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Resumen de Amoris Laetitia y comentario

Enviado por   •  9 de Enero de 2019  •  5.926 Palabras (24 Páginas)  •  384 Visitas

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A pesar de todo esto mantuvo la diferencia de pecado objetivo y culpa subjetiva (tener relaciones sexuales en nueva unión es objetivamente un pecado grave, pero no significa que sea subjetivamente lo sea y prive de la gracia santificante (esos factores son ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales (CCE 1735)). Sin embargo sigue habiendo situación objetiva de pecado, porque nunca negó que haya verdades objetivas y normas universales, nunca negó ningún fin del matrimonio.

Continúa con el tema de la Eucaristía: no afirma nunca que alguien puede comulgar si no está en gracia de Dios, pero abre el camino de un discernimiento ya que hay casos en los que no se pierde la gracia. Este camino comienza viendo el grado de responsabilidad, porque según esto será la consecuencia de la norma objetiva: “La gran novedad de Francisco está en admitir que un discernimiento pastoral en el ámbito del “fuero interno” puede tener consecuencias prácticas en el modo de aplicar la disciplina”. ¿Implica esto poder emitir un juicio acerca del propio estado de gracia? Es un tema de conciencia que se trata solo de una cierta seguridad moral (así lo dijo JPII), no es certeza; da lugar a la conciencia personal de cada persona, acompañada por un discernimiento con su pastor, que tendrá que tener cuidado en no cambiarla, ni modificarla, sino acompañarla hacia la comprensión de su falta, y no hacer de esa conciencia el parámetro de verdad.

[Francisco se pone del lado de las circunstancias subjetivas atenuantes que disminuyen la responsabilidad de la persona, no tanto del lado de la norma, aunque sin negarla, porque estas circunstancias pueden disminuir la culpabilidad pero no transformar un acto deshonesto en algo justificable (en el n°297 rechaza esta actitud)]→ AL se refiere a personas conscientes de su situación pero con “gran dificultad para volver atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas” (AL 298). El tema es complejo, y por eso no baja línea (eso sería mucho más fácil), porque aunque la culpabilidad esté disminuida la situación todavía no está conforme al Evangelio, por eso requiere todavía más discernimiento, intentando llevar hasta los límites posibles que las personas puedan ir viviendo algunas cosas (“Por ejemplo, con una mayor generosidad hacia los hijos, o con la decisión de asumir como pareja un compromiso más intenso por el bien común, o con una maduración en el diálogo familiar, o con el desarrollo de gestos mutuos de caridad más frecuentes e intensos, etc.”). Sin embargo deja bien claro que hay casos que se deben evitar: una nueva unión que viene de un reciente divorcio o la situación de alguien que reiteradamente ha fallado a sus compromisos familiares, pide que se haga un camino donde las personas reconozcan su situación[2].

Por último, pone el acento en el capítulo 6, en el tema de reforzar el amor entre cónyuges: “el amor matrimonial no se cuida ante todo hablando de la indisolubilidad como una obligación, o repitiendo una doctrina, sino afianzándolo gracias a un crecimiento constante bajo el impulso de la gracia” (AL 134).

Anotaciones PowerPoint Cap. 8 AL: Ver homilía del 15 de Febrero de 2015 (habla de marginación y reintegración)

FC 84/CEC 1650

Afirmación clave: Discernir cuales de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas.

La formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer» (AL 300).

Dignitatis Humanae 2-3

Nota 351 en el n°305 de AL

Aportes para la pastoral familiar de la Iglesia en Argentina – Comisión Episcopal de Laicos y Familia

“Inmersas en la crisis de la civilización y en el drama de la ruptura entre Evangelio y cultura, constatamos que las personas, el matrimonio y la familia, no encuentran nuevos cauces para sostenerse y crecer. La fragmentación presente en nuestra cultura, marcada por el individualismo y la crisis además por legislaciones que alientan su disolución; por modelos ideológicos que relativizan los conceptos de persona, matrimonio, familia; por la situación socioeconómica, por la falta de comunicación, superficialidad e intolerancia, e incluso por la agresión y violencia en el trato entre las personas” (CEA: La Familia: Imagen del Amor de Dios 2004, n° 2).

Capítulo I: El matrimonio y la familia en el contexto del cambio cultural

1. El matrimonio y la familia, un don y una tarea

Parte de una visión antropológica del don: La naturaleza del matrimonio nos habla del ansia de plenitud del varón orientado a la reciprocidad amorosa con la mujer y viceversa, y nos habla además del deseo de ser fecundos. La naturaleza de este vínculo ha sido recreada en el sacramento del matrimonio mediante el cual la unión amorosa de los esposos “se convierte en imagen y símbolo de la Alianza que une a Dios con su pueblo”.

El matrimonio es también una tarea, es el modo que asume el vínculo en la historia, que va cambiando en cada época con sus características propias. Asumiendo la tarea de vivir como esposos y construir una familia, el ser humano no siempre acierta en respetar la naturaleza de estos vínculos conforme al plan de Dios. Esta tarea hoy está inserta en una crisis que no diferencia la modalidad de la naturaleza: hay que ayudar a ver que lo que cambia es el modo, pero la naturaleza permanece a través del tiempo.

2. Un cambio de época y la necesidad de una nueva síntesis entre fe y vida

La crisis se debe a que no hay punto de apoyo debido al debilitamiento de las instituciones (familia, escuela, matrimonio, iglesia, etc.), se crea un gran desorden que se orienta hacia una reorganización, pero en este desorden, al no tener de que agarrarse, causa “el temor frente a lo nuevo que se muestra confuso y desordenado, puede provocar en muchos agentes pastorales actitudes regresivas hacia una rígida defensa de lo “tradicional””. Pero el Evangelio propone otro desafío, este “tiene poder para ser proclamado en estos tiempos de transición cultural, asumiendo la nueva realidad vincular, purificándola de sus vicios y desaciertos y elevándola a una nueva síntesis que exprese verdaderamente la unidad

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