Ciudadanía y capital social

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En el caso de la clase social se ejemplificaba que pocas personas tenían libertad de expresión, entre más alto era su rango social más derechos se obtenía y poder de gobierno, los estratos más bajos se evidenciaba carencias de derechos.

Al reconocer los derechos no implican la consecución real de éstos, ni una mayor igualdad real sino que la ciudadanía, que en principio supuso una “falsa” igualdad, dichos derechos inspiró a la sociedad en dar impulso hacia una igualdad real, con más profusión en el terreno de lo social, y con mayor enfoque. Marshall dejó una guía para que el siglo XX obtuviera como un logro los derechos sociales.

Con respecto a lo que argumenta el autor, se puede evidenciar que al tener sentido de pertenencia a una comunidad cívica se convierte en un “Capital Social”, sólo la diferencia de los grupos civiles son los bienes materiales y/o económicos, ellos perdurarán y es lo único que no cambiaría pero mantiene una estable relación siendo opuestos.

Ya no es el individuo que por tener bienes materiales y economía fluida tiene el derecho de tener el poder es lo opuesto a ello, es decir, si el ciudadano tiene más reputación, confianza, cooperación con la comunidad, una amplia red social y se preocupa por la necesidad colectiva cumple con el requisito y obtiene el derecho de una amplia participación pero sin desfavorecer a los demás.

La ciudadanía democrática otorga a las diferencias de estatus un marco de legitimidad, siempre que no sean muy grandes, se produce en el seno de una civilización única, y no sean expresión de privilegios de herencia. La desigualdad sólo puede aceptarse y a su vez asumirla si no es dinámica y proporciona un estímulo para el cambio y la mejora. Por otro punto, la igualdad absoluta es inalcanzable, y tiene sus límites, los cuales son: los económicos y los ciudadanos. Lo que se persigue es la eliminación de las desigualdades que no pueden considerarse legítimas.