¿Apostolado en la Legión de María?

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Intentar devolver la dignidad al otro es otro tópico significativo que quiero presentarles hoy. El fin de toda la evangelización es el hombre nuevo, la renovación de la humanidad. Parir al hombre nuevo en el corazón de los otros no es lo mismo que “sacarse las ganas” de anunciar el Evangelio. Se trata de poner en el otro el término de mi acción pastoral. Inconscientemente, el fín de nuestro apostolado está en nosotros mismos. Ser legionario hoy es devolver la dignidad a los jóvenes. ¿Cómo pensar la evangelización desde estas variables? Para eso necesitamos ver qué dignidad han perdido, qué los hace sufrir, que les preocupa, cuáles son sus sueños. Responder a estas necesidades no solo es compatible con la tarea de la evangelización, sino que es uno de los puntos de partida que nunca debe ser ignorado.

Este núcleo concluye con dos actitudes que es importante presentar para pensar el tema del apostolado en la Legión Juvenil: no excluir y acercarse. A la hora de pensarnos como agentes de pastoral juvenil como somos nosotros los legionarios, estas actitudes deben estar en el fondo de nuestras acciones. Son dos opciones indispensables. En demasiados espacios de la vida, los jóvenes son desplazados, muchas veces en algunos espacios de la Iglesia. Otros pueden darse el lujo de no saber dar espacio a los jóvenes, nosotros no. Acercarse a los pobres es mucho más que compasión. Es realizar la obra de la salvación al estilo de Cristo Jesús que eligió el camino del sufrimiento y de la pobreza para salvarnos, identificándose con los pobres. Hoy, ser legionario es mirar alrededor a los jóvenes que están en situación de riesgo. ¡Cuántos rostros aparecen entonces frente a nosotros! ¿Nos acercamos a ellos habitualmente con nuestro trabajo? ¿No será qué estamos eligiendo las tareas más fáciles, que nos falta ojo para ver el trabajo que abunda?

Que la Virgen María, nuestra Señora de la Pascua, la mujer que estuvo de pie en la hora de la Cruz y canta de gozo al saber que el sepulcro de Cristo está vacío, que Ella interceda por nosotros, para que la fuerza de la Pascua se derrame en nosotros y nos haga testigos del Señor resucitado. Que así sea.

El camino de la Legión Juvenil que soñamos, el de plantear una utopía, nos ayuda a reconocer nuestra propia incoherencia y a volver a nuestra identidad más profunda. No se trata de ser, sino de manifestarlo de tal manera, que los demás nos reconozcan por lo que somos.

Lo segundo que aparece en el manifiesto es el planteo de la eclesialidad. Toda acción evangelizadora es eclesial. Nadie se corta sólo para el anuncio del Evangelio. debe ser enviado por la comunidad. Siempre es la Iglesia la que envía, y ésta es una de las condiciones necesarias para hablar de evangelización auténtica. Los movimientos laicales en la Iglesia también debemos reconocernos enviados en la Iglesia. No sólo en el papel, sino también en los hechos. El principio Jerárquico, la disponibilidad al Obispo y al párroco, garantiza la eclesialidad. Todas nuestras estructuras juntas (consejo, praesidium, etc.) no suplen ni reemplazan la eclesialidad que requiere este tipo de Acción Católica que es la Legión de María.

Intentar devolver la dignidad al otro es otro tópico significativo que quiero presentarles hoy. El fin de toda la evangelización es el hombre nuevo, la renovación de la humanidad. Parir al hombre nuevo en el corazón de los otros no es lo mismo que “sacarse las ganas” de anunciar el Evangelio. Se trata de poner en el otro el término de mi acción pastoral. Inconscientemente, el fín de nuestro apostolado está en nosotros mismos. Ser legionario hoy es devolver la dignidad a los jóvenes. ¿Cómo pensar la evangelización desde estas variables? Para eso necesitamos ver qué dignidad han perdido, qué los hace sufrir, que les preocupa, cuáles son sus sueños. Responder a estas necesidades no solo es compatible con la tarea de la evangelización, sino que es uno de los puntos de partida que nunca debe ser ignorado.

Este núcleo concluye con dos actitudes que es importante presentar para pensar el tema del apostolado en la Legión Juvenil: no excluir y acercarse. A la hora de pensarnos como agentes de pastoral juvenil como somos nosotros los legionarios, estas actitudes deben estar en el fondo de nuestras acciones. Son dos opciones indispensables. En demasiados espacios de la vida, los jóvenes son desplazados, muchas veces en algunos espacios de la Iglesia. Otros pueden darse el lujo de no saber dar espacio a los jóvenes, nosotros no. Acercarse a los pobres es mucho más que compasión. Es realizar la obra de la salvación al estilo de Cristo Jesús que eligió el camino del sufrimiento y de la pobreza para salvarnos, identificándose con los pobres. Hoy, ser legionario es mirar alrededor a los jóvenes que están en situación de riesgo. ¡Cuántos rostros aparecen entonces frente a nosotros! ¿Nos acercamos a ellos habitualmente con nuestro trabajo? ¿No será qué estamos eligiendo las tareas más fáciles, que nos falta ojo para ver el trabajo que abunda?

Que la Virgen María, nuestra Señora de la Pascua, la mujer que estuvo de pie en la hora de la Cruz y canta de gozo al saber que el sepulcro de Cristo está vacío, que Ella interceda por nosotros, para que la fuerza de la Pascua se derrame en nosotros y nos haga testigos del Señor resucitado. Que así sea.

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