De buenas intenciones está lleno el camino al infierno

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que sucede con BANXICO en México, aunque muchos lo consideran autónomo, no lo es. Sugiero al lector investigar sobre este tema en la página oficial: http://www.banxico.org.mx/ ] y este monopoliza la impresión de papel moneda, ¿por qué no se imprime suficiente papel moneda y se reparte entre los pobres?.

Evidentemente, no se entiende que la riqueza de una economía no depende la cantidad de papel moneda que exista en esta, sino de la cantidad de bienes y servicios producidos. Es decir, si la cantidad de bienes y servicios producido en un país es de $1,000, es evidente que el banco central solo podrá imprimir en papel moneda el valor de $1,000; por el contrario, si tomara la osada decisión de imprimir más de este valor, por ejemplo, $2,000, esto le daría más dinero a las personas y generaría un aumento no justificado de la demanda, tomaría desprevenidos a los productores, que incapaces de soportar un aumento en la demanda [recordemos que para que un productor sea capaz de aumentar su oferta es indispensable la planeación, la cual solo puede ver resultados en el mediano, pero más comúnmente, en el largo plazo], sólo tomarían la decisión de aumentar los precios, afectando así a la población más pobre. El aumento de la impresión de billetes sobre el valor real de lo producido genera como principal consecuencia el aumento de la inflación y sus devastadoras consecuencias, que sufren, sobre todo, los más pobres.

Como se ve, ninguna de estas opciones realmente sería una solución para el problema de la pobreza, cada una de ellas causaría mucho más daño en comparación de los beneficios que se espera generen.

El resto de los individuos que consideran a la creación de los programas sociales como la principal arma en contra de la pobreza no creen necesario el aumento de los impuestos por parte del Estado, y sostienen que basta con la eliminación de la corrupción para ser financiados.

Por supuesto, es innegable la existencia de la corrupción en el Estado mexicano, y es innegable también la gran cantidad de recursos que este gravísimo problema absorbe de los contribuyentes, pero la solución que este grupo de individuos dan para la eliminación de la corrupción es graciosamente ingenua: proponen cambiar a unos por otros, cambiar a unos seres humanos por otros seres humanos. Y, es que creen, como Platón, que existen seres humanos incorruptibles, bondadosos, justos, que en su mente siempre tienen a los demás antes que a ellos mismos, que se preocupan siempre por los demás antes que por su propia vida y, normalmente, ellos también se consideran esos ángeles celestiales. Lamentablemente, la realidad no es así. Todos son iguales a nosotros, con nuestros defectos y con la idea clara de esforzarse menos y ganar más para mantener su vida. Incluso, pueden resultar ser peores, demagógicos y mentirosos en su pretensión de convencer a las masas, tramposos al hacer acuerdos para mantener el poder y oportunistas.

El problema de la corrupción es más complejo que eso. Aunque, en realidad la solución es mucho más sencilla y se basa en el irrebatible teorema político de Lord Acton de que “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”: es necesario, por tanto, reducir la interferencia del Estado en las decisiones de los individuos.

En resumen. Podemos observar que ningunas de las anteriores soluciones, llenas de buenas intenciones, aparentemente bastante lógicas para muchos, pueden ser una verdadera solución a la pobreza en el país, más bien, la elección de alguna de ellas, pudiera provocar mayores daños que beneficios.

¿Son suficientes las buenas intenciones, fundadas en falacias, para la eliminación de la pobreza?