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Direccionamiento de las politicas tributarias

Enviado por   •  21 de Noviembre de 2017  •  4.412 Palabras (18 Páginas)  •  451 Visitas

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Las reformas actuales en la región direccionan como sistema tributario ideal, aquel constituido por cero aranceles, impuesto a la renta con tarifa única y baja, que no grave el capital, sin exenciones y con base universal, y un IVA como fuente principal de financiación, también con tarifa única y base universal, sin exención para los bienes de primera necesidad ni bases más altas para los bienes suntuarios. Según el Banco Mundial los impuestos sirven poco en la distribución de los ingresos, es más importante el efecto redistributivo de los gastos sociales; además en los impuestos se debe privilegiar la neutralidad y en el gasto la focalización. También se debe tener en cuenta la creación de bases gravables elásticas para mantener niveles de ingreso fiscal superiores al gasto; la elasticidad de un impuesto es la respuesta de sus ingresos al crecimiento del PIB. Los impuestos se clasifican en directos, impuestos sobre productos y servicios e impuestos sobre transacciones. Los impuestos directos recaen sobre las personas gravando sus ingresos o su patrimonio, mientras que los impuestos sobre productos diferencian entre los impuestos que gravan el comercio exterior de aquellos que gravan la producción interna, dentro de estos el más generalizado es el IVA, que grava el valor agregado que se le añade al producto en la cadena de producción y distribución, según el Banco Mundial este es el impuesto más adecuado para los países en desarrollo. Dentro de las desventajas que puede tener el IVA, es que finalmente grava al consumidor final y no a la cadena de producción y distribución, por otro lado no es un impuesto neutral pues las exportaciones no pagan IVA y grava de manera diferenciada a los consumidores, lo que en ultimas crea un efecto distorsionador en el mercado.

En cuanto a los impuestos directos, son considerados una fuente de ingresos tributarios elástica, que contribuye a mejorar la distribución de los ingresos a través de ingresos mínimos por debajo de los cuales no hay impuesto, tasas de tributación crecientes por niveles de ingreso, deducciones por dependientes, por gastos en educación, salud y vivienda. Los organismos financieros internacionales recomiendan reducir las exenciones y los tratamientos diferenciales para disminuir la evasión y bajar los niveles de ingreso personal a partir de los cuales se cobran impuestos. En general en la región el impuesto de renta de las empresas es más alto que el de las personas, lo cual sucede a la inversa en los países desarrollados: son las personas las que contribuyen en mayor grado a través del impuesto sobre la renta. Otra diferencia es que en los países desarrollados el número de contribuyentes abarca a la mayoría de la población económicamente activa mientras que en los países en desarrollo solo una pequeña fracción paga impuesto. En los países de América Latina el margen de evasión y elusión tributaria es alto, reduciendo el nivel de progresividad de los impuestos.

La tributación desde la perspectiva de la Economía Política

El origen del concepto de que en todo gobierno gobernar es definitivamente gravar para gastar, se remite a él gran académico Osvaldo Schenone, esto implica que en la mirada política se debe dejar a un lado la falsa disyuntiva que alimenta ilusorios planteos sobre si se debe cobrar impuestos o no. A pesar de que gobernar eficientemente no es independiente de gravar eficientemente, todos los siglos de avances y progresos en el difícil arte de gobernar, no han dado a luz una solución definitiva al problema tributario. En este sentido, el advenimiento del Impuesto al Valor Agregado se ha considerado a pesar de sus limitaciones e imperfecciones, el mayor avance impositivo del siglo XX.

Los economistas no pueden estar satisfechos con las soluciones propuestas para un problema que al fin y al cabo, incide en la eficiencia con la cual la sociedad puede ser gobernada: las alternativas para financiar las actividades del gobierno, por más básicas y limitadas que éstas sean, son pobres e imperfectas y tales imperfecciones crecen exponencialmente a medida que los gobiernos extienden su ámbito de acción. Ante la dificultad insalvable para utilizar la propuesta de Wicksell-Lindhal o la regla Reveladora de Preferencias es inevitable recurrir a la tributación, a pesar de que los impuestos muestran una amplia variedad de defectos. La tributación óptima, una quimera irresistiblemente atractiva para la elaboración teórica, tiene requerimientos de información tan formidables para su utilización práctica como los que serían necesarios para utilizar la regla Reveladora de Preferencias. Con todas sus dificultades de aplicación, el IVA, muestra las mejores aptitudes para cumplir con la tarea recaudatoria. El impuesto al ingreso tiene un propósito redistributivo, ya que aparenta estar diseñado precisamente para alcanzar ese objetivo. Sin embargo, hay razones teóricas y prácticas por las cuales carece de eficacia para lograr sus fines. Contrariamente a su propósito original el impuesto sobre las ganancias de las empresas tiene todos los ingredientes para recaer sobre la remuneración al trabajo, mientras que el impuesto sobre los ingresos personales tiene un efecto redistributivo insignificante en comparación con el del gasto público focalizado hacia los más pobres. Esto da lugar a un impuesto proporcional de alta recaudación (típicamente, el IVA) hace posible un efecto redistributivo mucho mayor que un impuesto progresivo de escasa recaudación.

Las contribuciones a la seguridad social son un instrumento capaz de lograr sus objetivos previsionales, particularmente cuando se adopta el sistema de capitalización individual y, además, las regulaciones a las empresas administradoras de fondos previsionales no prescriben la obligatoriedad de mantener porciones significativas de las carteras de los contribuyentes en la forma de papeles de la deuda pública. Los impuestos tampoco han demostrado ser aceptables reparadores de ineficiencias. La corrección de externalidades está, en general, muy limitada por la falta de información necesaria para diseñar un impuesto que acierte en corregir la asignación de recursos en la magnitud requerida. La existencia de externalidades se puede constituir en la motivación, o excusa, para adoptar impuestos que terminan sirviendo un propósito recaudatorio, que hubiera sido mejor atendido por el IVA. Así, en la mayoría de los países los impuestos sobre bienes específicos no parecen diseñados para corregir externalidades. La utilización de aranceles para hacer política productiva no tiene ni siquiera la moderada probabilidad de éxito de los intentos correctivos de externalidades. Mientras en aquellos casos la información acerca de la naturaleza y magnitud de las externalidades

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