EL PALACIO DE BELLAS ARTES en el Centro Histórico de la Ciudad de México

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‘’México de Hoy’’ otra obra de Tamayo, al centro un edificio que fusiona elementos arquitectónicos europeos y prehispánicos enmarca a un personaje envuelto en llamas, símbolo del fuego inextinguible del espíritu mexicano que ha tenido que asimilar los conocimientos y la tecnología universal, sin olvidar la riqueza de su pasado. A su alrededor se muestran herramientas y aparatos propios de la era industrial. En el extremo izquierdo, una mujer desnuda y enmascarada, diosa de la fertilidad, esparce semillas que, suponemos, deberán fecundar en una tierra muchas veces árida. Manuel Rodríguez Lozano y su obra ‘’La piedad en el desierto’’ el tema nace de una profunda reflexión espiritual inspirada por el cautiverio. Con motivos que provienen de la iconografía católica, la composición muestra a una madre que sostiene el cuerpo del hijo muerto.

Roberto Montenegro su obra ‘’La composición’’ está sólidamente estructurada en diagonales. Montenegro revela así su preferencia por un arte no narrativo. El rigor geométrico del espacio pictórico se define a partir del soplido de los dioses del y el evidente eje vertical marcado por el ángel ascendente. La solidez de las formas y la rigidez de las líneas corresponden al art déco. Todas estas obras nos hicieron transportarnos a esas épocas y entender el mundo desde cada perspectiva de cada uno de los autores, para nosotras esto fue algo magnifico y aprendimos que debemos mirar más allá de lo que nuestros ojos ven, no mirar las formas de manera superficial y darle un entendimiento a las pinturas que te hacen sentir cosas increíbles. Es difícil poder describirlas, intentar descifrar que es lo que realmente estos pintores muralistas querían plasmar y que es lo que ellos quería que entendiéramos. Creemos fue la mejor forma de que ellos trascendieran en esta vida tan ególatra.