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Educación de Adultos y Educación No Formal

Enviado por   •  8 de Julio de 2018  •  3.871 Palabras (16 Páginas)  •  382 Visitas

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Por mucho tiempo, hemos reducido la educación a la “acumulación de datos” y “conocimientos fragmentados” y a la alfabetización a la adquisición de un “código grafico” y sus reglas. Por ello, y para lograr una real democratización de la cultura es sumamente importante y urgente concretar un nuevo enfoque que amplié el concepto de alfabetización más allá de la mera adquisición de códigos aislados.

“La alfabetización es el aprendizaje de prácticas educativas que debe ser vista como un atributo personal y como un fenómeno social” (Kalman, 1996, p.3) desde esta perspectiva, debemos visualizarla como una herramienta personal y cultural que permite al sujeto la adquisición de otros conocimientos.

¿Cómo llevar adelante este proceso? Antes que nada, debemos reconocer que este es un proceso largo, que no existen “métodos mágicos” para su adquisición y que, debemos generar, una visión integral de la lectura y la escritura con acciones que vislumbren cómo la usamos en el mundo. Nuestra práctica tiene como elemento base de su desempeño la creación de conocimientos tanto en el sujeto alumno como en el sujeto docente, desde esta dimensión establecemos nuestro análisis.

Desde la perspectiva del sujeto docente, podemos evidenciar, que su papel también debe de redefinirse ya que la actividad de enseñar exige preparación y capacitación como procesos permanentes ¿Quiénes son los docentes que trabajan en el área de jóvenes y adultos? ¿Cuál es la formación que recibieron? ¿Cómo es su formación inicial y específica? Es fundamental que el alfabetizador se pregunte y reflexione cotidianamente sobre sus actividades de lectura y escritura, “El aprendizaje del educador al educar se verifica en la medida en que el educador humilde y abierto se encuentre permanentemente disponible para repensar lo pensado, revisar sus posiciones” (Freire, 1994, pag.28). Freire plantea que no existe el enseñar sin el aprender y el docente es parte de este proceso ¿Por qué? En una primera instancia porque al enseñar reconoce un conocimiento antes aprendido (aprender a enseñar) y, por otra parte porque aprende al enseñar tomando, desde una postura humilde, sugerencias y preguntas que surgen de sus alumnos abriendo caminos jamás pensados. Produce una conciencia crítica aplicada a su tarea, a su saber y a las características del grupo y esto, constituye la riqueza del conocimiento.

¿Cómo se relaciona el maestro con el conocimiento a enseñar en las aulas de jóvenes y adultos? Podemos decir, que el docente en un primer momento se relaciona con un “conocimiento definido por otras personas”, es prescriptivo, es lo que plantea el Curriculum. Seguido de ello, el docente selecciona aquello que “es conveniente” que los alumnos aprendan, es decir, da prioridad a cierta organización de conocimientos; aquí cabe preguntarnos ¿Estamos frente a una actividad neutral o confrontada con cierta concepción ideológica? Es importante para ello, generar la creatividad, la imaginación y la formación, “mirar” al grupo de alumnos. Como última instancia encontramos la lectura que hace el alumno de tal conocimiento dentro las tramas de relaciones en el contexto donde se desarrolla la intervención pedagógica. Así, es fundamental destacar, que el conocimiento es una construcción social generada por las tres lecturas detallas: Políticas educativas, docentes y alumnos le asignan su impronta. Es importante pensar y discutir el sentido de la enseñanza desde esta manera “relacional” y plantearnos desde una postura crítica si realmente, como docentes, estamos teniendo en cuenta las tres lecturas del conocimiento y principalmente, la realizada por el alumno ¿Qué sucede con sus intereses y necesidades? Si los tenemos en cuenta, el conocimiento escolar deja de serlo, porque se entremezcla con las trayectorias, cotidianidades y contextos de los sujetos.

Actualmente, el qué y el cómo enseñar, se enfrentan a un grupo de alumnos heterogéneos ¿Quiénes son los sujetos que asisten a la escuela? ¿Para qué asisten? ¿Qué desean aprender? ¿Cuál es la concepción que tienen sobre la escuela? Pensar en estos interrogantes nos permite denotar cuan distinta es la educación de jóvenes y adultos con respecto a la educación de niños, porque debemos pensar en conocimientos que son necesitados y demandados por sujetos que traen consigo “historias” de vida construidas, complejas y distintas unas de otras. Esto, constituye la particularidad que hace a esta modalidad y la distingue de otras, esto nos permite hablar de un “sujeto particularizado”.

Un aspecto importante es reconocer el lugar y el espacio social donde se encuentran estos sujetos. Gloria Hernández Flores sostiene que la escuela es un espacio de “reconstrucción de significados”. Los jóvenes y los adultos van a la escuela a aprender, a “pertenecer” y esa pertenencia se construye con los pares, en la escuela se “resinifica” ese espacio social.

¿Qué significa conocer para el alumno? Hay que partir de lo que los alumnos saben. Hay que comenzar a imaginar cual es la relación del joven y del adulto con el conocimiento. Es importante, el reconocimiento de intereses y trayectorias. Esto es considerar que el sujeto ya es portador de conocimiento, que el saber está dentro y que necesita ser poseedor de la “cultura escrita” para expresarlos.

¿Qué pasa con la escuela como un lugar de construcción social de significados? El desafió radica en plantear “propuestas de enseñanza” sobre conocimientos construidos. Es lo que Heller plantea como conocimiento cotidiano ¿A qué hace referencia? “El conocimiento cotidiano es la suma de conocimientos sobre la realidad que se utiliza de modo efectivo en la vida cotidiana del modo más heterogéneo” (Heller, 1997, p.317) Es el saber que nos permite a nosotros “sobrevivir” en una determinada época con lo que es necesario. Este conocimiento cotidiano se construye desde el momento del nacimiento y tiene que ver con el lugar donde uno nace, allí donde uno va construyendo el mismo: apropiándose del uso, de las costumbres, del lenguaje, etc. Es decir, se configura en distintos espacios donde vamos circulando cotidianamente.

El adulto y el joven que llega a las aulas vienen con un conocimiento cotidiano. Nosotros como docentes también somos portadores de un conocimiento cotidiano. ¿Cómo lo relacionamos con el conocimiento escolar? Ese es el gran desafío que tiene esta educación de jóvenes y adultos, no se trata de “invadir” el aula con el conocimiento escolar que se plasma en un Curriculum y exponerlo netamente, se trata de pensar cual es el conocimiento básico que a ese sujeto le permite reflexionar sobre su propia vida, le permite entender

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