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Una mirada distinta

Enviado por   •  24 de Mayo de 2018  •  2.087 Palabras (9 Páginas)  •  291 Visitas

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Este actual estado de situación requiere, decimos nosotros, de otra mirada, de priorizar un enfoque educativo y complementarlo con el conocimiento jurídico necesario y no en viceversa.

Es necesario que los supervisores, los docentes y funcionarios educativos de todas las jurisdicciones, que pretenden una escuela más democrática, más de puertas abiertas, más real, más actualizada, caminemos mancomunados para dejar sólo de preocuparnos de las normas jurídicas y retomemos nuestro sitio de educadores, de formadores para mejorar la calidad de vida de nuestras sociedades.

¿De qué se trata esta nueva mirada?

Intentaremos explicarlo con el lenguaje de los educadores, pensando como educadores y cuando lo necesitemos nos apoyaremos en otras ciencias, para no incurrir en un defecto en las capacitaciones o literaturas que, con el ánimo de capacitarnos, nos enseñan las normas jurídicas o administrativas, como si fuéramos estudiantes iniciados de derecho y no nos dicen, en general sin mala intención, como deberíamos actuar y sin darnos los elementos para actuar como educadores.

Este sería el primer cambio de dirección: ¡pensemos y actuemos como educadores! que deben, en una visión interdisciplinaria, integrar positivamente los aspectos legales que complementan y facilitan nuestra profesión.

Intentemos a continuación este camino que nos lleve a focalizar la temática del riesgo y de la seguridad, desde nuestro campo disciplinar y profesional.

Cuando un estudiante que participa en nuestras clases se daña, tanto física como emocionalmente, se inicia un proceso que intentará reparar esta situación. En primera instancia, los que estemos a cargo, como docentes, debemos conocer las maniobras de primeros auxilios para aplicarlas al caso específico a la espera de la atención profesional que, como primera preocupación debimos llevar a cabo.

A partir de este momento, dependiendo de la gravedad de las lesiones, cada vez que nos alejemos en el tiempo del hecho acaecido, nuestra tarea como docentes, deja de tener relevancia con relación a la cura física, emocional del dañado y su familia, o a la reparación patrimonial o a los trámites ante aseguradoras.

¿Por qué?..., simplemente, porque una vez sucedido el hecho dañoso se inicia una etapa de curación y de reparación que no son los campos profesionales específicos que le corresponden al educador.

Por supuesto, que estaremos atentos y alterados porque un niño, un adolescente, un adulto se lastimó en la clase o en el campamento que habíamos propuesto. Sin duda, que estaremos en contacto con la familia y los directivos de la escuela para acompañar el proceso de recuperación del damnificado. Pero, como hemos expuesto (y nos hemos expuesto) nuestra tarea, importantísima, es sólo en ese primer momento, hasta que se apersonen los profesionales de la salud, luego se limita al acompañamiento.

Desde ya, que esto depende de la gravedad de las lesiones, pero comprendemos los incidentes más leves hasta los más graves. Incluimos desde una contusión leve o desde un enojo o discusión entre estudiantes o de ellos con nosotros, hasta aquellas que, lamentablemente, tengan mayores consecuencias o secuelas en la vida de quienes conforman espacios educativos con nosotros.

Nuestra tarea es educativa, nuestro compromiso es con la formación, estudiamos, nos capacitamos y trabajamos para mejorar la calidad de vida de los semejantes y además, en este escenario mejoramos la nuestra, en ese juego dialéctico de educar y educarse al ejercer la docencia. Nuestro campo propicio con relación a la seguridad y gestión del riesgo debe focalizarse en la prevención, es decir, en evitar que el hecho dañoso suceda.

Este es nuestro segundo postulado, desarrollar un campo de conocimientos, habilidades y destrezas para el docente, dentro de su tarea educativa y por lo tanto, preventiva.

Quienes estén más educados, mejor formados y más capacitados, tendrán mayores posibilidades de evitar dañarse que aquellos que no tengan noción de los riesgos del vivir sus experiencias que le sean propuestas o decidan por sí.

Aquí está nuestra nueva mirada, la que proponemos a los colegas que hoy se encuentran en el campo profesional educativo:

Pensar y actuar como docentes, profundizar nuestros conocimientos para que quienes participan de las experiencias educativas propuestas sean personas más educadas, mejor formadas, por lo tanto, más prevenidas para evitar o atenuar daños, en lugar de estar sólo preocupados con las consecuencias que, además, se alejan de nuestro campo disciplinar.

Es cierto que es necesario conocer como docentes, las normativas vigentes que regulan las actividades de nuestra profesión, es un saber complementario para estar en mejores condiciones de ejercerla.

Además y como consecuencia de actuar profesionalmente con la lógica del que educa, del que forma y del que previene los hechos para evitarlos o atenuarlos nos posiciona en mejor situación en el caso de que a pesar de todo, suceda el hecho dañoso.

Acá está explícito, otro matiz de la mirada, otro foco. Al actuar como docentes, preocupado por la capacitación propia y de los estudiantes, en la seguridad y en la gestión del riesgo de cada tarea que se propone, concretada en mapas de riesgos, protocolos de seguridad, simulacros, libros de historia de accidentes, entre otras acciones que educan en la prevención, como consecuencia y ante el hecho dañoso sucedido, el docente tendrá los testimonios y documentos que demuestran ante autoridades educativas o judiciales que lo soliciten, el accionar metodológico y planificado de la administración del riesgo.

Si seguimos en el lugar que actualmente nos encontramos, la inacción, el desconcierto serán las herramientas más cercanas y “más seguras” para trabajar. Acá habremos dado el lugar a quienes hacen un negocio del juicio, a quienes no quieren hacer y a quienes suponen que la educación es una profesión cómoda, sin contradicciones, ni dificultades. Nosotros nos dirigimos a “los otros”, a nosotros, que queremos seguir concretando proyectos educativos, especialmente, en entornos naturales.

Entonces ¿Cómo empezamos?...

La tarea comienza con un posicionamiento distinto más activo y desde nuestro campo profesional. La cuestión será empezar a conformar distintos procedimientos, establecer metodologías, realizar estudios que, paulatinamente, hagan menos riesgosas y más seguras nuestras propuestas escolares.

Los principios

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