“El síndrome del perro del hortelano: una justificación al Golpe de Estado del 5 de abril de 1992”
Enviado por Ensa05 • 16 de Octubre de 2018 • 4.356 Palabras (18 Páginas) • 387 Visitas
...
Desde el año 1983, los ataques se trasladaron a otras ciudades (Huancayo, Huancavelica, Cerro de Pasco, Huánuco, Andahuaylas, Abancay y Lima), donde se perpetraron ataques contra instituciones importantes y se daban los llamados “paros armados”, en los que los senderistas tomaban el control de la ciudad y se suspendían todas las actividades productivas.
La misión de este grupo era uno solo: “aspiraban a destruir completamente el régimen existente y construir desde cero un nuevo orden”[5] , con ellos a la cabeza de este régimen y eliminando cualquier obstáculo existente, incluso a la población misma. La respuesta del gobierno a las primeras acciones armadas no fue proporcional a la magnitud de los atentados: se creía que Sendero Luminoso era un grupo de abigeos (ladrones de ganado) o un fenómeno político focalizado en ciertas regiones del país, especialmente la sierra; permitiendo su expansión.
Con este panorama de crisis, se llegó al gobierno de Alan García, periodo comprendido entre 1985 y 1990. Para fines del trabajo, dividiré las políticas de este gobierno en medidas económicas y lucha contra el terrorismo.
En los primeros días del gobierno, se buscó revertir la decision sobre la deuda externa, dándole un 10% del monto de las exportaciones. El gobierno, se intuye que en un afán por obtener y mantener la aprobación de la población, decidió seguir subsidiando el costo real de los productos dándole un control artificial y devaluando el dólar, sin tener en cuenta la capacidad fiscal, hasta que este llegó a su límite. Las principales consecuencias: “La tasa de empleo bajo del 60 por ciento en 1987 al 18 por ciento en 1989. El sueldo real también bajo drásticamente en unos años. Si consideramos su nivel en 1985 como 100, el nivel del sueldo real cayo hasta en 60 puntos en 1989”[6] .Si bien en un inicio, el plan económico trazado funcionó (en 1986, el PBI se incrementó en 8.5%), hacía falta inversiones para poder continuar con la reactivación de la economía; se añade también la devaluación del Inti, moneda nacional; la subida de sueldos y también de precios de los productos.
Los dos últimos años de gobierno se consideran como los más críticos. La inflación subió a 114,5 % para diciembre del 88´; el país pidió apoyo del FMI y del Banco Mundial para recuperación ante la hiperinflación que se acercaba, ambos recomendaron la aplicación de “shocks económicos”, para los peruanos, mejor conocidos como “paquetazos”. Consistían en el aumento de los impuestos y la eliminación del subsidio de los precios, el costo social implicó mayor sacrificio de la población: subida de precios, escasez de alimentos y otros productos básicos y claro, la caída del índice de aprobación al gobierno aprista.
Sin embargo, pese a las acciones, la economía peruana parecía no alcanzar un mínimo aprobatorio para el FMI y el BM por lo que el Perú dejó de ser sujeto de crédito internacional para importantes agencias de cooperación como el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros.
En el plano de la lucha contra el terrorismo, las actividades terroristas retoman fuerza, así como la respuesta del gobierno ante ellas. El gobierno aprista no solo se encontraba frente a un Sendero Luminoso más implacable, sino que también le toca enfrentarse al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), otra agrupación terrorista que inicia su acción en el 85´.
La estrategia defensiva del Estado ante los ataques de ambas agrupaciones solo se basó en la represión de sus actividades terroristas. Con la intervención de las Fuerzas Armadas, dada la fallida e insuficiente acción de la Policía Nacional, empezaron también los crímenes de lesa humanidad. Esto sucede debido al poco apoyo que recibe la defensa por parte del Gobierno: sin instrucciones y una estrategia clara de contraataque, los efectivos solo se dedicaban a “reprimir” o “eliminar” a cualquier persona sospechosa de actividad terrorista, sin investigación previa o un juzgamiento ante la ley.
Así se crea el comando para-militar armado “Rodrigo Franco”, cuya misión de lucha antiterrorista se vio manchada por crímenes contra los derechos humanos y ejecuciones extrajudiciales.
Llego el año 1900 y en medio de pifias e insultos de los congresistas y el repudio de la población en general, Alan García despide uno de los peores gobiernos que pudo tener nuestro país.
En abril de ese año, ya se habían convocado a elecciones, teniendo como resultado lo siguiente: El FREDEMO (alianza del PPC, Acción Popular y el Movimiento Libertad) liderado por Mario Vargas Llosa (33%). Cambio 90 liderado por Alberto Fujimori (29%). El APRA liderado por Luis Alva Castro (22%). Izquierda Unida (IU) liderado por Henry Pease (8%). Alfonso Barrantes (5%).
El pase a segunda vuelta del candidato Fujimori fue una sorpresa para todos pues semanas antes a los comicios solo contaba con un 3% de intención de voto, escalando repentinamente al segundo puesto. Los candidatos para la segunda vuelta ya estaban dados: se enfrentarían Mario Vargas Llosa y Alberto Fujimori.
Mario Vargas Llosa era mejor conocido en el ámbito de la literatura que en el de la política. El único lazo que lo unía a esta última era que durante el gobierno anterior, el de García, había encabezado un grupo que se oponía a la fallida propuesta de estatización de la banca.
Para su candidatura, formó la alianza política Frente Democrático (FREDEMO), formada por Movimiento Libertad, movimiento fundado por Vargas Llosa; Acción Popular (AP) y el Partido Popular Cristiano (PPC).
“El candidato escritor anunció que su gobierno se basaría en la economía libre, libertad y democracia, y abriría un camino para el desarrollo de la democracia”[7]. Esta sola idea de llevar al Perú a una mejor situación basto para que las esperanzas de la población recayeran en su figura. Además que su relativa independencia política, pues no pertenecía formalmente a alguna agrupación política ya existente, representaba una ventaja ya que estaba libre de toda influencia tradicionalista y poco eficiente de los “viejos partidos políticos” como el APRA y otros.
El otro candidato era el arquitecto Alberto Fujimori Fujimori, docente y autoridad universitaria en la Universidad Nacional Agraria “La Molina” (UNALM) cuyo prestigio lo hizo destacar tanto que, durante el periodo de gobierno de Alan García, fue invitado a formar parte del Consejo de Ministros, en la cartera de Agricultura, pero el arquitecto se negó a la oferta. Fuera de esta anécdota, Fujimori también resultaba una figura independiente, así como lo era Vargas Llosa. Para la formación de
...