LA NAVIDAD EN LAS MONTAÑAS.
Enviado por Christopher • 17 de Abril de 2018 • 1.389 Palabras (6 Páginas) • 294 Visitas
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Cura: capitán lo invitop a dar una vuelta por la placita
Capitán: claro que si, vamos
Mientras estaban en la plaza estaban varias personas cantando villancicos
Cura: Todos estos villancicos antiguos son de origen español
Casi las 11 de la noche
Cura si usted gusta podemos ir a la iglesia, que no tardara en llenarse de gente.
El capitán no había asistido a una misa de gallo desde que había sido joven, después asistió a la casa del alcalde que era amplia, el patio de la casa estaba lleno de comedores para las personas
Maestro : chico pasa por favor a deleitarnos con tu recital
El chico recito su poema
Cura: ¿Conoce Vd. ese romance, capitán?
Capitán: no; pero me agrada por su fluidez, por su corrección, y por sus imágenes risueñas y deliciosas.
Cura: Es del famoso Lope de Vega, capitán
Maestro: —capitán , que todo lo que sé, lo debo al hermano cura
Al teminar de hablar el capitán y el maestro con el cura llega una señora con una joven muy hermosa
Carmen: hermano cura usted ha dicho que pablo vendría
Señora: ¡y no ha venido!
Carmen: Sí: ¡no ha venido!
Cura: Hijas mías, yo he hecho lo posible, y tenía su palabra; pero ¿acaso no está entre los muchachos?
Cramen: No, señor, no está, ya lo he buscado y no lo veo.
Alcalde: no te apesadumbres, si el hermano cura te responde, tu hablarás con Pablo.
Capitán : Amigo mío ¿podría Vd. decirme qué pena aflige a esta hermosa niña y por qué desea ver a esa persona?
Cura: ¡Oh! es muy fácil, Se trata de una historia muy sencilla, Pablo era un joven huérfano de este pueblo, El muchacho era trabajador, valiente, audaz y simpático, se enamoró perdidamente de esta niña Carmen, que es la sobrina del señor alcalde. Carmen no correspondió al afecto de Pablo, sea por su educación, extremadamente recatada, Pero la esquivez de Carmen no hizo más que avivar el amor de Pablo, ya bastante profundo, y que él ni podía ni trataba de dominar.
Carmen : —¡Ay! Así fué, yo tuve la culpa de todo lo que ha padecido…
Alcalde;: Hermano cura, necesitamos mi familia y yo de la bondad de usted porque tenemos un asunto grave
Capitán : ¿Pues qué hay, señor alcalde?
Alcalde: que la pobre Carmen, mi sobrina, está enamorada, muy enamorada, y ya no puede disimularlo ni tener tranquilidad: está enferma, no tiene apetito, no duerme, no quiere ni hablar.
Capitán: ¿Es posible? ¿Y de quién está enamorada Carmen, puede decirse?
Alcalde—Sí, señor, Pablo,
Pastor : hermano cura, alcalde palbo esta descansando en la puerta del patio
Capitan: vamos niña tranquilícese
Pablo: —¡Perdonar, señor!,
Cura: ¿y de qué he de perdonar? ¡Al contrario, yo soy quien tiene que pedir perdón de tanto como he ofendido al pueblo…!
Carmen: Sí, Pablo, te pedimos perdón
Señora: pablo perdonala
Pablo: Pero, señora, pero, Carmen; ¿quién ha dicho a Vds. que yo tenía rencor? ¿Y por qué había de tenerlo? Era yo vicioso, señor alcalde, y por eso me entregó a usted y a la tropa. Carmen: tu eres una niña virtuosa y buena, y por eso cuando te hablé de amor me dijiste que no me querías.
Carmen: —¡Oh! no, eso no, Pablo, eso no debe afligirte, porque yo no quería a nadie entonces, ni he querido después
Capitán]: Ella lo ama a Vd. también, y si no que lo digan esas lágrimas que derrama, y esos padecimientos que ha tenido desde que Vd. Se fué a servir a la Patria
Todos oraban en silencio: el cura prefería esto por ser más conforme con el espíritu de sinceridad que debe caracterizar el verdadero culto.
Permanecí en el pueblo, que abandoné el 26, no sin estrechar contra mi corazón aquel virtuosísimo cura a quien la fortuna me había hecho encontrar, y cuya amistad fué para mí de gran valía desde entonces
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