ENSAYO DE PORQUE CREO EN EL ESPIRITU SANTO.
Enviado por Jerry • 1 de Marzo de 2018 • 1.967 Palabras (8 Páginas) • 1.509 Visitas
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- ¿DE QUE RAIZ PROVIENE LA PALABRA CONSUELO Y QUE SIGNIFICA?
Proviene de la palabra paramuthia aquí significa “Calmar, Confortar, Consolar”.
- ¿QUE DIJO EMERY H BANCROFT EN RELACION AL PODER DEL ESPIRITU SANTO?
“Más poder” es el clamor universal, y el propósito y provisión de Dios es que sus hijos estén investidos de poder de manera adecuada y permanente. En el día de pentecostés fue el cumplimiento del don poderoso, de manera que hombres que antes eran débiles y tímidos se tornaron fuertes y valientes para cristo. No se conoce ningún límite para ese poder. Es todavía “Mucho más abundante, por encima de todo lo que pedimos o pensemos” “lo que Dios quiere que nosotros esperemos o recibamos”
- ¿EN QUE CAPITULO DE LA HISTORIA DE LOS APOSTOLES HABLA DE LA PROMESA DEL ESPIRITU SANTO?
HECHOS 1:4-5
- ¿QUE ENTIENDE POR EL ESPIRITU SANTO?
El Espíritu Santo es una persona que escudriña y tiene conocimientos , distribuye los dones según su criterio, nos ama , nos consuela, nos guía, nos habla, nos enseña, pelea por nosotros, se contrista, regenera y mora en el creyente, El trae gracia y nos capacita a vivir una vida cristiana, nos da seguridad de que tenemos vida eterna, nos da testimonio de que somos hijos de Dios, y nos hace entender de que Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos que hemos sido redimidos, y que vamos en vía, en camino al más allá. El Espíritu Santo nos da gozo, paz, amor.
- ENSAYO DE PORQUE CREO EN EL ESPIRITU SANTO
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. (Génesis 1:1-2). Este verso me dice que el Espíritu Santo es de Dios, y que no es una entidad con personalidad propia o separada de Dios. El Espíritu Santo proviene de Dios y es manifestado en muchas maneras: Es una persona, es poder, energía, sabiduría, consolación, viento, fuego, luz, etc., y existe o trabaja desde el principio entre los hombres.
Los patriarcas, profetas, jueces, reyes, etc., hablaron y actuaron bajo el poder o influencia del Espíritu Santo. Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (2 Pedro 1:21). Dios es el Espíritu Santo o fuente primaria de poder interminable. Él es Espíritu y también es Santo o apartado, de aquí que Él es primariamente el Espíritu Santo. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. (Juan 4:24). El Señor Jesucristo es la representación y manifestación del Espíritu Santo. Él fue engendrado del Espíritu Santo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. (Colosenses 2:9). Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. (2 Corintios 3:17).
El Espíritu Santo es también la mente de Dios, y la mente de Cristo. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido. (1 Corintios 2:11-12).
Más el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él le son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo. (1 Corintios 2:14-16).
Dios y Su Hijo Jesucristo tienen poder de dar o de quitar su Espíritu a quien ellos quieren. El quitó de su Espíritu Santo al rey Saúl, y dejó cegado espiritualmente a su pueblo Israel. Pero también dio de su Espíritu Santo a todos los creyentes que forman su iglesia.
El Señor no dejó huérfanos a sus discípulos vino a ellos en Espíritu. Por eso Pablo dijo: Ya no vivo yo más Cristo vive en mí.
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. (Juan 14:16-18).
El Espíritu Santo fue enviado del Padre, en el Nombre del Señor Jesucristo, para recordarnos todas las cosas que nos dijo Jesús, Su Hijo. Más el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi Nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que yo os he dicho. (Juan 14:26).
El Espíritu Santo fue enviado a los discípulos de Jesús en el día del Pentecostés.
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen (Hechos 2:1-4).
Y Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:38).
El Espíritu Santo son las arras, garantía, o enganche, pagado por el Señor Jesucristo para nuestra redención, o transformación en el día postrero. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efesios 1:13-14).
EN CONCLUSION:
Creo en El Espíritu Santo porque es la esencia o naturaleza divina de Dios, y de Su Hijo Jesucristo. Es el poder inagotable de Dios que puede ser manifestado de maneras infinitas. Es depositado en los creyentes para resucitarlos o transformarlos en el día postrero.
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