Causas y efectos de la pobreza en México y su impacto socioeconómico en crecimiento regional y bienestar de la población
Enviado por Sara • 2 de Enero de 2019 • 6.260 Palabras (26 Páginas) • 453 Visitas
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De 1982 a 1988: los años del ajuste.
El año de 1982 se caracterizó por grandes devaluaciones del peso, caos en los mercados financieros, y la desaceleración abrupta de la actividad económica. La producción total disminuyó en 0.6 %, la inflación aumentó a 98.8 %, y las reservas de divisas bajaron a 1 800 millones de dólares, o sea, el equivalente de apenas un mes de importaciones de mercancías y de servicios no factoriales en 1982. Para afrontar la crisis de 1982, lidiar con los desequilibrios internos y adaptarse a las condiciones externas adversas, México se vio obligado a ajustar el gasto interno, reorientar la producción y encontrar nuevos caminos para impulsar el crecimiento económico. Durante casi seis años, la política económica del gobierno mexicano se concentró en restablecer la estabilidad, sobre todo en reducir la inflación y frenar la pérdida de divisas. Después de varios intentos fallidos de estabilización, una crisis de balanza de pagos en 1985 y la recesión de 1986 ocasionada por la caída estrepitosa de los precios mundiales del petróleo, el proceso finalmente rindió sus primeros frutos en 1988, cuando la inflación disminuyó de forma marcada por primera vez a pesar de los varios notables esfuerzos de estabilización. La inflación bajó gracias a que el Pacto de Solidaridad Económicanombre del programa de estabilización--incluyó entre sus medidas una política de ingresos concertada. No obstante, en materia de crecimiento económico, los resultados eran prácticamente nulos. Los años ochenta fueron años de ajuste en el sentido cabal de la palabra. La Figura 1 presenta una sinopsis de las características de este período. Sin acceso a fuentes de crédito externo por encima del que cubriera sus obligaciones, la economía mexicana no podía superar el estancamiento y la caída en los niveles de vida. De 1983 a 1988, el PIB per cápita cayó a un promedio anual de 2.1% y los salarios reales lo hicieron en más del 7 % anual. (Cuadro 1) A pesar del esfuerzo fiscal y el lanzamiento de uno de los pilares del programa de reforma a mediados de los ochentas la liberalización comercial, la confianza de los inversionistas mexicanos y extranjeros no retornaba. México se volvió el ejemplo típico de los estragos del llamado sobre-endeudamiento y de la estrategia para lidiar con la crisis de la deuda impulsada por los gobiernos de las instituciones acreedoras. Aun con los ejercicios de reestructuración y la instrumentación de una política económica tomada como modelo por la comunidad externa, la recuperación económica no daba color.
De 1989 a 1995: la recuperación frustrada.
Hacia finales de 1988, la tasa de inflación en México había disminuido de manera considerable y el gobierno había introducido un gran número de reformas estructurales pero la economía llevaba cinco años sin crecer. Para lograr la recuperación económica era fundamental revertir la tendencia en la transferencia de recursos: es decir, atraer capital externo y reducir la carga de la deuda. Lo segundo se logró mediante la negociación del Acuerdo Brady suscrito en febrero de 1990. Lo primero, mediante una estrategia deliberada orientada a la conquista de los mercados financieros internacionales. Específicamente, la atracción de capitales del exterior se procuró mediante medidas de mucha visibilidad y espectacularidad. Entre éstas destacan dos: la reprivatización de los bancos anunciada en mayo de 1990 y la intención de negociar un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos también conocida por vez primera en esas fechas. El objetivo de revertir la tendencia en la transferencia de recursos se logró a partir de 1989. La gran decepción fue que la tasa de crecimiento del PIB se recuperó poco. A partir de 1989, esta tasa fue positiva en términos per cápita por primera vez desde 1985, pero después de 1990 la tasa de crecimiento del producto por habitante fue, año con año, menor hasta que en 1993 volvió a ser negativa. No queda realmente claro por qué la economía mexicana no creció más rápido a pesar de las reformas macro y microeconómicas. Pero, sin pretender entrar a contestar esta pregunta, cabe mencionar que uno de los impedimentos fue la apreciación del tipo de cambio por, entre otros, su efecto depresivo sobre la demanda de productos de origen nacional. La Figura 1 resume las principales características de este período. La apreciación del peso fue corolario de la política anti-inflacionaria seguida dentro del programa conocido como el "Pacto" anunciado a finales de 1987 (Gráfica 1). A partir de 1990, la apreciación cambiaria se vio reforzada por las entradas de capital que, durante un tiempo, sobre financiaron el déficit en cuenta corriente y permitieron la acumulación de reservas internacionales por parte del Banco de México. La misma acumulación de reservas implicaba una abundancia relativa de dólares y ratificaba la política cambiaria vigente. Pero como la inflación interna continuó siendo mayor a la externa, la apreciación cambiaria continuó. La apreciación real del tipo de cambio conllevaba una creciente vulnerabilidad de la estrategia económica. Ya desde 1992 varios analistas señalaron los riesgos de la situación caracterizada por un bajo nivel de ahorro interno aunado al creciente financiamiento del déficit en cuenta corriente con capital volátil. El nivel bajo de ahorro interno podría dificultar el servicio futuro del endeudamiento acumulado durante esos años y, más importante, enfrentada a "choques" externos o internos, la economía se vería orillada a un ajuste repentino dada su dependencia de flujos externos de capital.6 A menos que la productividad lograra crecer rápidamente y así se modificara el tipo de cambio real de equilibrio, el futuro de la economía con la política cambiaria existente sería uno de bajas tasas de crecimiento o, en el peor de los casos, México enfrentaría de nueva cuenta una crisis de balanza de pagos. Esta última no ocurriría en la medida en que los flujos de capital del exterior lograran financiar el déficit en cuenta corriente. Pero el día en que el flujo de capitales se redujera, México podría encontrase en serios aprietos. Los acontecimientos desde el mes de diciembre de 1994 parecen haber confirmado la opinión de los que dieron la voz de alerta. La devaluación ocurrió en un contexto más o menos como el que muchos observadores habían pronosticado: eventualmente una parte importante de los mercados no creyeron en la sustentabilidad de la paridad del peso y las reservas cayeron hasta que el gobierno no tuvo más remedio que devaluar. Como la modificación de la regla cambiaria se hizo cuando las reservas ya habían bajado demasiado, la medida se salió de control: no se pudo circunscribir
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