¿México país de primer mundo?
Enviado por Ensa05 • 18 de Abril de 2018 • 2.093 Palabras (9 Páginas) • 398 Visitas
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Ante todo lo anterior podemos describir a México como un país de dualidades que habitan en contacto constante. Donde pequeñas comunidades sumamente modernizadas conviven con una mayoría sumida en el atraso.
Pareciera que está grabado en el ADN de los políticos el definir a México como un país en desarrollo perpetuo, que nunca acaba de florecer. De ahí que ponen como eslogan a la Modernidad como una meta y a la modernización como el proceso mediante el cual alcanzarla. Pero desde otro punto de vista, tal vez se han dado cuenta de que querer ser – soñar- es más redituable que serlo – al menos para unos cuantos-.
Emmerich[14] hace un análisis del origen de la modernidad latinoamericana y nos afronta con una primera idea que tal vez pareciera de lo más sensata, pues en la década de los cincuenta y sesenta la modernización se veía como la acción del gobierno por remover todos los obstáculos que imposibilitaban el cambio social. Esta idea se desdoblaba para abrazar problemáticas – aun de nuestro tiempo- como la sindicalización de los trabajadores, ampliar el mercado interno a través de un mejor nivel de vida, planear e incentivar la actividad económica, proteger las el comercio exterior gracias a barreras arancelarias, y apoyar a la industria nacional mediante el control de la inversión extranjera. Pero ¿en dónde quedaron todas esas buenas ideas?
Cuando hablamos de políticas públicas en México - y sobre todo – en las décadas finales del siglo veinte, es imposible su análisis sin que en algún momento sobresalga la idea del régimen priista. José Antonio Crespo[15] nos habla de este partido político como un ente de múltiples caras, cuyas estrategias son diversas, pero que una de sus más destacables fue la “apertura política destinada a relegar…su propia democratización” [16]. Crespo se refiere cariñosamente a este sistema como “liberación política”[17] cuyas características se basan en todo tipo de autoritarismos (que hacen uso indiscriminado de válvulas de escape para el control de la presión social) que no hacen otra cosa que buscar su supervivencia a través de los sexenios[18]. Por ello, México es uno de los pocos casos donde el autoritarismo es percibido por sus ciudadanos como un proceso de auténtica democratización.
Este sistema político engloba todos los sectores de la población, desde lo económico, lo social, lo cultural y lo educativo. Pedro C. Solís Pérez[19] hace un análisis de la modernización de la educación en el sexenio de Salinas de Gortari, en el cual nos da un panorama interesante de cómo lo descrito párrafos atrás por Crespo es visible a simple vista. Entre los puntos principales describe que la educación nacional obedeció a lo descrito en el Plan Nacional de Desarrollo de 1989-1994, del que se desprenden cuatro puntos[20]:
“…a) mejorar la calidad del sistema educativo, b) elevar la escolaridad de la población, c) descentralizar y adecuar la distribución de la función educativa a los requerimientos de la modernización y d) fortalecer la participación de la sociedad en el quehacer educativo”[21].
Adentrándonos al nuevo milenio (2004) las cosas son un poco… diferentes pero similares. Miguel Ángel Jiménez Godínez[22] nos explica como el estado mexicano no ha dejado de invertir en la educación con miras a posicionarse entre las mejores economías del mundo. Dato que por alguna razón no deja de parecernos conocido, y que sin embargo se ve alterado por una situación mundial denominada “globalización” que para Jiménez no es otra cosa que la “…integración a nivel mundial de los circuitos de producción y de servicios globales” [23]. Con la idea de democracia y libre mercado, la educación que el estado mexicano ha ofrecido a sus ciudadanos se ha visto relegada a un sitio sumamente pobre, que demuestra sus carencias y debilidades. Los cambios que otros países han propuesto han dado fruto, como es el caso de Corea del Sur, Turquía, India, y China; esto no hace más que poner la mira en los otros países en desarrollo que se han quedado estancados. Aunque para Jiménez en una visión más positiva afirma que: “solo existe un factor capaz de darle sustentabilidad al modelo económico y democrático y al mismo tiempo generar sociedades más libres, justas y solidarias” y ese no es otro que “… (el) educativo, piedra angular del desarrollo moderno, de las nuevas tecnologías y de la inclusión social”. [24]
Rubén Cuéllar Laureano[25] pone la mirada a otro factor sumamente importante para el entendimiento de la política económica de nuestro país. “Desde los sexenios de Miguel de la Madrid hasta el de Vicente Fox, la economía mexicana ha sido dependiente en 40 por ciento de los ingresos del petróleo, cifra que coincide con el inicio de la explotación de Cantarell[26] y su declinación productiva a fines de 2006” [27]. Para la administración de Vicente Fox el petróleo fue sólo la principal materia prima de exportación y no la columna vertebral de la industria más importante de la economía mexicana. Dicha estabilidad quedó comprometida con los vaivenes de los precios internacionales del petróleo, aún favorables para finales de su sexenio.
Aunque podemos observar que existen cambios a favor y en contra, la tendencia hasta ahora es que apenas salimos a flote. Un estado apenas soportable por los grandes recursos petroleros y una política paternalista que a lo largo de las décadas se ha visto apoyado por algunos medios de comunicación nacionales y extranjeros. Ese es el caso del columnista Christopher Helman[28] de la revista Forbes, en cuyas páginas se puede leer: “...hay motivos para la esperanza. A la sombra de todas estas dificultades hay una transformación radical de la economía mexicana en el horizonte. Bajo el liderazgo del nuevo presidente Enrique Peña Nieto, el Congreso del país podría aprobar, para finales de este año, una reforma constitucional para abrir su sector de petróleo y gas natural a la inversión privada. Para estas mismas fechas, pero de 2014, empresas de la talla de ExxonMobil, PetroChina y la noruega Statoil incluso podrían tener contratos para iniciar la exploración de petróleo en áreas desaprovechadas de México, en donde abunda el gas”[29].
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