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TITULO: LA PROMESA DE LA TIERRA

Enviado por   •  18 de Abril de 2018  •  3.627 Palabras (15 Páginas)  •  270 Visitas

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Siendo Jesucristo esa simiente, los creyentes en él recibirán esta gran bendición por la fe en Él como el hijo de Dios el cual vino a la tierra a morir por los pecados de la humanidad, y que además resucitó para dar vida nueva a todos los creyentes, que le reciban en sus corazones como único Señor y salvador, entonces se cumplirá la promesa de Abraham en sus vidas.

Nuestro Dios hizo una promesa incondicional de bendiciones a Abraham y a su descendencia. Cuando decimos incondicional es en el sentido de que Dios cumpliría su plan o su promesa aun a pesar del hombre. La promesa completa de Dios a Abraham su siervo y amigo, se repite múltiples veces en el libro de Génesis, corroborándose a Isaac, hijo de Abraham y a Jacob su nieto.

Esta promesa contiene cuatro áreas de bendición:

- Y haré de ti una nación grande... (Gn. 12:2a)

- “Y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”.(Gn. 12:2b)

- “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré,” (Gn:12:3a)

- “Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3b)

La promesa de la tierra

A partir de Abraham saldría “una nación grande”, que según Scofield “esta era una referencia primordial a Israel, los descendientes de Jacob, a quienes se promete posesión perpetua de la tierra (Gen 17:8). El pueblo de Israel, formado por los descendientes de las doce tribus de Israel, (pueblo que es formado en Egipto, nación donde permanecieron por más de 400 años como esclavos) para heredar luego perpetuamente un territorio específico: la tierra de Canaán (Gn 15: 18-21). Más adelante estaremos hablando específicamente de Israel como nación y en qué consiste su grandeza, pero podemos mencionar que su principal grandeza estriba en que sería la patria de nacimiento de nuestro redentor Jesucristo, el salvador del mundo”

Este pacto establecería el gobierno teocrático de Dios sobre su pueblo, y fue un pacto incondicional, dependiendo únicamente del Señor y representa un aspecto esencial en todos sus planes para la humanidad, incluyendo la salvación. Sentó las bases para la formación de la nación judía en Israel.

Además del pacto de Dios con Abraham, Isaac y Jacob y ya estando este pacto en su proceso de cumplimiento, Dios ratifica el mismo, pero ahora con el pueblo de Israel.

“Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo Jehová”: Ex. 6:8

Condiciones de la Promesa

Nuestro Dios es un Dios de pactos, y por su parte sus pactos son incondicionales, ya que lo que promete se cumplirá de manera cabal. Un pacto siempre se realiza entre dos entes diferentes pero más que pacto examinaremos a continuación una promesa de Dios de gran bendición para Abraham y sus descendientes. A pesar de que el pacto de Dios con Abraham era perpetuo (Gn 17:7) estaba condicionado a la obediencia de su pueblo; aunque Abraham pasó todas las pruebas requeridas para participar de las bendiciones y de los eternos propósitos de Dios, fue necesario que esta promesa fuera ratificada en cada generación subsiguiente a él, a fin de dar a entender a su pueblo que todos deberían aceptar las promesas de Dios dadas a Abraham mediante la fe en su cumplimiento.

Es evidente que el cumplimiento de los pactos de Dios con el hombre nunca se dan por medios naturales, sino por actos sobrenaturales de su mano poderosa, ya que siempre la gloria ha sido de Él, y su poder se ha manifestado sólo en respuesta a la fe, por medio de la oración y a la búsqueda continua de su presencia en obediencia a su Palabra. En esto consiste la participación del hombre en su cumplimiento: todo pacto o promesa estaba condicionada a la obediencia a su Ley y a su voluntad.

Antes de entrar a poseer la tierra prometida, Dios renueva su pacto, pero ahora con los israelitas al pie del monte Sinaí (monte Horeb), en esta ocasión el protagonista principal es Moisés, (escogido para liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto). Este otro pacto es una extensión de su pacto con Abraham y sus descendientes (Gn 15:18) en el cual se definen las condiciones por las cuales Israel sería el tesoro de Dios, un pueblo especial por medio del cual cumpliría su voluntad. Este pueblo sería especial en el sentido de que Dios quería que fuera único entre las naciones de la tierra, que gozara de sus bendiciones y fueran luz para mostrar al mundo su poder, amor y bondad, y a través de ellos, las naciones al observar las manifestaciones del amor y poder de Dios, desearían acercarse al Señor y formar parte de la familia de la fe. Esto se cumpliría a través del Mesías que vendría y traería la salvación a toda la humanidad.

Moisés sería la voz de Dios para el pueblo, quien llevó el mensaje de las promesas divinas, las cuales en esencia, eran las mismas dadas a Abraham e incluían:

- Entregarles la tierra de Canaán como heredad perpetua luego de liberarlos de la esclavitud de Egipto (Ëx.6:3-8)

- El sería su Dios y ellos su pueblo (Ëx.6:7)

Pero estas promesas exigían el compromiso por parte de los israelitas de guardar las leyes de Dios (los10 Mandamientos y sus estatutos) y de hecho ellos se comprometieron de viva voz a obedecer y cumplir estos mandamientos:

“Y tomó (Moisés) el libro del pacto y leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos.” (Éx. 24:7)

Incumplimiento del Pueblo de Israel y sus consecuencias

El incumplimiento de parte de Israel, una vez comprometidos a cumplir con todos los mandamientos traería como resultado un castigo individual y/o colectivo (ya sea la muerte o el destierro) ver ex. 31.14-14 aunque este texto hace referencia específicamente a guardar el día de reposo.

El pacto llamado “Pacto Mosaico” con el pueblo de Israel es el siguiente:

“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”.(Ëx. 19:5)

La confianza y la obediencia, era lo que Dios esperaba de su pueblo, ya que su anhelo había sido siempre el de bendecirles; la especial naturaleza de bondad y santidad de Dios sólo podían bendecirles, pero esto solo podía

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