La expresión "el fin del mundo" es bastante ambigua:
Enviado por poland6525 • 25 de Marzo de 2018 • 3.539 Palabras (15 Páginas) • 290 Visitas
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“Aquellos días” corresponden al período de tiempo de la misión entre los paganos, que comienza con “aquél día”, el de la muerte de Jesús (cf. Mc 2,20)[2]. Aquella gran angustia es la destrucción, por parte de los romanos, de la sociedad judía que rechazó a Jesús (cf. Mc 13,19); esa ruina constituye el aspecto negativo de la primera llegada en gloria del Hijo del Hombre, “entre las nubes del cielo” (Mc 14,62). Los acontecimientos que se van a anunciar a continuación de “aquellos días” corresponden, pues, a un período posterior a la ruina de Jerusalén, pero de ellos también será testigo ésta generación (cf. Mc 13,30), la contemporánea de Jesús, y se continuarán reiterando a lo largo de la nueva época, la inaugurada por la muerte y la resurrección del Señor, es decir, la época de la misión entre los paganos, de la cual se señala el comienzo (“aquél día”) pero no su término.
En el AT los astros aparecen como objeto de culto idolátrico. Darle culto a Yahvé o a los astros establecía la diferencia entre Israel y los paganos[3]. El sol y la luna representan a las divinidades paganas; el sol, como fuente de resplandor, a las divinidades mayores, y la luna, como reflectora de resplandor, a las divinidades subordinadas. La pérdida de brillo de éstas indica menoscabo de lustre/prestigio, es decir, que la religión pagana entra en crisis a causa de la predicación del Evangelio: sus divinidades caen en el descrédito y sus valores se deslucen ante los valores humanos propuestos por los discípulos del Hijo del Hombre. El eclipse de los astros mayores simboliza el desprestigio de los ídolos paganos[4].
25kai\ oi( a)ste/rej e)/sontai e)k tou= ou)ranou= pi/ptontej, kai\ ai( duna/meij ai( e)n toi=j ou)ranoi=j saleuqh/sontai.
…las estrellas irán cayendo del cielo y las potencias que están en el cielo vacilarán,
Las estrellas o astros, en general, en ciertos textos del AT[5] designan a los caudillos políticos, conquistadores opresores que se han arrogado rango divino[6]. Su caída aparece como sucesiva (irán cayendo) y repetida en aquellos días, y en relación con el eclipse antes descrito, como una consecuencia suya. Las potencias que están en el cielo, por oposición a la Potencia a cuya derecha está sentado el Hijo del Hombre (cf. Mc 14,62) y al Padre… que está en el cielo (cf. Mc 11,25), se refiere a personajes que han usurpado el lugar exclusivo del Padre[7]. Representan fuerzas de muerte[8] y, en el lenguaje simbólico aquí usado, designan al poder político de los paganos, que se apoya en su aparato de guerra (ejércitos) y ha sido divinizado al igual que quienes lo detentan (los reyes: estrellas).
Se observa que, así como los ídolos (el sol, la luna) se desprestigian, aunque no caen, los poderes de muerte (las Potencias) se tambalean, pero tampoco caen. Sin embargo, caen los representantes del poder arrogante divinizado (las estrellas). Esto indica que cada generación de cristianos encontrará nuevos «ídolos» (sistemas de valores) que servirán de apoyo a las ideologías que legitiman poderes antihumanos por los que algunos hombres dominen sobre los demás. Pero también deja claro que en cada época la evangelización producirá el mismo desprestigio de tales ídolos y la sucesiva caída en desgracia de los caudillos legitimados por los ídolos de turno. Se trata, pues, de una constante actividad liberadora.
26kai\ to/te o)/yontai to\n ui(o\n tou= a)nqrw/pou e)rxo/menon e)n nefe/laij meta\ duna/mewj pollh=j kai\ do/chj.
...y entonces verán llegar al Hijo del Hombre entre nubes, con gran potencia y gloria.
Entonces, es decir, cuando se produzcan el desprestigio de los ídolos y la deslegitimación de los regímenes antihumanos, al caer ellos, los representantes (estrellas) de esa axiología verán llegar al Hijo del Hombre. Ese “ver” equivale a “conocer”/“experimentar”[9]. Los regímenes que se oponen al Evangelio, perseguidores de los discípulos que promueven los valores del Hijo del Hombre, comprobarán que la causa que ellos defendían estaba condenada al fracaso y que, en cambio, la causa adelantada por los discípulos (el reinado del Hijo del Hombre) tiene todas las garantías de éxito. La llegada del Hijo del Hombre se dará entre nubes, lo cual indica su condición divina[10], ésta sí auténtica, no usurpada como la de las estrellas y las potencias. Su gran potencia, es fuerza que da vida (cf. Mc 5,30; 12,24; 14,62), y la otorga en grado eximio, por encima de las potencias de muerte, es decir, resucitando a los muertos. Su gran gloria, resplandor que contrasta con el eclipse de los ídolos, es la del Padre (cf. Mc 8,38), que corresponde a una realeza legítima, porque deriva de su capacidad de servicio, pues él se ha hecho servidor/salvador de los suyos y siervo/liberador de la humanidad entera (cf. Mc 10,43-45) no como la ilegítima que reclaman de los que figuran como jefes de las naciones… y sus grandes (cf. Mc 10,42), que, además de ilegítima, es ilusoria y, sobre todo, perjudicial para la humanidad y, por lo mismo, indeseable.
27kai\ to/te a)postelei= tou\j a)gge/louj kai\ e)pisuna/cei tou\j e)klektou\j au)tou= e)k tw=n tessa/rwn a)ne/mwn a)p' a)/krou gh=j e(/wj a)/krou ou)ranou=.
Y entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, del confín de la tierra al confín del cielo.
Simultáneamente, cada vez que se dé la caída de las estrellas, el Hijo del Hombre enviará a los ángeles, es decir, a sus seguidores que han recorrido ya su camino y llegado a la meta (cf. Mc 8,38: sus ángeles santos)[11]. Ese envío está en paralelo con el del resto de los discípulos (cf. Mc 3,14; 6,7). La misión era «pescar hombres» (cf. Mc 1,17), es decir, sacarlos del reino de la muerte y conducirlos al reino de Dios[12]. Reunir a sus elegidos es la última misión de los seguidores de Jesús; así como le ayudaron en la obra, le ayudan a recoger el fruto[13], es decir, a convocar a los pueblos dispersos en torno a Jesús salvador[14]. La reunión será universal[15]. Los elegidos de Jesús provienen de todos los pueblos y son los que resisten en el amor hasta el fin (cf. Mc 13,13), es decir, hasta la muerte.
Sin ninguna intervención portentosa de Dios, sino con la actividad comprometida de los discípulos de Jesús hasta el fin, se produce la salvación (cf. Mc 13,7). Los elegidos de Jesús (evangelizadores perseguidos y asesinados por los regímenes opresores) son reunidos por él con la cooperación de los ángeles que, desde el principio, colaboran con él (cf. Mc 1,13). Tal como él
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