Ingeniería genetica animal.
Enviado por Albert • 3 de Enero de 2018 • 2.057 Palabras (9 Páginas) • 373 Visitas
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El proceso digestivo de los rumiantes es lento, y requiere una buena cantidad de trabajo cooperativo por parte de los animales anfitriones, como el volver a masticar el bolo alimenticio. También se malgasta una notable cantidad de energía: algunos de los subproductos de la descomposición generados por las bacterias son gases que el animal anfitrión se limita a expulsar. Si esas bacterias pudieran ser transformadas de modo que actuaran de forma más eficiente, esto podría crear una considerable diferencia en el índice del aumento de peso y producción de leche. En principio no existe ninguna razón por la cual vacas y ovejas no puedan ser equipadas de modo que sean capaces de comer cualquier tipo de materias orgánicas desechos vegetales o incluso desechos plásticos simplemente trasplantando a su sistema digestivo bacterias con los genes adecuados para producir las enzimas necesarias.
Un enfoque más directo hacia la eficiencia en la producción de carne es inducir a los animales a engordar, a crear más carne por animal. En los últimos 12 años, aproximadamente, esto se ha conseguido añadiendo a los piensos hormonas sintéticas del crecimiento, como los esteroides anabolizantes. Ésta es una forma primitiva de ingeniería genética, que utiliza los propios mensajeros químicos del cuerpo para dar instrucciones a la máquina viviente de que actúe de una forma más conveniente. Las hormonas del cre-cimiento de las plantas son utilizadas de un modo similar para aumentar el tamaño de los frutos y controlar su maduración.
En la avicultura el índice de crecimiento natural de los animales está controlado por dos sistemas hormonales; uno de ellos hace que el animal aumente de peso, y el otro inhibe el crecimiento. El equilibrio entre los dos es controlado por la parte posterior del cerebro, y las hormonas sintéticas del crecimiento alteran ese equilibrio en beneficio nuestro. El mismo efecto puede conseguirse anulando las hormonas que inhiben el crecimiento. Recientemente se han empezado a utilizar bacterias prepa-radas genéticamente que crean una sustancia que inmuniza al ganado ovino contra sus propias hormonas que inhiben el crecimiento, de modo muy similar al que los seres humanos pueden ser inmunizados contra las enfermedades víricas. Las ovejas y los corderos alcanzan tamaños mayores que el normal, proporcionando así más carne.
Conclucion
La alta productividad de las factorías de engorde puede ser incrementada aún más utilizando la ingeniería genética para modificar la estructura de los animales. El proyecto de hacer que los animales productores de carne sean más productivos a través de la ingeniería genética ofrece unas posibilidades de futuro mucho mayores que los proyectos similares relativos a las plantas. Ello es debido a que, cuando comemos la carne de un animal, estamos comiendo y digiriendo las estructuras reales del cuerpo del animal. Las estructuras corporales de las plantas están constituidas generalmente por materias indigeribles celulosa que salen del aparato digestivo tal como entran (aunque ayudan a la digestión funcionando como materia de arrastre). Sólo utilizamos como alimento su almacenamiento de proteínas. Existe un límite, sin embargo, a las formas en que pueden ser modificadas las plantas para hacerlas más productivas.
Hablar en una forma general de hacer ganar peso a los animales es, en cierta medida, confundir el asunto, ya que no todas las partes del cuerpo de un animal son igualmente sabrosas o útiles. En principio, también querremos controlar los tejidos en particular donde queremos que se acumule el peso. Naturalmente, casi todas las partes del cuerpo de un animal tienen alguna utilidad lo único que tiene que hacer uno es arrancarle los dientes a la cabeza de un cerdo y cortar sus patas antes de poder picar todo lo demás para hacer salchichas con ello, pero normalmente preferimos los músculos antes que los huesos, el pelo o la piel. Ya sean utilizadas para la producción de huevos o de carne, las baterías de gallinas y pollos del futuro tendrán un aspecto muy distinto del de las aves familiares de hoy en día.
Estos pollos rediseñados formarán una perfecta línea de producción biológica. Algún día, la ingeniería genética podrá ser utilizada para conseguir que los animales productores de carne produzcan más músculos y menos estructuras que no les son necesarias. Si podemos imaginar cómo es controlado el crecimiento del embrión, podremos conseguir manipular las formas de los animales adultos incluso sin recurrir a las técnicas de trasplante de genes. Pronto puede que sea posible ejercer un poder mucho mayor sobre los cuerpos de nuestros animales domésticos que el que podemos conseguir ahora por medio de las hormonas del crecimiento, y los animales que encajen a la perfección con las exigencias de una factoría de engorde puede que no se parezcan demasiado a los animales de granja del año pasado.
Un pollo que es criado únicamente por su carne no necesita plumas ni alas, y podemos decidir que estas estructuras dejen de formarse. Podemos dejarle sus ojos y su pico a fin de que pueda permanecer activo y tomar su comida, alimentándolo mediante una cinta sin fin, pero quizá sea mucho más conveniente bombear de una forma directa la comida a su garganta, y prescindir también de la mayor parte de su cabeza. Un pollo criado por su carne no necesitará tampoco órganos sexuales, de modo que tal vez puedan darse también las instrucciones necesarias para que no se desarrollen. El cerdo perfecto diseñado para la factoría de engorde definitiva puede que reciba instrucciones de desarrollarse sin pies, sin dientes, sin ojos, y quizá sin nada que se parezca a un cerebro. Sería, en realidad, no un cerdo, sino una máquina biológica que fabricaría carne de cerdo.
Los derechos de nuestros animales domésticos no han recibido mucha consideración en el pasado, pero hoy en día hay grupos de presión que se han apuntado a su causa. A medida que la biotecnología iba transformando gradualmente la cría animal, el fervor de sus alegaciones ha ido incrementándose. En la actualidad, el punto de vista de la mayoría incluso de gente que no piensa demasiado en ello es que los beneficios para los humanos de disponer de huevos y carne baratos supera con creces el coste de criar a po-llos y cerdos en factorías de engorde. En el momento de decidir qué nuevas técnicas hay que poner en práctica, habrá que tener en cuenta tanto el bienestar de los animales como su eficiencia, pero no hay nada de lo descrito hasta aquí que no sea simplemente una extensión lógica de las tendencias que se hallan bien establecidas desde hace muchos años.
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