“La subjetividad como un punto de partida para la construcción de la objetividad feminista”
Enviado por karlo • 20 de Junio de 2018 • 3.781 Palabras (16 Páginas) • 359 Visitas
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Hasta este punto las aportaciones de los autores giran en torno al cuestionamiento de lo que es considerado o no una verdad científica o un conocimiento objetivo desde una posición positivista que requiere de un método científico para validar lo que puede ser considerado o no ciencia.
Además de que también perfilan la posición del investigador afirmando que este no puede desprenderse de su contexto histórico dentro de una investigación, inclusive afirman que este debe ser estudiado y explicado para que el conocimiento que produzca tenga sentido para la comunidad en dónde se construyó.
Además Boaventura de Sousa aporta una propuesta interesante con las epistemologías del sur, en donde nos invita a descolonizarnos del pensamiento occidental y comenzar a retomar todos aquellos saberes subyugados y apropiárnoslos sobre los impuestos, en otras palabras, la epistemología del sur nos reconcilia con los saberes construidos localmente y que por mucho tiempo nos habíamos negado a reconocer pues al estar inscritas al pensamiento occidental no le otorgábamos la validez y credibilidad que merecen.
Aunque importantes, estos planteamientos dejan de fuera el papel de los otras o las otras a través de los que se construye el conocimiento, si bien el papel quién investiga es importante no mencionan cuál es el papel de las personas que se estudia y que aportan la información para la construcción del conocimiento. Al respecto solo mencionan que debe tomar en cuenta el contexto histórico de la investigación y el propio.
Así pues dejan entre ver una distinción entre el investigador – científico como el protagonista de la construcción del conocimiento dejando a otro u otra en situación de subordinación, no lo posicionan, dejándole un papel pasivo e inamovible que está ahí para ser observado pero que no tiene ninguna participación activa en la construcción del conocimiento siendo nombrado únicamente como “el hombre común”.
En resumen, las aportaciones revistadas hasta este punto aportan a los propósitos de este ensayo la idea de la comunidad históricamente situada de Feyerabend pues está toma en cuenta no solo los hechos y la comprobación de estos sino también lo que sucede en el contexto y la historia de los fenómenos que se estudian en el momento.
Además de la atención que se pone, por parte de la sociología del conocimiento a los saberes de la vida cotidiana, la reapropiación de los saberes subyugados y el papel de la subjetividad de quien investiga de Boaventura. Así pues estas aportaciones van abriendo camino hacia la propuesta de que la subjetividad y la objetividad son complementarias y no excluyentes sin embargo hace falta recurrir a las epistemologías feministas para ampliar el panorama de este planteamiento.
Epistemologías feministas: una nueva construcción de la objetividad científica.
Una de las aportaciones principales de las reflexiones feministas al respecto de la construcción del conocimiento desde las subjetividades de las personas es que, al contrario de las propuestas anteriores, argumentan la necesidad de describir a detalle no solo el contexto histórico de quién investiga y quién es investigado, sino que define su posición histórica y social en términos de interseccionalidades que son todas las características que construyen la particularidad de las personas en un contexto determinado.
Donna Haraway (1995) se refiere a esto como los conocimientos situados y argumenta que la objetividad feminista se logra a partir de las visiones parciales de la realidad en donde las personas la expliquen desde su posicionamiento epistemológico. En este sentido aclara que el conocimiento situado no se trata dar voz a quienes ocupan los márgenes sino de realizar un examen crítico de sus voces y descodificarla para lograr la objetividad deseada.
De esta manera debemos de tener en cuenta que para lograr esta objetividad es necesario tener en cuenta que “se busca la posición no la identidad” (Haraway, 1995: 332) en el sentido de que al hablar de género, raza, clase, etnia, etc. no estamos tratando de describir las interseccionalidades únicamente, sino que al comprenderlas poder explicar y entender la posición de quién habla (Haraway, 1995).
Por otra parte Linda Alcoff y Elizabeth Potter (1993) argumentan que la epistemología, como tradicionalmente se ha construido, ha excluido el conocimiento de las mujeres. Las autoras exponen la intención de las feministas de contribuir a la emancipación, democratización y producción del conocimiento afirmando que la experiencia y contexto de las mujeres como constructoras del conocimiento es importante.
Además aseguran que el reconocimiento de los saberes de las mujeres se encuentra subyugado por las políticas del conocimiento que no reconoce las subjetividades de quién escribe desde un cuerpo sexuado con características particulares como clase, raza, etnia entre otras. En este sentido, las epistemologías feministas no pueden centrarse sólo en la categoría de género como único criterio de análisis sino que debe asumirse como un concepto complejo que es atravesado por las características ya mencionadas (Alcoff y Potter, 1993).
Al respecto Longino y Lennon (2010) plantean que la epistemología debe ser local y construirse dentro de comunidades epistémicas de tal manera que todo el conocimiento debe ser producido y útil para la comunidad donde se produce. Además definen la epistemología feminista como la que tiene en cuenta “el punto de partida” de quien produce conocimiento por y para la comunidad y en este sentido proponen una deconstrucción de las epistemologías tradicionales, con el fin de abrir paso a la construcción de conocimiento desde las teorías epistemológicas del punto de partida.
Así pues las epistemologías feministas no proponen un nuevo concepto de ciencia o una nueva metodología sino que deconstruye los planteamientos ya existentes para los fines de la investigación y construcción del conocimiento feminista. En este sentido la propuesta de Harding es entender a los estudios de género más allá de la equidad a través del análisis de lo simbólico, lo estructural y lo individual y afirma que “son las premisas necesarias para superar los discursos pluralistas sobre el género, y los dogmas del empirismo” (Casado, 1996: 179)
Al respecto del método Sandra Harding (2002) afirma que la investigación feminista se distingue por el uso que le da a los métodos ya existentes de tal forma, que como ya lo mencioné anteriormente, la investigación feminista retoma las teorías y los métodos ya existentes y les da una lectura y uso a través de la
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