A través de la conciencia histórica el hombre adquiere un sentido de conocer, basta con revisar
Enviado por Eric • 28 de Febrero de 2018 • 1.740 Palabras (7 Páginas) • 416 Visitas
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los matemáticos y por eso se hizo inolvidable.
Thales de Mileto, el primero que descubrió el triángulo isóceles, percibió una luz nueva; pues encontró que no tenía que inquirir lo que veía en la figura o más aún en el mero concepto de ella y por decirlo así, aprender de ella sus propiedades; sino que tenía que producirla, por medio de lo que, según conceptos, él mismo había pensado y expuesto en ella a priori (por construcción), y que para saber seguramente algo a priori, no debía atribuir nada a la cosa, a no ser lo que se sigue necesariamente de aquello que él mismo, conforme a su concepto, hubiese puesto en ella.
Por otro lado la física tardó mucho más tiempo en encontrar el camino de la ciencia;
Pues lleva más tiempo al hombre hacer deducciones y generalizaciones a través del empirismo que cuando se trata de un conocimiento a priori.
Cuando Galileo hizo rodar por el plano inclinado las bolas cuyo peso había él mismo determinado o cuando Torricelli hizo soportar al aire un peso que de antemano había pensado igual al de una determinada columna de agua; entonces los físicos percibieron una luz nueva. Fue entonces, quizá, cuando se comprendió que la razón no conoce más que lo que ella misma produce según un bosquejo elaborado con anterioridad y cargado de intuición; que debe adelantarse así a la misma naturaleza, a través de sus juicios, según leyes constantes, y obligar ésta a contestar a sus preguntas, no dejarse así sorprender por la naturaleza y poner las condiciones, los hechos sin ningún plan bosquejado de antemano, no pueden venir a conexión en una ley necesaria, que es sin embargo lo que la razón busca y necesita.
La razón entonces debe acudir a la investigación de la naturaleza, sabedora de sus principios, según los cuales tan sólo los fenómenos que concuerdan entre el conocimiento y la realidad pueden tener el valor de leyes, por otro lado se tiene el experimento, pensado según aquellos principios; así consigue el hombre ser instruido por la naturaleza, no en calidad de discípulo, sino de juez, que obliga a los testigos a contestar a las preguntas que les hace. Y así la misma física debe tan provechosa evolución de su pensamiento, a la ocurrencia de buscar (¡No imaginar!) en la naturaleza, conformemente a lo que la razón misma ha puesto en ella, lo que ha de aprender de ella de lo cual por si misma no sabría nada. Solo así ha logrado la física entrar en el camino seguro de una ciencia, cuando durante tantos siglos no había sido más que un mero tanteo.
La filosofía necesita a la ciencia para que determine la posibilidad, los principios y la
extensión de todos los conocimientos a priori.
Pero hay algo más importante aún que lo antes dicho, y es que ciertos conocimientos abandonan incluso el conjunto de todas las experiencias posibles y, mediante conceptos para los cuales no puede ser dado en la experiencia ningún objeto correspondiente, parece que amplifican la extensión de nuestros juicios por encima de todos los límites de la experiencia. Algo que en matemáticas es común encontrar y no se puede ver reflejado en ningún objeto de nuestra realidad, al menos de la conocida por nosotros, es el infinito.
Sin éste ocupa un lugar privilegiado dentro de las matemáticas y sin el concepto de infinito o de límite, no tendríamos muchas cosas que están hoy en dí al alcance de todos.
Precisamente en estos últimos conocimientos, que se salen del mundo de los sentidos y en donde la experiencia no puede proporcionar ni hilo conductor ni rectificación alguna, es donde están las investigaciones de nuestra razón, esas intervenciones de racionalidad que abandonan el mundo físico y nos proporcionan un consuelo, por llamarlo de algún modo de las preguntas que no somos capaces de contestar.
El conocimiento a posteriori o empírico es aquél que proviene directamente de la experiencia y nos es proporcionado a través de nuestro sentidos, éste proporciona una multitud de conocimientos que, aunque no son más que aclaraciones o explicaciones de lo que ya estaba pensado en nuestros conceptos (aunque sólo de un modo confuso), son apreciados sin embargo, al menos según la forma, al igual que conocimientos nuevos, aunque, por la materia o el contenido, no amplían, sino sólo dilucidan los conceptos que tenemos.
Es útil tener en claro que los conocimientos empíricos carecen de generalidad, cierto es que la experiencia nos enseña que algo está constituido de este u otro modo, pero no que ello no pueda ser de otra manera. Muchas veces generalizamos por induccion, aunqeu no estemos convencidos de que realmente siempre se cumpla la proposición que tenemos despues de la experiencia.
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