Eduardo Posada Carbó, La nación soñada. Violencia, liberalismo y democracia en Colombia
Enviado por Sara • 14 de Junio de 2018 • 2.522 Palabras (11 Páginas) • 463 Visitas
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y que en la historia un presidente siempre ha estado limitado por él y nunca ha podido manejarlo, aun cuando estuvo en el poder El Frente Nacional. Señala Posada la libertad de prensa como otra tradición importante que se debe rescatar, la fuerza que la opinión tuvo su auge, sin tantas censuras a la libre expresión periodística.
Otro punto importante en el capítulo es que el autor dice que Colombia no ha vivido una dictadura como otros países latinoamericanos, se ha notado cierto rechazo hacia laS dictaduras “porfirismos” (Seguidores del dictador mexicano Porfirio Díaz), pero tampoco se ha acaudillado, sino que se les da prestigio impersonal desde la ley. Las tradiciones caudillistas no existieron en Colombia, y tampoco se vivió una experiencia populista como otros países latinoamericanos. En general Posada ejemplificó esto así: una economía cafetera dominada por pequeñas fincas campesinas, restringió la fuerza del sindicalismo y de los partidos de izquierda. La debilidad de las fuerzas populares y de izquierda es lo que mejor explica la ausencia relativa de militarismo y dictadura en la historia del siglo xx de Colombia.
Como aporte al capítulo anterior, en el capítulo cuarto “El poder del voto” Posada se detiene en uno de los puntos rescatados que a su parecer permite indicar la tradición democrática de la nación. En este vuelve a la larga trayectoria de la práctica liberal y sostiene que la esencia de esta tradición la encontramos en la “regularidad electoral, en la temprana incursión de los sectores populares, en la adopción temprana del sufragio universal masculino, en los relativamente niveles altos de participación en las elecciones y en su naturaleza competitiva.” A diferencia de lo ocurrido en otros países latinoamericanos como México, Argentina, Venezuela en donde predominan los regímenes dictatoriales en Colombia tal como lo muestra Posada la práctica electoral permitió la consolidación de una tradición democrática que se identifica con el poder de las mayorías, Posada nos dice que la tradición liberal está asociada al poder y la democracia, este es el otro componente esencial para el desarrollo de las democracias modernas, la democracia, y esto se hace a través de la práctica, es decir el voto electoral, el autor destaca la agenda electoral intensa de Colombia. Y esto ha permitido a su vez la generación de oposición, creación de nuevos partidos políticos, fuera del liberal y el democrático. El capítulo tiene como intensión mostrar la cultura electoral, con prácticas alrededor del voto que fortalezcan la democracia.
En el quinto capítulo “Intelectuales en tiempos de crisis” el autor retoma su propósito inicial reivindicar la nacionalidad colombiana, pero lo hace explorando del porqué se sigue asociando a la violencia como el factor determinante en la nacionalidad, para dicha exploración se ocupa del papel de los intelectuales y académicos del país en la defensa de la institucionalidad. En este capítulo indica como el compromiso de figuras como, William Ospina, López de Meza y Caballero Calderón representan el abandono de la intelectualidad en la defensa de los propósitos institucionales o de la democracia liberal en Colombia, el desprecio intelectual de autores contemporáneos por dicha tradiciones, dice que existe una tradición apática y hostil hacia el estado y sus instituciones, traducida en una vaga conceptualización de nacionalidad y valores propios del ser colombiano.
De allí el triunfo de doctrinas propiciadoras de violencia insurgente, con ideología que ayudan a su creación y desarrollo, como le caso de Cuba y en Colombia el de las guerrillas, guiadas por la doctrina marxista-lennista, y esto a su vez ha traído la lucha armada, la financiación del narcotráfico. Pero una así se ha logrado una reconciliación entre lo intelectual y la tradición liberal-democrática, destacando avances por parte de autores como Gabriel García Márquez. En este parte de su trabajo pasa por aquellos intelectuales que como Salomón Kalmanovitz han retomado la defensa de la tradición liberal y de los valores constitucionales de la nación política tal como la denomina Posada. Y con eso cierra el capítulo, deseando la unión y recuentro de los intelectuales con los valores del liberalismo y la democracia, que permitan la consolidación de un sentido de nacionalidad.
En el sexto y último capítulo, “La nación soñada, reflexiones finales”, el autor, además de hacer un breve resumen del libro, de que hizo en su construcción, ofrece unas reflexiones sobre cómo ha de ser la nación soñada, advirtiendo que si se puede soñar con una mejor nación, en la que sus habitantes se reflejen y reconozcan con ellos mismos. Muy optimista, habla de la necesidad de seguir soñando en el país que tenemos, de creer que a pesar de los obstáculos y problemas internos, como la violencia, que aún nos interpelan, se puede mejorar. Dice que la violencia es un sofisma que no ha permitido apreciar los valores de nuestra cultura nacional y por el contario, ha obligado a rechazarlas. Afirma que depende en buena parte de los intelectuales colombianos, que son “creadores de opinión” como los artistas, periodistas, historiadores y científicos sociales, pintores, entre otros deben dejar de ser “derrotistas” y aprender a estar “orgullosos” de su país y de su historia. Y mostrarlo al mundo, evitando confusiones y malos retratos, ellos deben “evitar estereotipos” y apreciar más bien “la dinámica de procesos históricos muy complejos”, como la violencia.
Habla de la recuperación de la democracia liberal, de contraponerla a la violencia, verificar el impacto en los valores orientados a la identidad social colombiana. Afirma que la nacionalidad se construye en colectivo, hace una invitación a mirar el papel de la prensa en la historia,
El último capítulo, es en definitiva una invitación para que los intelectuales, líderes de opinión, políticos y académicos vuelvan a la defensa de la tradición liberal que históricamente ha defendido nuestra cultura nacional. Una invitación para que los investigadores abandonen el lenguaje “maximalista llenos de juicios absolutos que alimentan el derrotismo y la desesperanza, al tiempo de tener efectos retardatarios en cualquier intento de reforma”. Es una invitación para poder recuperar nuestro orgullo nacional.
.Lo dicho por Posada Carbó a pesar de tener 10 años de escrito, es vigente en la sociedad colombiana, Colombia es hoy una nación violenta, es algo que difícilmente puede negar, pero Posada le da una perspectiva diferente, no desde contar como ha sido la guerra en Colombia, sino que nos dice cómo no fue, eso que no se encuentra en la historiografía, y que para reconocernos como país y sujetos
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