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CUENTO DE LOS ABUELOS. HISTORIA DE CHIAPAS.

Enviado por   •  3 de Octubre de 2017  •  5.279 Palabras (22 Páginas)  •  781 Visitas

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Cuando los aztecas invadieron la región y sojuzgaron a los zoques, imponiéndoles fuertes tributo, encontraron a la población de Coyatoc la cual destruyó y como su significado era “Tierra de Conejos”, le pusieron el nombre de Tochtlán que en náhuatl significa lo mismo. Después los españoles se encargaron de castellanizar este nombre llamándola Tuxtla, como hicieron con todas las palabras indígenas.

Los indios zoques, al parecer, eran pacíficos y dedicados al trabajo; se cuenta que fabricaban armas para los demás pueblos, como flechas, hondas, macahuatls y lanzas.

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La nación zoque era muy extensa; abarcaba los distritos de Tuxtla, Mezcalapa, Pichucalco y Simojovel; se extendía, también por Tabasco y Oaxaca; ya verán ustedes lo grande que era esta nación que según se cuenta, tenía dos centros de población muy importantes, uno cerca del pueblo de Ocozocoautla que se llamaba Jave Pagcu-ay y el otro a inmediaciones de Cunduacán, Tabasco, que se llamaba Zimatán.

Refiere la tradición que los Chiapas vinieron del sur, de un país llamado Nicaragua; que los guiaba el viejo cacique Nandalumí; como era un pueblo de guerreros, pero poco numeroso, buscaban un sitio que por sus condiciones naturales los pusiera a cubierto del ataque de otros pueblos más fuertes; que este lugar lo encontraron en el cerro de Tepetchía, que es un peñón que se halla en el llamado Sumidero. Y cuenta la tradición también, que cuando divisaron el peñón, se alegraron mucho y lanzaron al aire sus flechas en señal de contento, porque habían llegado al término de su peregrinación. En ese peñón fundaron un baluarte, desde el cual comenzaron a sojuzgar a los zoques, querenes, tzeltales y mames, que de muy antiguo vivían aquí.

Los Chiapas eran guerreros por excelencia, vencieron a los demás pueblos y los sujetaron a su dominio y entonces, los prisioneros que cogían en las guerras los ponían a trabajar en la agricultura como esclavos.

Los chiapanecos primitivos, ya desaparecieron, lo mismo que el dialecto que hablaban, que era muy distinto de todos los demás; ya todos se han mestizado y hablan castellano. Se cuenta, además que los Chiapas eran buenos agricultores, que cultivaban maíz, frijol, chile, yuca; diversos árboles frutales y algodón. Poseían algunas industrias, como la de los pintados, el tejido de mantas burdas de algodón. Sus bailes simbólicos y significativos.

En lengua chiapaneca, Tzinguilá es el nombre de una flor y así le llamaban a una joven india, de singular belleza, hija del cacique principal de los Chiapas. Todos la querían porque era muy buena y muy caritativa; sus padres la mimaban y la habían dejado en libertad.

CAPITULO II: LA CONQUISTA

Los mismos aztecas habían intentado sujetarlos a su dominio sin conseguirlo. Durante ese tiempo se dedicaron a cultivar la tierra y a obtener sus pingues productos, sobre todo de las vetas del caudaloso río, y de seguro que hubieran llegado a construir un poderoso imperio con el correr del tiempo, si no sobreviene un acontecimiento que se los impidió.

Un día llegaron unos hombres de regreso de Tabasco, y contaron que habían visto a unos hombres barbados y blancos armándoles guerra a los tabasqueños a quienes los habían vencido; que aquellos extraños personajes, habían seguido su camino embarcándose en unos monstruos que flotaban en el mar, llevándose a una mujer muy hermosa que los indios les dieron como presente, y otras cosas muy interesantes, aunque inverosímiles para ellos.

Eran los conquistadores Españoles que al mando del capitán Hernán Cortés habían llegado a Tabasco y luchando con los indios de allí, a los que habían sometido. La mujer era nada menos que la Malinche que le dieron al capitán español como presente. Estas noticias no dejaron de intranquilizar a los demás núcleos indígenas, pero nada podían hacer porque los Chiapas los tenían muy sometidos. Así pasaron varios años sin más acontecimientos, pero sí muchas versiones que venían del norte, sobre los hombres blancos y las guerras que estaban armando al gran Imperio Azteca. Un buen día, cundió la alarma en la nación chiapaneca, sonaron los caracoles de guerra; en las montañas, por las noches, se encendieron luminarias inmensas convocando a los guerreros. Un movimiento inusitado por todas partes se hacía notar.

Tan cierto como que estamos hablando ahorita: un capitán español llamado Luis Marín, había cruzado el río en un punto llamado Tezputian (Tecpatán) al mando de 200 soldados, de los cuales 105 eran españoles y el resto indios aztecas; pasaron por Quechula y de allí al pueblo de Ixtapa que encontraron desocupado y en donde acamparon esa noche.

México nombró al capitán Diego de Mazariegos para que al frente de una cantidad mayor de soldados y trayendo cinco cañones, volviera a esta región a someter nuevamente a los Chiapas que se hallaban más ensoberbecidos y desafiantes que nunca. El capitán ibero había hecho su travesía por todos los pueblos zoques hasta Tochtlán, traía consigo muchos soldados españoles de infantería y de caballería y lo acompañaba una gran cantidad de indios tlaxcaltecas y mexicanos como aliados para la guerra y para conducir el fardaje de la impedimenta de las tropas, pero lo más importante para los españoles eran sus poderosos cinco cañones.

La lucha fue sangrienta y feroz; los indios, encerrados dentro de la ciudad que se hallaba _ circunvalada de un alto muro de piedras, con agujeros por donde los soldados indígenas disparaban sus armas ofensivas; los españoles a su vez atacaban con ímpetu bravio; retumbaban los cañones y los arcabuces, zumbaban las flechas y las piedras lanzadas con las hondas; era aquello un verdadero infierno. Así estuvieron luchando durante varios días en que, naturalmente murieron miles de indios con la mortal metralla; los más valientes guerreros fueron cayendo dentro de la ciudad, en donde ya no había qué comer. Por supuesto que también de las fuerzas sitiadoras murieron muchos, especialmente aztecas y tlaxcaltecas.

Cuentan las crónicas que llegó un momento en que los indios chiapas no podían ni siquiera levantar las manos para disparar sus armas, de tan cansados qué estaban, pero no por eso se rendían, no obstante que el capitán español varias veces les pidió que se rindieran. Por fin los jefes chiapanecas tuvieron una junta para determinar lo que ~ convendría hacer en aquellas críticas circunstancias, y, ¿qué creen ustedes que acordaron los caciques principales? Los chiapas acordaron arrojarse al caudaloso río desde el alto

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