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Trabajo Segundo Parcial

Enviado por   •  19 de Julio de 2018  •  5.404 Palabras (22 Páginas)  •  392 Visitas

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Edad Antigua

Pensamiento cultural de la filosofía clásica Griego

Los pensadores griegos defendieron la naturaleza inferior de las mujeres, quienes se asemejaban a los esclavos por su indefensión y falta de poder, dentro de una sociedad en la cual el concepto de ciudadanía era elitista y restringido. Adicionalmente a ello, correspondió a Aristóteles y a Galeno la labor de formular las primeras nociones sobre la naturaleza de la mujer. Estos pensadores describían al sexo femenino como un ser humano de valor secundario, cuyo papel en la gestación era de mero receptáculo en relación al papel activo del agente del sexo masculino. Mientras la esencia femenina, según ellos, era fría, pasiva e “inerte”; la masculina era cálida, activa y fluida. La mujer era un ser imperfecto, un “hombre inacabado”. Lamentablemente estas ideas dominaron el pensamiento occidental hasta finales del siglo XVIII, cuando los descubrimientos fisiológicos dieron al traste con estas afirmaciones; pero en la práctica, aún en la actualidad, cargamos con el lastre de esta influencia cultural a partir de la cual se construyó Occidente.

Mito griego

El mito de Pandora fue registrado por escrito en el siglo VII a. C. por Hesíodo, un agricultor, convertido en poeta, quien lo narra en sus obras: Teogonía y Los trabajos y sus días. En ambas

obras describe la existencia un mundo previo, libre de la raza de las mujeres (ignorando algunos hechos básicos de la vida) y señala que antes de la llegada de esta raza, los hombres vivían en armonía como compañeros de los dioses, “alejados del pesar y del doloroso trabajo, libres de enfermedad” (Wender 1973:46). En esta versión griega de la creación del mundo, Zeus, el padre de los dioses, desea castigar a los hombres impidiéndoles conocer el secreto del fuego. En tal sentido destaquemos el relato: Prometeo, un semidios, creador de los primeros hombres, roba el fuego del cielo y lo lleva a la tierra. Zeus furioso por haber sido engañado, elabora la trampa suprema bajo la forma de regalo a los hombres, una cosa maligna para su deleite. Pandora “la que todo lo da”. La frase griega que se utiliza es kalon kakon que significa el bello mal. Su belleza se compara a la de las diosas y de ella proviene toda la raza de la feminidad, la letal raza femenina y la tribu de las mujeres que viven con los hombres mortales y le causan daño. Los dioses la dotan de modales astutos y la moral de una perra (p. 46). En el relato se señala que Pandora es desposada por Epimeteo, hermano de Prometeo. Pandora llega con un ánfora sellada (recipiente de cerámica con forma de útero) que nunca debe abrir, pero no resistió la curiosidad de ver qué había dentro y, “por abrir la barrica, la mujer esparció dolores y males entre los hombres”. Desde entonces la humanidad ha estado condenada a trabajar, envejecer, enfermar y morir. En este relato la apertura del ánfora equivale alegóricamente a la pérdida de la virginidad, la cual permite la entrada de la muerte al mundo

Este «bello mal» plantea al hombre su gran dilema: casarse para tener un beneficio —los hijos— y aceptar un mal —la propia mujer—, o no hacerlo y carecer del bien de la descendencia. En la mujer, por lo tanto, el bien y el mal se asocian como dos caras de una misma realidad.

1Tras los pasos de Pandora desfilan por la literatura griega un buen número de herederas de su maldad: desde la fascinadora Helena, capaz de seducir a amigos, enemigos, e incluso a su marido y provocar el desastre de la guerra de Troya; a figuras como Circe, las Harpías o las Sirenas, que forjaron para siempre la imagen de la astucia femenina capaz de perder al hombre mediante sus atractivos eróticos.

Pensamiento cristiano

En cuanto a la patrística cristiana, esta coincidió en la “construcción de un sujeto femenino inferior”. A pesar de que los cristianos defendían la igualdad de todo ser a los ojos de Dios, la naturaleza femenina se entendía como peligrosa por su cercana relación con lo natural y carnal; por ello las mujeres que quisieran acercarse al ámbito de lo divino debían trascender esa “carnalidad e impureza renunciando a sus roles de esposas y madres y aun en los mejores casos precisaban un riguroso control y fuerte guía espiritual” (Cuder 2002:18)

De acuerdo con Pepe Rodríguez (1999), la sumisión y dependencia de la mujer respecto del varón es una realidad tan cotidiana en las culturas más diversas del mundo que, aunque no estemos de acuerdo con esta situación, tenemos tendencia a creer que la mujer es un ser inferior desde el origen de nuestra especie (p. 187).

De los dos relatos del Génesis que describen la creación del hombre, la tradición cristiana divulgó más aquel que presentaba a Eva nacida de Adán, frente al de la creación simultanea de ambos. Se justificaba así́ la superioridad masculina por su mayor proximidad con lo divino, ya que el hombre fue creado a imagen (imago) de Dios y Eva solo a semejanza (similitud), por surgir del varón. Desde ese hecho quedó establecida la natural inferioridad de la mujer origen,

Dios, con su mano, le sacó una costilla y creó a la mujer. Así́ manifestó́ el Creador su voluntad: le gustó que fuera costilla y no hueso recto; por eso el hombre y la mujer nunca se entienden, porque un hueso recto y una costilla nunca se pueden ajustar (antes se rompería que enderezarse). Por ello la mujer no será́ nunca dócil ni flexible como el arco turco. Después tomó la cola de una cabrita y le hizo la lengua; ciertamente, bien predijo Dios que seria charlatana. Y con maestría impuso nombre al varón y le llamó Adán, que significa rojo, y a la mujer Eva, que según el lugar significa enfado, maldición, perdición, rencor de huesos o llanto» Después de su caída, como no quiso confesar su error, sino que «intentó disculparse atribuyendo la falta a la serpiente, Dios la maldijo, la expulsó del paraíso y la condenó a parir con dolor. Desde entonces, todas sus sucesoras han sido por siempre más, incapaces de obedecer, de servir, de reverenciar al marido y de ser bondadosas.

Cultura Judío-cristiana

La tradición literaria occidental ha heredado un modelo de mujer atractiva, irresistible y de carácter mágico demoniaco, cuyo poder se ha representado a través de la imagen de una serpiente. Ella, como otros emblemas bíblicos, posee una significación ambigua tanto en el Cristianismo, como en el Judaísmo o el Islam, ya que las tres religiones comparten el legado del Antiguo Testamento [Campbell 1992: 33]

Muchos mitos

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