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MST: represión frente a una lucha

Enviado por   •  21 de Abril de 2018  •  4.063 Palabras (17 Páginas)  •  194 Visitas

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Zibechi explica varias razones del descenso de las ocupaciones, campamentos y cantidad de personas involucradas en el movimiento y sus luchas. En primer lugar el traslado de trabajadores pobres del campo a las ciudades como mano de obra para las magnoconstrucciones.

La segunda es la falta de cumplimiento y avance en la reforma agraria, que siento uno de los principales referentes de lucha se los sin tierra, termina por desmoralizar y agotar la resistencia de los campesinos además de las implementación de ayudas sociales por parte del gobierno como el programa Bolsa Familia[2], aunque en realidad estas ayudas mínimas disminuyan paulatinamente la desigualdad no resuelven el problema de fondo.

El avance del agronegocio es un factor más que trunca la reforma agraria ya que representa muchas dificultades para los pequeños agricultores familiares resistir al avance tecnológico y expansivo de las grandes empresas de alimento. A este respecto escribe: “Los asentados se quejan de que el gobierno federal y el estatal no cuentan con créditos para la producción agroecológica. En suma, una cadena de dificultades; cada vez que superan un obstáculo, encuentran otro nuevo y en el fondo el mismo problema: el control de las grandes empresas de las tecnologías agrícolas que les permite seguir explotando a los campesinos. El desarrollo y control de nuevas tecnologías por parte de las multinacionales ha hecho posible un nuevo tipo de opresión: ya no les hace falta la propiedad de los medios de producción y el control del tiempo y los modos de trabajo; se trata de una dominación «inmaterial», asentada en el dominio del saber y del mercado, como forma de seguir acumulando ganancias.” (Zibechi, Autonomías y emancipaciones. América Latina en movimiento, 2007, pág. 124)

Y en consecuencia estos agricultores buscaran soluciones económicas trabajando en otros sectores de la economía. Además de las inseguridad que los asecha en el campo por parte de los hacendados dueños de las tierras que ocupan para trabajar. Aunado a la violencia por parte del estado, con el uso de la fuerza policial cuando lo consideran “necesario”.

Un aspecto más es el de la supuesta opinión pública, que para Zibechi en un aspecto relevante contra lo que se enfrentan los sin tierra, esto con la criminalización mediática, y la ideología gubernamental de contra el “conflicto”.

Es claro que las acciones que durante treinta años han caracterizado la lucha de los sin tierra ha incomodado a los gobiernos en su avance globalizador, aunque en realidad puede entenderse el aspecto de la ocupación de tierras como acción que busca ante todo no ser violenta, los medios ligados al estado buscan criminalizar estas, con el argumento de invasión a propiedad privada que es el argumento más fuerte, seguido de una desinformación que busca sobre todo manchar la imagen del movimiento con la reproducción del discurso oficial además de esconder la violencia dirigida hacia el movimiento.

Aunque al parecer a pesar de esto la sociedad brasileña es no es del todo antipática al movimiento, pero aun siendo así los sin tierra tienen problemas más concreto graves, por un lado en el sentido legal y por otro de violencia y represión.

En el carácter legal tienen porque las tierras ocupadas si bien sirven como instrumento de presión al estado visto como manera de manifestación en la exigencia de sus derechos, además de demostrar que las tierras dejan de ser ociosas gracias a ellos que están dispuestos a trabajarlas, estas son propiedades particulares que están protegidas por el estado por ley de propiedad privada al latifundio, los procesos de juicio para la adopción de estas a los ocupantes o el desalojo de estos es decisión de un juez federal, y la mayoría de las veces terminan siendo desalojados.

Pero no solo el poder legal ataca a los sin despojándolos, también lo hace el poder legitimado del estado al que dan uso los terratenientes de manera violenta, que recurre en muchas ocasiones a los cuerpos institucionales de seguridad o a paramilitares contratados. (Harnecker, 2002, pág. 48)

Las reglas del juego a las que se enfrenta en todos estos aspectos el MST son puestas por parte del estado, y en este sentido la lucha se hace de permanente resistencia con un margen de acción cada vez más limitado, a pesar el cual el movimiento ha tenido los logros y la cohesión que lo mantienen en pie; frente a un estado del que ya no esperan respuesta buscan atención de este con presión popular.

El punto referente a formas de criminalización y justificación, tratando de reformular algunas formas particulares de represión debemos comenzar por decir que el papel del estado en el caso brasileño con el MST, se ha encargado de caracterizar a los movimiento de ir en contra del orden social. Así como de atrasados y cuyas acciones representan caos, a manera de deslegitimarlos, aunque “en realidad están, o bien procurando un beneficio particular, o bien, en el mejor de los casos, trabajando por un interés común de una forma errónea y contradictoria.” (Calle, 2002, pág. 45)

Asimismo es necesario tomar en cuenta de las fuerzas de opinión publica descansan sobre fuerzas reales, es decir que la pugna entre actores sociales se representa materialmente. En este caso hablamos de la existencia de un movimiento parte de las clases sociales pobres y mayoritarias con intereses contrarios a los de las elites brasileñas. Frente a este cuestionamiento las clases altas “se servirán de su posición política o económica para que el tablero simbólico se incline a su favor: tratarán de impedir la reproducción de espacios sociales desde los que se apoyan y se organizan sus discursos y sus acciones, utilizarán el aparato administrativo, judicial o las fuerzas del orden público para prevenir “ataques” al Estado de Derecho, presionarán a medios de comunicación o lanzarán campañas que desarticulen la credibilidad y la confianza en los valores y en el mensaje del movimiento social.” (Calle, 2002, pág. 46)

Pero estas medidas que califican la lucha social de los sin tierra como ilegitima por parte de un “grupo de protesta o político, asaltante”, chocan con una imagen pública no difundida en los medios, de lucha histórica para conseguir tierra en contra de los dueños de los grandes ejidos. Imagen que ha atraído durante las tres décadas del movimiento la simpatía también de elites culturales e intelectuales, además de la de los sectores populares en parte por el aspecto cultural de la vinculación del movimiento con la iglesia. Pero hay que decirlo, el apoyo por parte de la población viene por parte de los logros del movimiento, es decir, los resultados concretos de su lucha,

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