Cuestionario Latinoamericana
Enviado por tolero • 25 de Abril de 2018 • 2.116 Palabras (9 Páginas) • 368 Visitas
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Rodríguez critica fuertemente la monarquía, ya que esta forma tirana de gobierno genera la ignorancia en el pueblo, y con un pueblo ignorante no se puede desarrollar la sociedad, es por esto que el propone una educación social y popular, en donde se generan conocimientos en todas las clases de la sociedad, desde los más pobres hasta los más adinerados, así y solo así el amor propia ayudará a generar el sistema político que para Simón Rodríguez es el ideal: la República. Esta es la solución a la ignorancia, teniendo a una persona idónea en el poder la sociedad va a poder avanzar, ya que permite la participación de todo el pueblo.
7. ¿Cuál es la posición del indígena en Carta de Jamaica, El periquillo sarniento y Cuarenta años de cautiverio? Fundamente en cada caso con ideas centrales o episodios de las obras mencionadas.
8. La literatura del Siglo XIX en Hispanoamérica presenta una vinculación particular entre textos factuales y ficcionales. Describa dicha relación y ejemplifique con dos de las obras de la bibliografía del curso.
9. “Proyecto político”, “Proyecto literario” y “Proyecto pedagógico”. Asocie cada una de estas categorías a alguna obra vista en clases. Luego caracterice la poética de cada una de ellas y reflexione en torno a su importancia dentro del canon de las letras hispanoamericanas.
10. El sujeto del enunciado de una obra puede levantar ciertos cuestionamientos y reflexiones. Se distinguen una situación y una perspectiva de enunciación. Refiérase a esa dualidad de elementos en el sujeto del enunciado de Carta de Jamaica y Cuarenta años de cautiverio.
11. Refiérase a la poética de El periquillo sarniento. Luego responda: ¿Puede catalogarse esta obra como la primera novela de Hispanoamérica? Y, ¿en qué medida reproduce o reformula el concepto de la picaresca española?
La poética de este texto es estructuralmente en gran parte de una Novela Picaresca, pero no es un género puro en su esencia. El modo de representación es realista ya que no contiene elementos fantásticos y el lenguaje es de tipo forma y elaborado con recursos filosóficos con ciertas inclusiones de lo cotidiano, es literario, esencialmente.
Aunque comparte con las novelas picarescas ciertas similitudes formales, como la estructura episódica marcada por un ritmo pendular donde se alternan fortunas y adversidades, la condición “pícara” del protagonista o la narración en primera persona -sólo modificada en la última parte de la obra, en la que, para poder relatar la muerte del protagonista, se produce un cambio de voz-, una de las características aceptadas como básicas por la crítica para poder adscribir a una obra al género picaresco no aparece, al menos como primordial, en el texto de Lizardi. Lázaro de Tormes, por ejemplo, escribe su vida para explicar un estado de deshonor y muestra a lo largo del texto su constante intención de medrar, pero Periquillo lo hace para instruir a sus hijos. Lizardi escribe guiado por un espíritu moralizante, que también aparece, aunque tratado de forma más tangencial y con un claro matiz religioso y pesimista, dentro del contrarreformismo barroco. A Periquillo le interesa mucho más aleccionar a sus hijos (y a los lectores, por tanto) que explicar su deshonor o sus faltas en el pasado. El tema de la honra es vital, según han escrito Guillén y Lázaro Carreter, para explicar la picaresca y entender por qué Lázaro o Guzmán nos cuentan su vida y así poder entender su estado presente, es totalmente secundario en la obra de Lizardi.
No hay en toda la novela un solo personaje femenino que esté retratado positivamente. O se le critica abiertamente, como en los casos citados, o simplemente se le ignora, describiéndole con indiferencia. De ahí que no sea descabellado hablar de cierto carácter misógino en la novela, donde el papel de la mujer es insignificante.
Pedro Sarmiento es, además, un personaje sometido al autor de una forma mucho más clara de lo que pudieran estar los protagonistas clásicos del género. La identificación entre autor y personaje típico de la picaresca parece repetirse en la novela que nos ocupa hasta que, en las páginas finales del libro, un súbito cambio de narrador, provocado por la muerte del personaje, nos sorprende. Es en ese punto cuando podemos observar el sometimiento del personaje a su creador, algo imposible de percibir en obras donde narrador y protagonista se funden. Lázaro de Tormes sólo se pertenece a sí mismo, y su autor ha de someterse a él, pero Periquillo le pertenece a Fernández de Lizardi, y como tal, está a su merced y muere cuando éste se lo impone. El cambio de narrador en las últimas líneas permite al autor conjugar así la aparente libertad del personaje con su absoluto dominio sobre él. Decimos aparente libertad, porque, paradójicamente, la primera persona resta al personaje protagonismo y libertad, puesto que no podría contar su muerte, por ejemplo, ni todo aquello en lo que fuera necesario otro punto de vista diferente al suyo. Es, pues, una ficción novelesca cerrada.
Pero, aunque El Periquillo Sarniento no pueda ser considerada una novela picaresca, Lizardi conocía y estaba empapado de una tradición literaria que había influido ya obras gestadas en la América colonial como Los infortunios de Alonso Ramírez, El Carnero o El Lazarillo de ciegos caminantes y que seguía siendo reflejada tangencialmente en obras del XVIII español como Vida, de Diego de Torres Villaroel -citado sistemáticamente al comienzo de cada uno de los tomos en que Lizardi estructura su obra-. El escritor mexicano conocía bien el género, pues las técnicas así empleadas en su obra lo demuestran. Es capaz de tomar un molde determinado y lastrado por una tradición literaria para dar rienda suelta a sus obsesiones didácticas y a sus ataques al pasado colonial español. El propio título de la novela la conecta ya con una obra de Francisco Santos, El Periquillo de las gallineras, y hay a lo largo de sus páginas numerosos pasajes que nos remiten a la picaresca española. Parece evidente que José Joaquín Fernández de Lizardi escoge para crear sus obras de ficción un esquema narrativo que conocía bien y que además le permitía esquivar con relativa facilidad las garras de la Inquisición, verdadera causante, en definitiva, del desarrollo de la carrera novelesca del mexicano. Los libros de pícaros suponían un molde ficcional fácil de reconocer, al tiempo que permitían al autor articular, a través del viaje y la observación social que toda novela de este tipo lleva consigo, un punto de vista crítico.
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