Cultura, identidad y genocidio contra los pueblos indígenas de Guatemala
Enviado por Christopher • 28 de Diciembre de 2018 • 5.339 Palabras (22 Páginas) • 440 Visitas
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Las formas de organización comunitaria y las distintas concepciones de autoridad de los pueblos indígenas se consolidaron a lo largo de siglos de perfeccionamiento, sobre la base de procesos propios de formación de dirigentes. Cuando los conquistadores intentaron definir la nueva estructura de organización, las comunidades indígenas y sus guiadores incidieron decisivamente para apropiarse de las formas e introducir lo más posible de sus propios contenidos. Así, el municipio y el cabildo abierto, de manufactura española, fueron asimilados por la estructura y conceptos de gobierno de los pueblos indígenas, y se introdujeron como modalidades de su ejercicio las concepciones de participación social, haciendo adaptaciones a la forma de institucionalidad que se les impuso. Por ejemplo, un primer choque fue el tiempo de ejercicio de los cargos, que en la cultura maya son vitalicios y sujetos a la verificación de la comunidad[2], versus los períodos anuales impuestos por los españoles. Muchas comunidades indígenas reforzaron las estructuras de Consejos de Principales o de Ancianos, y rotaron sistemáticamente entre ellos el ejercicio del cargo, manteniendo los rígidos criterios tradicionales de renovación de la membresía del Consejo, y cumpliendo a la vez con el requisito de elección anual.
El delicado equilibrio entre las aspiraciones colectivas e individuales, y entre las distintas fuerzas sociales y políticas, tiene como norma ética el respeto. “Dar a cada quien y a cada cosa su lugar, reconocer su derecho a existir y expresarse” forma el núcleo del concepto de respeto. Existe una metodología de participación social con respeto[3], que, a pesar de las presiones y aculturaciones sufridas por la comunidad indígena, ha persistido y se aplica con una gran uniformidad en sus lineamientos, aunque con una pluralidad de adaptaciones particulares.
1.4. Espiritualidad
Lo sagrado constituye la clave privilegiada para la inserción en la vida cotidiana, y es uno de los ejes articuladores de la identidad indígena. Sin embargo, la connotación que tiene lo sagrado es distinto a muchas de las vertientes religiosas occidentales.
Lo sagrados se entiende y practica como convivencia con la Naturaleza, con el la Madre Tierra y con el Cosmos. El respeto a lo creado, y entender al hombre como parte de la creación, con una misión propia y distinta, fundamenta la vivencia de la espiritualidad. A través de los sagrado, el hombre se relaciona con las fuerzas generadoras de la vida -Creador y Formador-, y cumple su función fundamental, aquella que le traerá el derecho a ser recordado con respeto por sus descendientes.
Lo sagrado también es el espacio en el que se reconstruyen los simbolismos y rituales básicos de la cultura. Allí se reproducen los contenidos y prácticas ancestrales que expresan el principio de reciprocidad entre la comunidad indígena y todo lo creado. Por medio de los rituales e intercambios con la Naturaleza y con el entorno natural y humano, la comunidad indígena mantiene el equilibrio y la armonía, condición básica para la convivencia comunitaria y felicidad personal.
1.5. Los valores
Un elemento que cruza todos los demás, son lo valores que se han derivado de la vivencia cotidiana de los pueblos indígenas. Así, el Hombre de Maíz fue creado después de la destrucción del hombre de madera, que no tenía entendimiento ni podía reconocer y adorar a sus creadores. Este nuevo ser recibió el mandato de mantener el equilibrio entre las cosas, respetando el sentido, función y significado profundo de cada cosa o criatura existente en el cosmos.
A partir de un sencillo conglomerado de principios y valores se organiza la vida toda de la comunidad indígena, donde los lazos que se establecen a partir de la comunidad, el territorio y la convivencia armónica con su entorno, han fundamentado la existencia de los indígenas como pueblos.
Los pueblos indígenas fundamentan su dinámica en un fuerte sentido de cohesión e identidad, más que en estructuras articuladores de carácter político o social que engloben a todas las expresiones socioculturales que conviven en Guatemala, mismas que fueron aniquiladas con la invasión, y que no han tenido espacio histórico y político para su reconstrucción.
2. La pasión de perdurar: cinco siglos de resistencia indígena.
2.1. Cultura de resistencia a la dominación.
Los pueblos indígenas de Guatemala han sido actores sociales y políticos desde el momento mismo de la invasión europea. Frente a una brutalidad sin límites y un proceso de avasallamiento, los indígenas reconstruyeron nuevas formas y arreglos institucionales para mantener y reproducir sus estructuras sociales y de gobierno.
Desde el primer momento fueron fragmentados (encomiendas, repartimientos) rompiendo la unidad territorial y política que tenía cada expresión sociocultural en el momento de la conquista. Así, durante la colonia y el régimen republicano del siglo pasado, los pueblos indígenas lograron apropiarse de la lógica y propuestas que favorecían sus intereses, y usarlos en aras de conservar sus estructuras como pueblos. A lo largo de la época colonial y republicana, se generó una cultura de resistencia, capaz de asimilar las imposiciones externas, y de influir en las propuestas que recibieron para definir su orientación y contenido de acuerdo a la cosmovisión y valores indígenas[4].
Los indígenas concentraron sus esfuerzos en la defensa de su cultura y de sus derechos como pueblos (territorialidad, sistema de organización social y política, economía y espiritualidad). Distintos estudios actuales dejan claro que muy tempranamente, las autoridades indígenas legítimamente constituidas hicieron uso de la legislación colonial para salvaguardar sus intereses e instituciones, y que en la medida en que existió presión sobre ellos, respondieron generando respuestas en el marco de la legislación colonial y aún republicana[5]. Cuando fue imposible seguir una vía pacífica en el marco de la institucionalidad, los pueblos indígenas fueron protagonistas de sublevaciones regionales: las más conocidas, fueron acaudilladas por Manuel Tot, Atanasio Tzul y Lucas Aguilar.
A partir de casi cinco siglos de interacción marcada por la violencia, se generó un sistema de relaciones entre ladinos e indígenas en las que el racismo escondió intereses económicos, políticos, pero también el miedo a la insurrección de los indígenas. Sin embargo, a pesar de que los sucesivos alzamientos mantuvieron una barrera entre los pueblos indígenas y los mestizos,
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