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TERRITORIOS, VIDA Y RESISTENCIA. UN TEJIDO DE LADERA

Enviado por   •  12 de Mayo de 2018  •  1.821 Palabras (8 Páginas)  •  293 Visitas

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Por esto consideramos que hablar de territorio tiene que enunciar un territorio ético y político, que sea coherente con la palabra acto, que el territorio sea de quien lo camina en coherencia ética para la vida. Es decir los sujetos-familia que al comprenderse y entretejerse más allá de lo consanguíneo capturador, reproductivo de los cuerpos, de las voces, de las vidas, provoca desde el poder de la sabiduría del pensamiento vivo, sentir al otro, mirar sinceramente al otro, oler al otro, saborear al otro, cartografiar al otro, caminar con el otro, sujetos-familia que a la par de caminar urden palabras agenciadoras en discursos propositivos, de propuestas colectivas, de lugares de propuestas, de amistades de propuestas, propuestas que se hilvanan desde el poder-fuerza para gobernarse autónomamente.

Ese es el sujeto que camina en estos territorios pero que a su vez es territorio, ese sujeto-familia mirado como territorio-afectivo. Aquella que sembrando en sus huertas familiares le renuevan al hogar la fuerza nutricia de la madre tierra y el calor sincero al discurso, palabras que emergen en lo cotidiano, en lo posible, que es capaz de disolver la familia-modelo, la familia instrumento, la familia control, la convierte en una expresión de propuesta política de la amistad, en la cual al acoger lo posible se desterritorializa, para emerger en autogobiernos comunitarios.

Una desterritorialización cotidiana donde la autonomía alimentaria es el caldero que se expone en el fogón, con un gusto experimentado, un consumo cultivado, una alimentación rescatada, libre de agrotóxicos, del mercado salvaje, del consumismo intensificado. Es un caminar de este sujeto-familia que penetra en la autonomía alimentaria sin penetrar en nuestro bosques, ríos, selva, mares, que resiste al modelo explotador de petróleo, de minas y comunidades, es sujeto que comprende que una alimentación es pensar éticamente en la naturaleza, advierte que al momento de hacerle daño nos extinguimos con ella, porque mira en la autonomía un derecho al alimento constituido desde el derecho a la naturaleza, a la tierra, a su fuerza vital, a una tierra que como corazón autopoietico sabe con sus ritmos y melodías climáticas–atmosféricas expresar la sabiduría de su autoregenaración.

Nuestros territorios-afectivos se fortalecen alimentariamente con la cosecha de nuestros huertos simbolizados en canastos verdes y mochilas, que saben hospedar la sonrisa franca, el gesto espontáneo, la palabra comprometida que dice y hace. Una palabra que también sabe decir ¡NO! A la liquidez humana, a la opresión institucional, un ¡NO! que propone, y se propone a retornar a la madre tierra, que incita a escuchar la voz terrígena, que encuentra en la invención de lo urbano y rural una posibilidad para caminar.

¿Qué sería de un caminar sin escuchar?

Sin un pensamiento para la vida, de un pensamiento-acto que se atreva a mirar de frente para exponerse a la fuerza intuitiva de lo libertario del sentir el amor-pasión, que se atreva a sentirlo y construir con ello una propuesta para la vida y no para la muerte. Un caminar que sin renunciar a nuestras tierras, y aun sin tierras acoge a los “desplazados” de las guerras y violencias, un caminar que persista, que juegue armónicamente con la vitalidad de lo terrígeno, que no instale en su corporeidad improntas genéticas, nada que cohíba el encontrarnos en comunidad con lo humano y lo no humano para sembrar, no solo pensamiento vivo sino además frijol, maíz, zapallo, yuca, cidra papa, tomate, un cultivar que de-construye el artificio del consumo, la productividad, la basura, porque en la ladera el desecho es un hecho, ella no es algo inservible, “esa” es algo que es y aunque esté tirada a un lado siempre podrá ser.

RESISTENCIA

La modernidad nos ha hecho frágiles a ti, a mí, a todos, nos desnuda, nos espía, nos examina, copta los cuerpos en una enfermedad, venda los ojos con la miseria, perseguidos por el abandono y la politiquería, esta propuesta también supo decir ¡NO!, propositivamente desde esta fuerza emergente de ladera, dijo ¡NO! A los poderes de dominio, a los transgénicos, a las promesas falsas, a las fantasías expiradas, a los territorios privados y profanados, un ¡NO! Que se expresa en resistencia para la vida como un torrente afectivo que enlaza vivencias y anhelos donde se manifiesta la fuerza terrígena de la pacha mama fluyendo en amor pasión a través de la multiplicidad-selva de sus formas, territorios que se amalgaman desde sus etnias y generaciones, territorios que existen en su desborde tropical de búsquedas que aún sobreviven en medio de la modorra y el desencanto, la borrachera y la adicción.

Somos un territorio de resistencia, en donde la palabra- acción es nuestra arma y nuestro pensamiento vivo es lo que posibilita un discurso propio frente a ONG´s que se apoderan de las laderas para usurpar territorios. Resistimos desde la sabiduría de encontrarnos, de sentirnos, de afectarnos de caminar y de sembrar, pues somos expresión de seres que decidieron re- juntarse para construir otro mundo posible.

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