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ENCUENTROS PARA LA INTEGRACIÓN UNIVERSITARIA

Enviado por   •  17 de Julio de 2018  •  1.482 Palabras (6 Páginas)  •  209 Visitas

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Considero que este hecho, Sofía, marcó significativamente mi futuro desempeño escolar. Volvamos al territorio dentro del aula. De un día para el otro, mis compañeros y profesores me miraban distinto, me trataban diferente, casi como si yo fuera una chica de cristal. De más está decir que por más que lo intentaba mis notas bajaban, tal como avión con todas las turbinas incendiándose. Era un descenso lento, paulatino y casi sin retorno.

Al mes siguiente, mi madre tomó la decisión de cambiarme de escuela, así como de barrio. Todo el apoyo escolar y de mis amigos, mi entorno, se vio transformado por aquella vuelta de planes. De pronto me vi sola, incomprendida, intentando encajar en un lugar al que sentía que no pertenecía. Terminé en el gabinete psicopedagogo alguna que otra vez, y con esfuerzo no me llevé ninguna materia ese año. El año siguiente fue un desafío, en diciembre(al igual que el resto de los años que estaban por venir), cuatro materias tuve que rendir. Éstas fueron Matemáticas, Química, Física y Biología. En verano, mientras todos mis compañeros disfrutaban del verano, yo me encontraba encerrada en mi habitación lidiando con un montón de fórmulas y nombres que no podía recordar por mucho tiempo.

En ese entonces, en un intento de resumir un texto llegué a elaborar mi propia técnica de estudio. Yo misma la bauticé como “Machete NO machete”. Consistía en hacer un resumen del tema en cuestión y de ese resumen, tomar las palabras más importantes y anotarlas en un papel. Éste era leído y releído desde que salía de mi casa hasta entrar en el aula. Cuando llegaba lo tiraba en la basura porque claramente no era justificable ningún tipo de nota auxiliar durante el examen. Éste método fue el que adopté para estudiar el resto de los años. En cambio, con materias más de cálculos como con Matemáticas y Física, era necesario que fuera con una profesora particular.

Una vez más, me cambié de colegio, comenzando cuarto año de secundaria en un ámbito desconocido. Las razones eran que cada vez me ausentaba más a la escuela, y mis notas caían demasiado. El cambio no fue benéfico, con un poco de estrés porteño, estrés en la casa y mis problemas anteriores, a mediados de julio del 2013 todo ése cóctel se mezcló y concluyó en una crisis nerviosa, seguida de ataques de pánico. El psiquiatra coincidió con mis síntomas, no podía prestar atención en clase, y cada palabra que me era comunicada quedaba en el aire. Con un tratamiento largo y constante logré superar aquella dificultad. Sólo para que el año siguiente, es decir 2014, me mudara con mi familia a la provincia de San Luis.

Sexto año por delante y nuevamente me vi en la etapa de adaptación. Empecé manteniendo las notas a flote, normales. Aprobaba al menos. Con el tiempo hice amigas y comencé a disfrutar de mi nuevo círculo social. Terminé rindiendo menos materias de las que esperaba. Pese a todo fue un buen año. Las profesoras comprendían mi situación y me acompañaban para que no perdiera el entusiasmo. Recuerdo que mi Profesora en Política y Ciudadanía me dijo que estudiara para mí, no porque sí, sino para mí. Que el estudio abre muchas puertas y ventanas, que era necesario que ampliara mis horizontes, que no viera el diploma final como una meta lejana, sino que me encariñara con el recorrido para obtenerlo. La carrera que siguiera iba a ser de lo cual yo trabajaría toda mi vida, que eligiera algo que me hiciera feliz, y creo estar bien dirigida.

El apoyo incondicional de mi madre fue el motor de seguir adelante, seguir con mis estudios y darme las ganas de continuar mis planes futuros. Sin ella y sin su cariño, no sería la persona que soy ahora. Con persistencia y paciencia uno va logrando todas las metas que uno se propone. Sigo esperando dar todo de mí, pero darlo yo, esforzarme yo. Porque no existen “Hadas Madrinas” que vienen a solucionar los problemas, uno simplemente se arma de valor y los supera. No hay nada más fuerte que la voluntad propia y esa es una de las lecciones más importantes.

Creo que sigo siendo esa niña inocente que esperaba con ansias el futuro, pero ahora soy más fuerte y quiero ver qué planes tiene éste para mí. Estoy preparada para iniciar mi vida universitaria y sé que estoy bien encaminada.

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