Un evangelio de Risa
Enviado por tomas • 1 de Marzo de 2018 • 1.196 Palabras (5 Páginas) • 376 Visitas
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No hay espacio para buscar el corazón de Dios, ya no se es como Juan cuando decía “A Él conviene crecer, mas a mí menguar” (Juan 3:30), sino que crece el mundo y mengua Dios.
Se ha creado un evangelio a la carta que pega con fuerza en la juventud. Este evangelio a la carta acepta todo aquello que es bonito a los sentidos pero rechaza todo aquello que implica dejar atrás las partes del mundo que más se ama.
La palabra de Dios es como una espada de dos filos (Hebreos 4:12) , por ello, se empieza a divagar y realizar interpretaciones baratas de lo que Dios dice o se intenta adaptar y convertir el pecado hasta tal punto en el que uno se pueda sentir cómodo y en el que nos sintamos capaces de proseguir con la “fe”.
Las “buenas noticias” sigue siendo la misma desde su origen, Dios sigue hablando a los corazones, sigue llamando a las generaciones, pero estamos ante una generación orgullosa, que no acepta sus errores, que no le agrada el arrepentimiento, una generación que no tiene temor de Dios, que no busca santidad, que no entiende el dolor del pecado ni sus consecuencias. Se centra tanto en el hombre que olvida que el cristianismo se basa en el evangelio y en Cristo Jesús, el Hijo de Dios. Se acepta tanto que la salvación es por gracia que nos olvidamos la parte de la obediencia a Dios.
Ser evangélico está perdiendo el significado de ser practicante y difusor de las buenas nuevas. Ya no se mira a Jesucristo, nos hemos olvidado de que estar en el “camino”, estar en la “verdad” y de tener la “vida” es fruto de la relación constante con Jesús y no del acto de levantar la mano ante un llamado, asistir el domingo a la iglesia o ir a las reuniones de jóvenes. Nos hemos olvidado de la cruz y lo que significó, nos hemos olvidado de amar a Dios “con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” (Mateo 22:37-39). No pensamos en servir sino en ser servidos olvidándonos de que Él lavó los pies de los discípulos, hemos dejado que el orgullo entre en el corazón y nos hemos olvidado de la humildad que enseño nuestro maestro (Juan 13: 16-17).
Volvamos a ser una generación apasionada de Cristo, una generación que tiene su mirada puesta en Dios y en los planes de Dios y no tanto en sí misma, una generación la cual Dios mire y pueda decir “estos son mis hijos amados, en quienes tengo complacencia” (Mateo 3:17), seamos una generación que sus rodillas sangran por arrodillarse para orar, dejemos de fijarnos en el mundo y fijémonos más en Cristo. Pongamos a Dios en el centro de nuestras vidas, volvamos al evangelio real, volvámonos a enamorarnos de nuestro maestro, seamos discípulos reales, dejemos que sea Él quien nos enseñe y no seamos autodidactas de la “fe”, enseñemos según su palabra y no según las nuestras.
El evangelio se ha transformado en algo “light”, se ha creado un evangelio de risa.
Eber Pires Porcides
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