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Resumen la programación televisiva en guerra

Enviado por   •  27 de Agosto de 2018  •  4.236 Palabras (17 Páginas)  •  234 Visitas

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Los Reality y Game Shows surgieron hace un par de años como un nuevo formato cuyas características principales: puede ser interpretado por actores locales, es un formato solido en su idea genérica y además puede ser modificado sin perder su esencia. Permitieron que el público se sintiera identificado y lo volvió un éxito. Pero… ¿Cuál es el formato más exitoso?

Según Di Guglielmo el formato más exitoso es el fútbol, cuyo éxito radica en que todos conocemos las reglas, no hace falta saber el idioma y hasta se puede competir entre países. A esto habría que sumarle la pasión con la que se vive el futbol en nuestro País y el peso que tiene a nivel cultural.

Para el autor la televisión es una industria de ideas, podría agregarse, donde sobrevive el formato con mayor rating. En los últimos años del siglo xx se explotó a fondo el formato reality show, programas de encierro como Gran hermano o de supervivencia de personas comunes en ámbitos no habituales como Expedición Robinson. Entre 1999 y 2002 surgieron los Realities de Coaching, de intercambio de parejas como ser confianza ciega, de cirugías como por ejemplo transformaciones, entre otros. Pero todo lo que sube baja y es así como para el 2004 este auge se detuvo y solo quedaron los formatos más sólidos como por ejemplo el ya mencionado Reality Gran Hermano.

Otro formato que pisa fuerte es la Ficción que según el autor se vendían en latas cerradas, dobladas o subtituladas, pero siempre en la versión original. Hasta que Sony tuvo la brillante idea “si tenemos cientos de libretos de sitcoms exitosas, porque no utilizar esos guiones y ese know how para hacer versiones locales en cada país”. De esta manera surgió el auge de las sitcoms (comedias de situación) algunos ejemplos en nuestro país de este tipo de formato son: Casados con hijos, La Niñera, Ama de Casas Desesperadas.

Existen además para el autor los formatos con merchandising incluido como todos los formatos producidos por Disney como fue el caso de Violeta, o todas los formatos producidos por Cris Morena, que trascendían la pantalla chica creando miles de productos que iban desde un cd hasta remeras, mochilas, cartucheras entre otros.

Los homenajes y las copias es otro de los temas que trata el libro, aquí el autor percibe a uno de los puntos más débiles dentro del mundo de los formatos de entretenimiento y es la preservación de los derechos de una idea.

Para aclarar un poco mejor, diremos que según Di Guglielmo, cuando un programa rescata una idea de otro y la incluye en un “nuevo formato”, suele decirse que es un “homenaje”. Pero la más mínima modificación del formato ya basta para que la “nueva” creación pueda catalogarse de diferente y legalizarse.

Entonces surge un nuevo interrogante ¿comprar o Copiar? La respuesta que encuentra el autor es que para los canales en su gran mayoría resulta más económico utilizar una idea ya probada y producida que arriesgarse al precio de los errores principales. En otras palabras es más fácil conformarse con lo seguro que explorar nuevos horizontes.

Otra guerra que menciona el autor es la de los horarios. Que consiste en el no respeto de los horarios pactados de emisión, el cambio permanente de días y horarios de los programas sin una pauta permanente.

Esto se da con el objetivo de desconcertar al canal rival y ganar promedio de rating y la principal víctima aquí es nada más y nada menos que el televidente, que se siente defraudado al esperar para ver su programa que nunca empieza o que le corran de día como si nada sin respetar el cumplimiento de los días y horarios.

La táctica de esta guerra consiste en un programa exitoso cambia o estira su horario, la guerra se expande, generando escalada de cambios que son fáciles de comenzar y difíciles de terminar, cuyo motivo principal es la disponibilidad del Rating, el popular minuto a minuto “real time”. Un ejemplo de esto es Show match que maneja a su gusto y paladar el horario. Empieza aprovechando la base de rating que le deja la novela que se emite previamente y a lo largo del programa, va jugando con los tiempos de acuerdo al rating. Es tan brutal la guerra que los miércoles el programa no se emite ya que el conductor no quería perder rating compitiendo contra el futbol.

Las desventajas de esta guerra se ven reflejadas en los efectos residuales en la relación público-pantalla. Como así también en la producción y contenido de los programas que se alteran tanto en ficción como informativos. Sobre todo los programas siguientes que al quedar desplazados de sus horarios habituales pierden capacidad de llegada; eso pasa a nivel local con el noticiero de canal nueve de resistencia que va después de show match.

Esto además repercute en los anunciantes, razón por la cual la falta de cumplimiento de los horarios de programación resulta en una triple falta de respeto: a la audiencia, a los anunciantes y a la reglamentación vigente. El motivo es que hay más desventajas que ventajas y que repercuten en televidentes y anunciantes molestos, periodismo crítico, en este punto le agregaría por parte de la competencia y aumento de costos.

Las ventajas no sólo son efímeras sino que además solo benefician al dueño del programa, es decir a una sola parte que es la que se beneficia con la mayor duración con buen rating, mayor facturación y la generación de mayor promedio para el canal pero con esto lo único que e consigue es en la televisión como mercancía como un negocio en el que lo último que importa es el televidente. ¿Dónde queda acá la ética periodística?, Me pregunto.

Entonces, para el autor, esta guerra debería llamarse “guerra de los egos de los directivos de los canales” y la solución que presenta es la siguiente: a corto plazo la autorregulación de los canales (propuesta saludable y sensata). A mediano plazo fijación de una norma estricta por parte del estado, con multas acordes a las faltas cometidas. Otra opción a mediano plazo estaría relacionada a la tecnología de los televidentes, en cuyo caso el programador sería el televidente.

Aparece también otro protagonista que en nuestro país al parecer vino para quedarse y es la guerra de las repeticiones. Que encuentra sus bases en que: el programa ya gusto y al televidente le gustaría volver a verlo, el programa le interesa al espectador, pero no lo pudo ver, repetir es más económico que producir.

La forma de repetir se puede dar por temporadas como las series norteamericana pero sin dividir por temporada de invierno y verano como lo hacen los yanquis. Otra forma es de unitario a semanal y por último espalda con espalda. Muchos canales

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