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Interioridad, unicidad, libertad y conocimiento

Enviado por   •  22 de Abril de 2018  •  4.391 Palabras (18 Páginas)  •  294 Visitas

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En el animal, que forma bloque con el entorno, los estímulos lo dominan por completo. El hombre, en cambio, se libera de la esclavitud del estímulo, adquiere una independencia especial frente a las cosas, puede “distanciarse” de ellas. Comparando los bienes que se le presentan, con la idea de Bien Absoluto (que se ha formado) puede calibrar el valor de las cosas y, al descubrir sus límites, aunque sigue atraído por ellas, no se siente ya determinado por las mismas.

Antes de estudiar el tercer tipo de libertad (la libertad interior) vamos a detenernos a profundizar una cuestión clave:

¿Determinados o condicionados?

El determinismo afirma que el hombre no es libre en ninguno de sus actos. Cualquier cosa que "de hecho sucede" es la única que "puede" suceder. Así, nuestra historia estaría “escrita” desde siempre: por “el destino”, por “los astros”, por Dios. Si esto fuera realmente así, qué sentido tendría esforzarse, decidir, discernir… si, hagamos lo que hagamos, lo que tiene que pasar va a pasar igual.

Nosotros no afirmamos una libertad absoluta, pero sí afirmamos que “en algunos actos” somos libres. La mayoría de nuestros actos los realizamos por hábito, automáticamente; pero aún muchos de éstos suelen ser fruto de una opción de fondo. No estamos determinados, estamos condicionados.

La libertad humana es, siempre y necesariamente, libertad situada, porque el hombre no existe sino como ser-en-situación. La persona llega a la existencia en un preciso contexto geográfico, histórico, cultural, genético, socioeconómico…. que él no ha escogido ni creado, sino que le es previamente dado. La suya, pues, no puede ser una libertad incondicionada o absoluta; es, más bien, una libertad condicionada por situaciones previas a su ejercicio; ni parte de cero ni se mueve en el vacío. Siendo el hombre un ser limitado, no puede poseer una libertad ilimitada ni ser ilimitadamente dueño y señor de la situación; la suya es una libertad real, pero de-limitada, condicionada, acotada por el marco de referencia en que se mueve.

Es evidente, pues, que hay cosas que no podemos elegir, que ya vienen dadas, que no dependen de nosotros, y que en el momento de elegir, hay muchos factores que nos condicionan e influyen en nuestras decisiones. Señalemos algunos de estos condicionamientos:

- El mundo material, natural y biológico, con las fuerzas que lo dominan, las condiciones climáticas, los cataclismos, las enfermedades, etc. Si queremos dominar el mundo, tenemos que atenernos a las leyes que lo rigen.

- La condición corpórea, el patrimonio genético, el temperamento, los defectos innatos, la raza, etc. Uno nace varón o mujer, chino, esquimal, criollo, inteligente u oligofrénico, alto o bajo, hermoso o feo, etc.

La herencia traza muchas fronteras a nuestra libertad. No nacemos como una página en blanco sino que, en cierto modo, estamos escritos desde siempre... Somos lo que nos permite ser nuestro patrimonio hereditario; lo cual no impide que muchas particularidades puedan ser modificadas por el ambiente y, sobre todo, por la educación.

El cuerpo es, además, sede de los dinamismos involuntarios y de la vida afectiva: hambre, sed, impulsos sexuales, necesidad de un espacio vital y de movimiento libre, de reposo, miedo, agresividad, etc. Son pulsiones que mueven el obrar humano y lo orientan hacia determinados fines.

- Las condiciones culturales ocupan un lugar muy importante. La transmisión de la cultura se realiza en forma casi inconsciente. El individuo es absorbido por la manera de actuar del grupo a que pertenece, sin darse cuenta. Su nivel determinará en gran parte las posibilidades de superación. ¡Qué diferencia de posibilidades entre un joven europeo y un indígena de las florestas brasileñas![pic 2]

La opinión pública o social condiciona a menudo fuertemente. Los medios de comunicación social en que actúa la técnica de la propaganda, pueden llevar a la alienación más profunda.

- La historia personal con sus elecciones y opciones, orienta la existencia en una determinada dirección. Quien, por ejemplo, ha sufrido un accidente trágico, queda marcado por esa situación. Quien ha elegido una determinada profesión, difícilmente a los 50 años pueda elegir otra. Cada elección abre caminos, pero son más los caminos que se cierran.

El subconsciente cristaliza muchas experiencias, especialmente de la primera infancia: (primeros 5 años de vida). Las frustraciones, los traumas pueden seguir influyendo profundamente en el comportamiento humano, aunque no nos demos cuenta.

El hombre maduro, logrado y equilibrado no es el que no siente el peso de estos condicionamientos (sería imposible), sino aquel que, aceptándolos, logra integrarlos en su existencia humana total.

Yo no puedo elegir todo lo que me pasa (libertad exterior, condicionamientos),

pero sí puedo elegir qué hacer con eso que me pasa (libre albedrío)[1].

Los hombres no estamos determinados, sino que estamos condicionados pero tenemos la capacidad de AUTO-DETERMINACIÓN, que nos permite elegir lo que queremos dentro de lo que podemos.

LA LIBERTAD INTERIOR (lo que “realmente quiero”)

Tradicionalmente, la libertad ha sido entendida como libre albedrío, es decir, como la capacidad de elegir (lo que quiero). Pero ya San Agustín (siglo IV) distinguía entre la libertad como capacidad de elección o libre albedrío y la libertad como capacidad de realizar el bien con vistas al fin. Y santo Tomás (siglo XIII) señalaba que, si bien no hay libertad sin libre albedrío (sin capacidad de elegir), aquélla es más que éste: porque el poder elegir es para poder autorrealizarse. Vayamos de a poco para poder entenderlo…

La libertad como capacidad de elegir el bien

Generalmente se suele decir que la libertad es la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Esta afirmación esconde algunos errores:

- El primer error es que no siempre tenemos que elegir entre el bien y el mal: a veces tenemos que elegir entre dos cosas buenas o dos cosas malas. Y no solo dos, sino tres, cuatro o más.

- El segundo error (y el más importante) es que la libertad básicamente es la capacidad de elegir el bien, está necesariamente orientada al bien.

Sin embargo, alguien podría cuestionar esto diciendo que si somos libres “sólo” para

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