CUALES SON LOS NUEVOS FACTORES DE RIESGO QUE PROPICIA LA INSEGURIDAD CIUDADANA EN EL PERÚ
Enviado por John0099 • 15 de Noviembre de 2018 • 5.311 Palabras (22 Páginas) • 546 Visitas
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En ese sentido, unas de las primeras acciones que considero se deben realizar para frenar el delito patrimonial es el de la desarticulación de mercados de objetos robados con inteligencia policial, fiscalización de centros de expendio, con estrategias de disuasión público-privadas, y con campañas de educación y concientización. Si un delincuente roba, e incluso llega a quitarle la vida a su víctima, solo por quedarse con el bien, es porque el beneficio de venderlo supera su percepción de riesgo de ser detenido y judicializado. ¿Militares en las calles? ¿Chapa tu choro? ¿Pena de muerte? ¿Cárceles en las alturas? ¿Estado de emergencia? No. Esas serían medidas un tanto populistas. Lo que se tiene que hacer es desarticular la cadena de valor de los objetos robados. El Estado tiene que trabajar antes que el delito se cometa, no después. Caso contrario el crimen y el miedo al crimen seguirán teniendo los mismos niveles de ahora.
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TEMA: FACTORES DE RIESGO DE LA INSEGURIDAD CIUDADANA
A. OBJETIVO GENERAL
Enumerar los factores de riesgo de la inseguridad ciudadana que se vive. Por ser muy importante para disminuir las inseguridades ciudadanas que viene afectando a nuestro país.
B. OBJETIVO ESPECÍFICO
- Definir el factor desigualdad
- Definir el factor consumo indiscriminado de alcohol y drogas
- Definir el factor de la urbanización acelerada
- Definir el factor quiebre de los vínculos sociales
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MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL
A. INSEGURIDAD CIUDADANA EN NUESTRO PAÍS
A una década del final del último mandato de Alberto Fujimori y del reinicio del proceso de democratización, puede decirse que el Perú ha experimentado un proceso de claroscuros en el que la pervivencia de antiguas dificultades ha convivido con la obtención de logros muy relevantes. Entre estos últimos, uno de los más destacados es el excepcional crecimiento económico del que ha gozado el país. Sin embargo, a pesar de los avances que dicho crecimiento ha implicado, no ha logrado reducir de un modo significativo los tradicionales problemas de pobreza y desigualdad. En buena parte, dichos problemas se encuentran en la base de la emergencia y consolidación de otras dinámicas que, a pesar de las apariencias, son síntomas de la inestabilidad y los desequilibrios realmente existentes en el Perú. Dentro de estas dinámicas, el exponencial aumento de los conflictos no solo supone una situación de carácter paradójico (a priori, un mayor crecimiento económico debería verse acompañado de un mayor bienestar y, por tanto, de un menor número de conflictos), sino que también evidencia el efecto de ciertos problemas que, al margen de los estructurales, aguardan solución, y que son tanto causa como efecto del fenómeno; por nombrar algunos, tenemos la fragmentación interna en el interior de las fronteras nacionales, la ausencia de mecanismos para la canalización de las demandas ciudadanas o la debilidad institucional que permea todas las esferas, y que han impedido no solo que los avances fueran mayores sino también que sus resultados fueran más contundentes. En las siguientes páginas, este artículo trata de exponer brevemente este escenario, en el que los logros en el terreno económico no se han visto acompañados de mejoras más sustantivas ni con la misma intensidad en todo el territorio; en algunos casos, incluso, ha sucedido lo contrario. En buena parte, estas disparidades han contribuido a alimentar la creciente expresión del malestar y del descontento social en forma de conflictos.
B. FACTORES DE RIESGO DE LA INSEGURIDAD CIUDADANA
1. DESIGUALDAD
Hasta no hace muchos años, expresiones como “violencia política” o “crisis económica” parecían inherentes a la realidad peruana. La década de 1980, con el conflicto interno y los problemas de carácter económico, pueden constituirse como su expresión más paradigmática. Tras el periodo de gobierno fujimorista, el Perú empezó a desvincularse progresivamente de etiquetas como las mencionadas. A pesar de que la violencia no ha desaparecido completamente, sería difícil sostener que los niveles de esta se asemejan a los que se vivieron durante los años ochenta y parte de los noventa. La misma reflexión podría aplicarse al patrón de expansión económica del Perú desde entonces. Si bien los problemas de carácter económico aún persisten, parece innegable que las mejoras en este terreno han sido, durante los últimos diez años, muy relevantes.
Los logros en el terreno económico no se han visto acompañados de mejoras más sustantivas ni con la misma intensidad en todo el territorio; en algunos casos, incluso, ha sucedido lo contrario.
Algunos de los datos más recientes lo demuestran. Por ejemplo, la economía peruana creció 9,84% en 2008, la tasa más alta en 14 años, y también la más alta de América Latina —después de Uruguay — con el nivel de inflación más bajo, según datos del estudio económico para América Latina y Caribe elaborado por la CEPAL en 2009. Con esta base, al inicio de 2009, la economía peruana alcanzaba más de siete años de crecimiento económico sin interrupción. Aunque no puede inferirse una correlación directa (causa-efecto), sí puede decirse que la etapa de crecimiento económico ha coincidido con la obtención de ciertos logros a nivel nacional, entre los que figura el de la lucha contra la pobreza: durante los últimos cuatro años, la pobreza y la pobreza extrema se han reducido progresivamente en el país. En referencia a la primera, según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), las cifras nacionales en 2008 se situaban en 36,2%, lo que suponía una reducción de 12,4 puntos en relación con los números de 2004. En cuanto a la segunda, el porcentaje registrado era de 12,6%; es decir, 4,5 puntos menos en relación con los niveles de los cuatro años previos.
Un análisis más pormenorizado evidencia que estas mejoras no han tenido el mismo impacto para toda la población. Mientras en el ámbito de residencia urbana para el periodo 2004-2007 los niveles de pobreza han pasado del 37,1% al 25,7% de la población, el progreso no es comparable para el ámbito rural; la reducción ha sido de poco más de cuatro puntos: del 68,6 al 64,6%. Por regiones, la costa ha sido la más beneficiada
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