada, solo así podremos recibir el perdón de Dios y lograr cambiar nuestras vidas.
El anhelo del corazón de Dios es restaurar su relación de amor con cada ser humano. Tenemos que seguir unos pasos para llegar a esta restauración, lavando y limpiando nuestro corazón de toda maldad y de todo pecado, despojándose de todo peso, pidiendo a Dios que nos libre del peso de nuestro pecado, dejando de hacer lo malo y desechando al viejo yo. Aprendamos a hacer el bien en todas nuestras obras, buscando el juicio sujeta a la voluntad divina. Restituir el agravio cometido y hacer justicia al huérfano y ampara a la viuda.
Cada uno de nosotros ha sido lastimado en algún momento de nuestras vidas, han quedado heridas que no son fáciles de sanar, heridas causadas por las personas que más amamos. Hemos sido rechazados, violentados, humillados, pero Dios puede restaurar nuestros corazones y devolvernos un corazón sano y sin heridas. Para lograr restaurar nuestros corazones es necesario identificar cual es el origen del rechazo, enfrentando el pasado sin temor y con la ayuda de Jesús, identificando claramente las personas que nos hicieron. Pero el punto fundamental para la sanidad interior es el perdón. Perdonar a nuestros trasgresores no es fácil, pero Dios nos da la capacidad de perdonar y olvidar la ofensa así como Él nos perdona y no nos vuelve a recordar nuestro pecado.
Muchas veces hacemos cosas incorrectas y en realidad no sabemos ni porque las hacemos, esto es causado por maldiciones que hay en nuestras vidas y que no las hemos identificado. En algunos casos nuestras generaciones pasadas le abrieron puertas a las maldiciones y hoy están presentes en nuestras vidas, pero Dios puede tomar todas nuestras maldiciones y convertirlas en bendiciones si entregamos nuestra vida a su hijo Jesús. Jesús puede liberarnos de todas esas maldiciones si lo recibimos como nuestro salvador personal. Cristo nos redimió de la maldición, nos da la victoria sobre la muerte, nos da sanidad, cura nuestras enfermedades, sana nuestras heridas, Jesús quita de nuestras vidas, toda crisis emocional, depresión, tristeza, culpabilidad, condenación, dolor. Jesús nos dio victoria sobre las finanzas, por medio de la fe en Jesús tenemos derecho legal a la herencia que Dios de dio, somos bendecidos y sobreabundados financieramente.
Jesús restaura hogares, renueva el amor entre las parejas, fortalece los lazos entre padres e hijos y nos ayuda a perdonar y reconciliarnos. Él nos perdonó sin que lo mereciéramos y lo hizo con inmenso amor.
La bendición de Dios es integral, abarca todos los aspectos, tanto físicos, económicos, familiares, empresariales y espirituales. Dios nos bendice a diario con la provisión que necesitamos para vivir, Dios nos quiere bendecir con el trabajo de nuestras manos, pero primero desea poner en orden nuestra vida para que podamos disfrutar de toda su prosperidad. Podemos disfrutar de esta bendición si tan solo nos comprometemos con Dios, de igual manera Dios se comprometerá con nosotros.
La bendición de Dios trae muchos beneficios a nuestra vida, siempre estaremos protegidos por Dios, nos escuchará, nuestras familias serán protegidas hallaremos gracias ante los ojos de Dios y de los hombres, Dios no recordara la maldad de nuestros padres y nos sobrevendrá bendición.
Todos los seres humanos nos enfrentamos a las tentaciones a diario, y la única forma de vencerla es por medio de la fe. Dios nos dio una armadura para que nos la coloquemos y así ir a la batalla contra el enemigo.
Nos da el yelmo de la salvación que protege nuestra mente de todo mal pensamiento que quiera implantar el enemigo para sacarnos del propósito, el enemigo sabe que la mente es un blanco fácil y vulnerable si no estamos fortalecidos en Dios.
El cinturón de la verdad, la verdad divina esta revelada en la Palabra de Dios. Conocemos la verdad cuando la Palabra de Dios está arraigada a nuestros corazones.
La coraza de la justicia es un chaleco protector de nuestros sentimientos y emociones, la coraza significa que la gracia y protección de Dios está rodeándonos.
El escudo de la fe es el que nos protege de las balas del enemigo nos lanza, la fe en Dios se convierte en la muralla protectora más poderosa. La fe nos lleva más allá de las circunstancias, nos ayuda a protegernos de los ataques sorpresivos del enemigo, la fe nos acerca más a Dios, nos ayuda a alcanzar nuestras metas y ver más allá de nuestras capacidades.
La espada del espíritu se refiere a la Palabra de Dios que ha llegado a nuestros corazones para que la prediquemos. La palabra de Dios es viva, es eficaz y es cortante.
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