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AXIOLOGÍA Y SOCIEDAD.

Enviado por   •  27 de Febrero de 2018  •  15.520 Palabras (63 Páginas)  •  257 Visitas

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quienes tenemos mayor obligación? ¿Quiénes son las personas por las cuales estarías dispuesto a tomar un mayor riesgo o poner tu vida en peligro si es necesario?

¿Quién (es) está (n) en el siguiente nivel?

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Sin tiempo para pensar

Milton Mayer, un profesor universitario norteamericano, quería saber cómo había reaccionado la gente corriente frente a la filosofía y a las políticas de Hitler. Siete años después de terminada la guerra, entrevistó a hombres alemanes de diferentes estratos sociales. Uno de ellos, profesor universitario, le dijo a Mayer cómo había reaccionado.

Tanta actividad

La asignatura de alto alemán intermedio era toda mi vida. Lo único que me importaba. Yo era un académico, un especialista. Luego, súbitamente, me sumergí en todas las nuevas actividades, cuando la universidad fue llevada a aquella nueva situación; reuniones, conferencias, entrevistas, ceremonias y, ante todo, formularios para llenar, informes, bibliografías, listados, cuestionarios. Y, aparte de eso, estaban las exigencias en la comunidad, las cosas en que había que participar, o "se esperaba" que lo hiciera, que no existían o que anteriormente no tenían importancia. Todo era mero barullo, desde luego, pero consumía toda nuestra energía, precediendo al trabajo que realmente queríamos realizar.

Puede ver qué fácil era, entonces, no pensar acerca de cosas fundamentales. No había tiempo.

Demasiado ocupado para pensar

... La dictadura, así como todo el proceso que la llevó a imponerse fue, ante todo, una distracción. Ofrecía un pretexto para no pensar a aquellas personas que, de cualquier manera, no deseaban hacerlo. No hablo de aquellos "hombrecillos", el panadero y así sucesivamente; hablo de mis colegas y de mí mismo, hombres eruditos, recuérdelo. La mayor parte de nosotros no quería pensar en cosas fundamentales y nunca lo había hecho. No era necesario. El nazismo nos ofreció algunas cosas horriblemente fundamentales en las que pensar — éramos gente decente - y nos mantuvo tan ocupados con cambios continuos y con "crisis," y tan fascinados, sí, fascinados, con las maquinaciones de los "enemigos nacionales," externos e internos, que no teníamos tiempo de pensar en aquellas terribles cosas que crecían, poco a poco, a nuestro alrededor. Inconscientemente, supongo que estábamos agradecidos. ¿Quién quiere pensar?

Esperando para reaccionar

No veía exactamente dónde o cómo actuar. Créame, esto es verdad. Cada acto, cada ocasión, era peor que la anterior, pero sólo un poco peor. Aguardaba la próxima, y la próxima. Aguardaba una gran ocasión aterradora, pensando que otros, cuando ésta llegara,

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se unirían a mí para oponerse de alguna manera. No quería actuar o incluso hablar solo; no quería "esforzarme por crear problemas." ¿Por qué no? - Pues bien, no tenía el hábito de hacerlo. Y no era únicamente el temor, el temor a estar solo, lo que lo impedía; era también una auténtica incertidumbre.

Incertidumbre

La incertidumbre es un factor muy importante y, en lugar de disminuir con el trascurso del tiempo, aumenta. Afuera, en las calles, en la comunidad en general, "todos" están felices. No se escuchan protestas y, ciertamente, no se ve ninguna. Sabe, en Francia o Italia habría lemas contra el gobierno pintados en los muros y cercos; en Alemania, por fuera de las grandes ciudades, ni siquiera eso hay. En la comunidad universitaria, en la propia comunidad, uno habla en privado con sus colegas, algunos de los cuales ciertamente sienten lo mismo; pero ¿qué dicen? Dicen, "No es tan malo", "Usted está viendo cosas que no existen" o "Usted es un alarmista."

Y lo es. Está diciendo que esto debe llevar a aquello, y no puede demostrarlo. Estos son los comienzos; sí, pero ¿cómo saberlo con seguridad cuando no se conoce el final, y cómo conocer o incluso conjeturar, el final? Por una parte, sus enemigos, la ley, el régimen, el Partido, lo intimidan. Por la otra, sus colegas lo desprecian por pesimista o incluso por neurótico. Sólo quedan los amigos más cercanos que son, desde luego, personas que siempre han pensado como usted.

Pero ahora tiene menos amigos. Algunos se han marchado a otra parte o se han sumergido en su trabajo. Ya no ve tantos amigos como antes en las reuniones. Los grupos informales se hacen más pequeños; la asistencia a las pequeñas organizaciones disminuye, y las organizaciones mismas se marchitan. Ahora, en pequeñas reuniones con viejos amigos, sienten que se hablan a sí mismos, que están aislados de la realidad de las cosas. Esto debilita aún más su confianza y sirve como un disuasivo adicional - ¿a qué? Cada vez resulta más claro que si ha de hacer algo, es necesario crear la ocasión para hacerlo, y entonces, evidentemente usted es una persona que causa problemas. Entonces aguarda, y aguarda. Pasos insignificantes

Pero aquella gran ocasión aterradora, en la que decenas o cientos de miles se unirán a usted, nunca llega. Esa es la dificultad. Si el último y peor acto de todo del régimen hubiese sucedido después del primero y más insignificante, miles, sí, millones, se habrían aterrado lo suficiente — si, por ejemplo, el asesinato de los judíos en las cámaras de gas en 1943 hubiera ocurrido inmediatamente después de pegar los adhesivos "Empresa alemana" en las vitrinas de las tiendas que no eran judías en 1933. Pero, desde luego, no es así como sucede. Entretanto hay todos los pasos que nos preparan para no aterrarnos con el paso siguiente. El paso C no es mucho peor que el paso B, y si usted no protestó en el paso B, ¿por qué hacerlo en el paso C? Y así sucesivamente.

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Demasiado tarde

Y un día, demasiado tarde, sus principios, si alguna vez fue sensible a ellos, lo abruman todos de repente. La carga del auto engaño se ha hecho demasiado pesada, y algún incidente sin importancia,

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