Articulación Superyó - Duelo y Melancolía
Enviado por Helena • 27 de Febrero de 2018 • 1.272 Palabras (6 Páginas) • 365 Visitas
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En un trabajo anterior a “el yo y el ello” Freud trabajo con el duelo y la melancolía estableciendo una diferenciación entre ellos. Establece que en muchas personas se observa en lugar de un duelo, una melancolía. Esta se singulariza en lo anímico por:
- Desazón profundamente dolida
- Cancelación del interés por el mundo exterior
- Perdida de la capacidad de amar
- Inhibición de toda productividad
- Rebaja del sentimiento de sí, que se exterioriza en autorreproches y autodenigraciones.
- Hay un extraordinario empobrecimiento yoico.
La melancolía puede ser la reacción frente a la pérdida de un objeto amado; en otros casos puede tratarse de una pérdida de naturaleza más ideal, es decir el objeto no está realmente muerto sino que se perdió como objeto de amor. En otros casos ocurre que hay una pérdida pero no se vislumbra qué se perdió. (SEGÚN ME DIJO SPEDALE, ESTE ULTIMO PUNTO ES LO QUE DIFERENCIA AL DUELO DE LA MELANCOLIA, EN EL DUELO NO HAY NADA ICC RESPECTO DE LA PERDIDA, EN CAMBIO EN LA MELANCOLIA SI).
En relación a los autorreproches y autodenigraciones, puede establecerse que en la melancolía el yo se ha vuelto pobre y vacío. El yo se describe como indigno, estéril, moralmente despreciable. Se hace reproches, se denigra y espera repulsión y castigo. Todo esto que el paciente dice de sí mismo, parece apuntar a una pérdida de su yo. Sin embargo, llega un momento en que las críticas del paciente, las más fuertes de ellas, no se adecúan a su persona, sino que están en relación a otra persona a la cual el enfermo ama, ha amado o amaría. Así, obtenemos la clave del cuadro clínico: los autorreproches son reproches contra el objeto de amor, que desde este han rebotado sobre el yo propio. Todo eso rebajante que dicen de sí mismos en verdad lo dicen de otro.
Entonces, en la melancolía se da el siguiente proceso: hubo una elección de objeto; por obra de un desengaño de parte de la persona amada sobrevino un sacudimiento del vínculo de objeto. A causa de que la investidura de objeto era lábil, poco resistente, se cancela y la libido libre no se desplaza hacia otro objeto sino que vuelve sobre el yo. Allí, la libido no encontró un uso cualquiera sino que sirvió para establecer una identificación con el objeto. Así, la sombra del objeto cae sobre el yo, lo aplasta. El conflicto entre el yo y la persona amada se trasmuda ahora en una bipartición entre: el yo crítico y el yo alterado por identificación.
Freud aclara que la elección de objeto debe haberse realizado sobre una base narcisista, de tal suerte que la investidura del objeto pueda volver al yo si tropieza con dificultades. La identificación narcisista con el objeto se convierte en el sustituto de la investudura de amor. Así, el vínculo no se resigna.
Freud plantea que hay tres salidas de la melancolía: duelo normal; suicidio: donde el yo puede darse muerte si se trata a sí mismo como un objeto, si recae sobre sí mismo esa hostilidad que recae sobre el objeto. Esto ocurre a raíz de la identificación, en realidad el yo quisiera dar muerte al objeto, pero al haberlo acogido por identificación, al introyectarlo, para darle muerte tiene que darse muerte a sí mismo. Por último está la manía: de las tres premisas de la melancolía: perdida de objeto, ambivalencia y regresión de la libido al yo, ésta última es la más eficaz para que la manía tenga lugar. En la manía el yo vence a la pérdida de objeto y entonces queda disponible el monto de contrainvestidura que el sufrimiento dolido de la melancolía había atraído sobre sí desde el yo.
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