¿El cerebro humano crea las virtudes?

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El hombre muchas veces es visto como una simple máquina, no muy diferente a las creadas por el mismo hombre, a la cual se le puede reprogramar, reparar y más, sin tener en cuenta en ocasiones la misma dignidad humana. Ante esto sería importante el reconocer al ser humano, como ser espiritual, pues desde sus inicios el ser humano ha lanzado un grito desesperado, ante la idea de la muerte, pues ella se burla del hombre, haciéndole creer que todo el esfuerzo que este realice será en vano, pues nada quedara de él, una vez que muera todo terminara. Es así que se vio orillado a crear sus propias divinidades, sobre las cuales reposaba esa alma angustiada, pues aun el Dios verdadero no les había sido revelado, más que al pueblo elegido, Israel, del cual emanarían bendiciones a todas las naciones, por el justo Abraham.

Bien decía San Agustín:

“Nos hiciste para ti, señor, y mi alma está inquieta, hasta que descanse en ti” (Confesiones)

La revelación hecha por Dios al hombre, nutre esta espiritualidad, y le da sentido al sinsentido que nos presenta el mundo.

Es por esto que una cualidad humana como la virtud, no se puede entender simplemente con la neurociencia, sino que es necesario descubrir en ello la acción de Dios, pues es Él quien sale al encuentro y quien obra en el hombre, si este, en el ejercicio de su libertad, así lo quiere. Y la neurociencia no sería más que un medio para llegar a Dios, reconociendo su grandeza en su continuo actuar sobre la creación

CONCLUSIÓN

La virtud, siendo reconocida como predisposición del alma espiritual, no da espacio para deducir que el cerebro crea las virtudes, pues de ser así, el hombre que desee ser virtuoso podría trabajar en esto simplemente a nivel biológico, pero sin duda alguna es algo que va más allá de lo material, ya que el mismo sentido de la virtud la tenemos en una retribución después de la muerte, y si alguno llegara a negar la existencia de esta retribución o del carácter espiritual del hombre, anularía todo lo bueno, y sería más inteligente aquel que se regocije en el mal, que aquel que luche por la santidad, pues al fin de cuentas todas serian obras Muertas.

Pero es Cristo quien toma todo nuestro ser, dando muerte a nuestros pecados, y dando sentido al ejercicio de las virtudes, ya que por estas hemos de hacernos dignos merecedores del Reino de Dios. Y estas, a excepción de las teologales que las adquirimos en el bautismo, surgen a partir de un constante ejercicio que se encuentra alimentado por la gracia de Dios; pero Dios no actúa de manera oculta, sino que se sirve de todo nuestro ser (Cuerpo Humano), y es así que podemos constatarlo por medio de Ciencias, como la Neurociencia, de modo que nos acerquemos cada vez más a la verdad absoluta, tan anhelada por el hombre.

Bibliografía

Mercaba. (s.f.). Recuperado el 01 de 05 de 2016, de Virtudes. Introducción: http://www.mercaba.org/TEOLOGIA/T%20MORAL/virtudes.pdf