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Aspectos sociales de las guerras civiles en Colombia

Enviado por   •  29 de Octubre de 2018  •  9.268 Palabras (38 Páginas)  •  432 Visitas

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CAUSAS DE LAS GUERRAS

Es difícil precisar la etiología de las guerras civiles en Colombia. Lo ideológico y lo material se presentan en todas con extraña mezcla y, en cada una de ellas, circunstancias especiales se dan como determinantes. De la misma manera que las contiendas no eran uniformes en todo el territorio, que aparecían con ímpetu en ciertos lugares, que languide cían en otros y que con brío volvían a manifestarse, asi mismo los elementos cobraban diferente significación en cada período o región. En la guerra de 1840, que se inicia con la acerbidad de que son capaces los pueblos del Sur, y que tras un golpe a los insurgentes allí se aviva en otras regiones del país, se dan elementos particulares y elementos generales que vuelven a manifestarse en otras contiendas. La chispa en Pasto fue la supresión de ciertos conventos menores, es decir, de aquellos que contaban con un número reducido de religiosos. La rebelión tomó el cariz de cruzada, pero a los móviles espirituales del ascético cura Villota se unieron los apetitos burocráticos del clero de la región y los intereses internacionales. Como lo anotan dos generales conservado res y clericales que combatieron al lado del gobierno (Joa quín Posada Gutiérrez, t. III, pág. 6 -1-. Pedro Alcántara Herrán, Correspondencia con Mosquera, t. II, pág. 41 -2-). Documentos II, Causas de las guerras), el clero del Sur era esencialmente ecuatoriano, canónicamente estaba bajo el control de la jerarquía eclesiástica de aquel país y su interés se cifraba en “Depender del obispo de Quito por sus relacio nes, por la cercanía y mejor tránsito y comodidad que tienen para trasladarse a la capital donde reside el prelado y prin cipalmente en la Diócesis de Quito cuenta con buenos cura tos a donde pueden ser promovidos” (Herrán, Mosquera, t. II, pág. 41 -2-. Documentos II). La frontera con el Ecuador no estaba todavía delimitada, y esto introduce otro elemen to que contará en posteriores guerras civiles: El llamado de conservadores y liberales, como gobierno o como insurgentes, para que desde los países vecinos que tienen reclamaciones territoriales con Colombia se los auxilie. La guerra se ex tendió por todo el país, y caudillos militares, “los Supremos”, crearon sus huestes y se lanzaron a la insurrección movidos por apetitos de poder, para vengar reales o supuestos agra vios y tal vez para defenderse de una acusación injusta o por lo menos de una persecución política. José María Obando entra a la guerra cuando se le acusa judicialmente de la muerte del mariscal Sucre y lo hace resentido porque no se le ha designado jefe del ejército que va a debelar la rebelión del pueblo de Pasto a la cual él se sumará. Córdoba, el Supre mo de Antioquia, quien morirá fusilado en Cartago, tendrá muy presente que el gobierno que ahora combate acaba de negarle un ascenso en el escalafón militar.

En 1851 estaba en juego la forma del poder de la Iglesia, solo la forma, no el poder (Me Greevey, pág. 76. Documentos II -3-), pero también se debatían ciertas libertades, entre ellas la libertad de disfraz que Mariano Ospina alegaba para conspirar (Francisco de Paula Borda, t. I, págs. 57-58. Docu mentos II -4-) y fundamentalmente el asunto de la libera ción de los esclavos. Fueron los esclavistas de Occidente los que en un acto desesperado se lanzaron a la guerra contra un gobierno que impulsaba la abolición, y fue el Occidente (Cauca, Antioquia), el escenario geográfico de la contienda de aquel año (Margarita González, págs. 235-7. Documentos II -5-). Véase Sem Helguera, Antecedentes sociales de la revolución de 1851 en el Sur de Colombia (1848-1849).

La guerra de 1854 fue la culminación de una intensa agi tación en ciudades y campos. Los artesanos querían aran celes que resguardaran su producción de la competencia extranjera. Los comerciantes pretendían lo contrario. Las masas urbanas defendían las tierras ej idales y los terrate nientes trataban de apropiárselas. Las revoluciones ante riores habían dejado sus secuelas en el Cauca. La partici pación de los esclavos en la insurrección fue duramente castigada por los terratenientes vencedores (Tulio Enrique Tascón, págs. 61-63 -®-. Margarita González, págs. 202- 217. Documentos II -?-) y el elemento racial vino a contar, en forma de participación popular, en la revuelta contra el sector dominante que invocaba la legalidad. Además, en el ejército se daban fuertes pugnas. Sus cuadros superiores estaban constituidos por veteranos de la guerra de Indepen dencia y la oficialidad se componía de generales con medios económicos que utilizaban sus grados militares para fines políticos y por veteranos cuya única ocupación era la de las armas. La clase dominante, que durante la contienda mostró gran cohesión ante la agitación en las ciudades y los cam pos, con la equidad propia de las medidas de carácter general, trató de deshacerse de estos últimos oficiales suprimiendo los grados en el ejército, es decir, quitándoles su fuente de ocupación a estos guerreros profesionales. El resultado fue claro: en la revuelta su participación fue del lado de los sectores populares. (Venancio Ortiz, págs. 241-242. Docu mentos II -8-).

El poder de la Iglesia, el “problema religioso” y la autono mía de los Estados eran los elementos que en primera línea aparecían como motivación en la guerra de 1859. Bien pronto estos asuntos teóricos se concretizaron en la tierra al cam biar ésta de propietario. El problema de la autonomía era el del poder regional de los círculos dominantes, mucho más importante para ellos en cuanto más concreto y posible de ejercer que un difuso poder nacional. (Mosquera, Corres pondencia con Espina, págs. 287-288. Documentos II

En 1876, el “problema religioso” (el control del aparato educativo) y el asunto de la soberanía de los Estados son los que van a ser invocados como motivos de la guerra. En 1885 se invocará como argumento para la guerra la inter vención del poder central en los asuntos de los Estados y, pasada ésta, el vencedor hará su aplicación práctica del asunto religioso con concordato y con la entrega del aparato educativo al estamento clerical. Pero los hombres que fueron a la guerra no solo actuaban al impulso de las ideas. La pobreza derivada de la quiebra en el negocio de las quinas lanzó a bandas enteras de quineros o de artesanos de San tander a buscar, en la contienda, otras posibilidades de subsistencia. (Julio H. Palacio, La guerra del 85, pág. 20. Documentos II -10-). Y la tierra, aquella que había sido ex propiada en las contiendas anteriores, vuelve a ser causa para que por su propiedad se batan los contendientes, así se invo quen para la lucha ideales más altos. Al repasar los artículos que periódicamente

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