VIA CRUCIS. 2016
Enviado por Ninoka • 22 de Octubre de 2018 • 3.277 Palabras (14 Páginas) • 335 Visitas
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Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo:
Soldados: «¡Salve, rey de los judíos!»
Narrador: Pilato les dijo
Pilato «Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena». «¡Aquí tienen al hombre!».
Narrador: Cuando el pueblo lo vio, gritaron:
Pueblo: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».
Narrador: Pilato les dijo
Pilato: «Tómenlo ustedes y crucifíquenlo.
Narrador: los sumos sacerdotes gritaron
Sacerdote 1: «Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir
Narrador: Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. Volvió y preguntó a Jesús:
Pilato «¿De dónde eres tú?».
Narrador Pero Jesús no lo respondió nada. Pilato le dijo:
Pilato «¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?».
Jesús: «Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto.
Narrador: Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban:
Pueblo: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».
Narrador: Al oír esto, Pilato sacó a Jesús y les dijo:
Pilato: «Aquí tienen a su rey».
Narrador: Ellos vociferaban:
Pueblo: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».
Narrador: Pregunto Pilato
Pilato: «¿Voy a crucificar a su rey?».
Narrador: Los sumos sacerdotes respondieron:
Caifás «No tenemos otro rey que el César».
Narrador: Y el pueblo gritaba cada vez más fuerte:
Pueblo: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».
Narrador: Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo:
Pilato «Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes».
Narrador: Y todo el pueblo respondió:
Pueblo: «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos».
II. JESÚS CON LA CRUZ ACUESTAS
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucifiquen, y ellos se lo llevaron. Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado la calavera, en hebreo «Gólgota».
El peso de la cruz es excesivo para las pocas fuerzas de Jesús, convertido en espectáculo de la chusma y de sus enemigos. No obstante, quiere cumplir hasta el final la voluntad del Padre: que cargando sobre sí el pecado, y las debilidades de todos, los redima. Nosotros, a la vez que contemplamos a Cristo cargado con la cruz, oigamos su voz que nos dice: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame».
Pidamos perdón al Señor porque nos cuesta ver su cruz en el sufrimiento de los demás
III JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ:
Nuestro Salvador, agotadas las fuerzas por la sangre perdida en la flagelación, debilitado por los sufrimientos físicos y morales que le ocasionaron aquella noche, en ayunas y sin haber dormido, apenas pudo dar algunos pasos y pronto cae bajo el peso de la cruz. Jesús, con toda la fuerza de su voluntad y a empujones, logró levantarse para seguir su camino.
El peso de la cruz nos hace tomar conciencia del peso de nuestros pecados, infidelidades, ingratitudes. Por otra parte, Jesús, que nos invita a cargar con nuestra cruz y seguirle, nos enseña aquí que también nosotros podemos caer, y que hemos de comprender a los que caen; ninguno debe quedar postrado; todos hemos de levantarnos con humildad y confianza buscando su ayuda y perdón.
IV. JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
En su camino hacia el Calvario, Jesús va envuelto por una multitud de soldados, jefes judíos, pueblo, gentes de buenos sentimientos... También se encuentra allí María, que no aparta la vista de su Hijo, quien, a su vez, la ha entrevisto en la muchedumbre. Pero llega un momento en que sus miradas se encuentran, la de la Madre que ve al Hijo destrozado, la de Jesús que ve a María triste y afligida, y en cada uno de ellos el dolor se hace mayor al contemplar el dolor del otro, a la vez que ambos se sienten consolados y confortados por el amor y la compasión que se transmiten.
Esta es sin duda una de las escenas más conmovedoras del Vía crucis, porque aquí se añaden, al conjunto de motivos de dolor ya presentes, el dolor de los afectos compartidos de una madre y un hijo. Pedimos perdón a Jesús por no saber valorar el esfuerzo de nuestras madres y el valor que esconde su cruz.
V. JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO
Jesús salió del pretorio llevando a cuestas su cruz, camino del Calvario; pero su primera caída puso de manifiesto el agotamiento. Temerosos los soldados de que la víctima sucumbiese antes de hora, pensaron en buscarle un sustituto.
Entonces el centurión obligó a un tal Simón de Cirene, a que tomara la cruz sobre sus hombros y la llevara detrás de Jesús. Tal vez Simón tomó la cruz de mala gana y a la fuerza, pero luego, movido por el ejemplo de Cristo y tocado por la gracia, la cargo con resignación y amor y fue para él y sus hijos el origen de su conversión.
Cada uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para algo concreto, para realizarnos de una manera particular.
VI. LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
Luego le quitaron
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