Análisis del libro La guerra de las imágenes

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Incluso en la independencia, se cree que probablemente el cura Hidalgo haya usado a la piedad barroca – como la llama el autor – para seducir a los pueblos y explotar cínicamente la devoción popular para así aumentar el número de seguidores hacia un fin común.

Y así fue como la virgen acompañó a cada momento al pueblo mexicano por grandes etapas de su historia, llenándose de júbilo y trofeos, militares y convirtiéndose en el símbolo de la nación. No fue hasta la llegada de Benito Juárez al poder que retuvo las festividades hacia la Guadalupana, hizo un estado laico y suprimió las fiestas católicas y las procesiones. No obstante esto no detuvo al pueblo mexicano. “las tormentas de la independencia y de las guerras civiles, así como las leyes de Juárez no agotaron la devoción de las imágenes.

Y esto duro hasta la segunda guerra mundial, por aquellas fechas fueron surgiendo un nuevo tipo de imágenes de las cuales las encomiendas eran revolucionarias: trabajar para el arte y la religión, una religión moderna, organizado para el bien común. El muralismo mexicano se convirtió en “una corriente de propaganda revolucionaria y socialista en la que sigue apareciendo, con curiosa persistencia, la iconografía cristiana con sus interminables mártires […]” y esta hace eco a los indios del siglo XVI.

Y entonces apareció la televisión. Desde la aparición del cine, años atrás se fue encaminando a un fin específico, hasta llegar a la época de oro del cine mexicano en la cual fueron preparando a las masas campesinas, con las imágenes proyectadas, para el traumatismo de la industrialización de los años cuarenta. De esta manera surge un monstruo empresarial el cuál hasta la fecha arrasa con un éxito exorbitante dominando a las masas latinoamericanas gracias a la gran devoción hacia las imágenes, y que está buscando introducirse en el viejo continente, tal parece que siempre habrá una guerra de imágenes infinita, siempre buscando la conquista de las masas a través de este medio.