AUTONOMIA Y DEMOCRACIA UNIVERSITARIA.

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Esa fue la marca de la universidad durante los 20 años de neoliberalismo, los símbolos ideológicos fueron reemplazados por imágenes grotescas de series de dibujos animados, las más importantes movilizaciones siempre estuvieron vinculadas a la demanda presupuestaria, si se lograba incremento, este iba directo a ser asignado a las prestaciones sociales de docentes y universitarios sin que ello se refleje en la calidad académica, investigación o extensión universitaria. Era en esencia lo que el modelo esperaba de ella, un espacio de gestión limitada de formación académica, una fábrica clase mediera mental sin arraigo social ni compromiso político.

Durante el fin de ciclo neoliberal y la instauración de la Revolución Democrática y Cultural, la universidad se mantuvo al margen inicialmente, como espectador ante lo que ha representado las transformaciones más importantes que hemos vivido no solo en el nuevo siglo sino en toda la vida republicana, beneficiaria de estas grandes transformaciones a través del IDH esto no impacto en la orientación política de la universidad, más bien en consonancia su complejo de clase media aspirante a dominante, se siente interpelada y termina alineada a los bloques conservadores y cooptada por estos. Durante estos diez años de revolución ha habido dos escenarios, por un lado como pasó en 52 el núcleo histórico del proceso no logra entender la trascendencia histórica de la universidad para consolidar el proceso y por tanto no se define en conquistarla y alinearla, coexiste con ella en las condiciones que esta se encuentra sin proponer ni impulsar transformaciones importantes a su interior, la universidad durante los 10 años de revolución sigue manteniendo la esencia de la universidad neoliberal con la diferencia de que ahora dispone de mayores recursos, en una sociedad que interpela y transforma a un modelo fracasado en Bolivia, se mantiene un enclave estratégico del pensamiento neoliberal que de manera sistemática se ha negado a debatir su nuevo rol y la posibilidad de un reencuentro con su comunidad, hoy la democracia universitaria representa lo que la democracia durante el periodo neoliberal, un mecanismo a través del cual se preserva el estado de situación y naturalmente los privilegios de grupos que enquistados en la estructura de manera permanente rotan y se acomodan según sus intereses.

Hoy es evidente que no es suficiente la instrumentalización democrática al interior de la U, mediante ella se debe impulsar una revolución universitaria autentica, ya no es suficiente el reiterar procesos electorales que lo único que hacen es legitimar la rotación de los actores, la revolución social que vive el país debe reflejarse al interior de la universidad para volver a poner a esta al servicio de su sociedad, no es suficiente acomodarse en las candidaturas para lograr ciertos espacios y con ello disfrazar los procesos internos, realmente hay que interpelar el modelo universitario para recuperarlo del neoliberalismo conceptual y construir la universidad que entienda el estado plurinacional, redefina su rol en este estado y la vez comience a construir al nuevo boliviano con una visión solidaria, humana y profundamente enraizado en los valores de la libertad, dignidad y soberanía.