Los duelos en la adolescencia.

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EL DUELO POR LOS PADRES DE LA INFANCIA:

Los padres actuales, han cambiado sus modos de relacionarse con sus hijos, estos buscan ser jóvenes el mayor tiempo posible, desdibujando el modelo de adulto de la modernidad, se visen como sus hijos, renuncian a las pautas rígidas de educación, borrarán distancia con sus hijos y se declararan compinches, intercambiando confidencias, si estos padres si fueron considerados incapaces por sus padres, creerán que la sabiduría está en sus hijos

Al llegar a la adolescencia, este niño no incorporó una imagen de adulto diferenciadas, separada por la brecha generacional, se encuentra con alguien que tiene sus mismas dudas, comparte sus conflictos, no tiene que elabora la perdida de esa figura ideal, incluso puede idealizarlos en este período más que antes.

Aquí difícilmente haya duelo y paradójicamente se fomenta más la dependencia que la independencia en un mundo que busca mayores libertades.

EL DUELO POR EL ROL Y LA IDENTIDAD INFANTILES:

Obiols explica (desde Freud) como en los desarrollos normales, se debe ir acotando el “yo ideal omnipotente, narcisista” del niño (que no puede esperar para satisfacer sus deseos y no es capaz de considerar al otro), a medida que la realidad muestra sus límites.

Los padres y la escuela, deberán provocar la introyección de esa otra estructura “el ideal del yo” (modelo del niño que los demás esperan, lo que debe ser), este ideal manifiesta sus valores de esfuerzo, reconocimiento y consideración hacia el otro.

En la sociedad posmoderna, los valores del “ideal del yo”, son abandonados y pone al nivel de modelo los valores del “yo ideal”. Los medios divulgan justamente los valores del “yo ideal”, tarjetas de crédito, facilidades, compra telefónica para no postergar ningún deseo, competencia laboral que significa eliminar al otro, dientas gimnasia sin esfuerzo, etc.

(La sociedad moderna consagraba los valores del ideal del yo, progreso en base al esfuerzo, consideración hacia el otro, capacidad de espera para lograr lo deseado).

Si se acepta este planteo, no parece muy claro que haya que abandonar ningún rol de esa etapa al llegar a la adolescencia. Se podrá seguir actuando y deseando como cuando se era niño, aquí tampoco habrá un duelo claramente establecido.

Se sostenía también, que la identidad infantil perdida daba paso a la definitiva en un largo proceso de rebeldía, enfrentamiento y recomposición durante la adolescencia.

La nueva identidad se estructuraría sin que apareciera la idea neta de un duelo, en tanto no habría una pérdida conflictiva que lo provocara.