“El Olvido que Seremos, Héctor Abad Faciolince” Página 130 a página 165.
Enviado por Helena • 6 de Abril de 2018 • 1.567 Palabras (7 Páginas) • 349 Visitas
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Debía esperar a tener más tratos con las mujeres, a ver si con ellas no sentía lo mismo, o más y mejor. Y así fue, al cabo del tiempo, y luego de sesiones pagadas pero no incitadas por su padre, con un psiquiatra y una psicoanalistas. Desde entonces dejo de temerle a aquellos deseos oscuros e incluso a sus tormentos o culpa de los mismos, y aunque sienta impulsos de atracciones prohibidas, como la mujer del prójimo o por mujeres mucho menores, no ha vivido estas infracciones como un tormento, sino como las peticiones tercas, de la máquina del cuerpo las cuales deben ser controladas o no, según el daño que se pueda infringir a los demás y así mismo.
Después de tantos momentos de felicidad, de que su padre había vuelto de Asia y no tendría que viajar nuevamente, por fortuna ya no lo estaban persiguiendo en la universidad por comunista, y ahora su padre tenía trabajo ejecutando sus programas de medicina pública. Había felicidad, nadie de la familia había muerto hasta entonces, los fines de semana salían a la finca en llanogrande y como la situación estaba mejor su padre le había comprado un caballo, algo flaco, desgarbado, por la falta de pasto en la finca.
En esos años creía que toda la vida iba a ser buena. Eran felices porque todas sus hermanas eran lindas y alegres, las muchachas más bonitas del barrio Laureles, Mary luz, Clara, Vicky y Marta. Sol todavía no porque era muy chiquita, y se limitaba a mirar, escondida a mi lado detrás de las ventanas.
Marta era la primera que pertenecía a su generación, aunque el en realidad no creia haber pertenecido a ninguna, pues cuando ella murió, se quedó sin influencia y sin generación. Tal vez por eso se dedicó a la música clásica, que era un terreno firme, el de su padre, y tal vez por eso jamás ha llevado una serenata, ni riesgos con tríos, bambucos o mariachis, pero ni siquiera con parlantes de carro, y de música rock, como los pretendientes de sus hermanas en sus tiempos de juventud.
Marta era la estrella de la familia, empezó a los cinco años a tocar el violín, pero se aburrió del violín a sus once años, pues era muy triste. Y empezó con la guitarra y el canto, a los catorce comenzó a cantar y a tocar en grupo, se iba de gira por Colombia, puerto rico, San Andrés y Miami. Era también la mejor estudiante de la clase sus compañeros la adoraban, porque no era una nerd antipática, en si era la preferida de su padre sobre todos los demás hermanos era su niña del corazón.
Una vez sus hermanas casadas, algunas desde temprana edad con personajes adinerados y de profesión, solo él y marta quedaban, su hermana marta la estrella de la familia lo hacía sentir menor no solo por ser en forma literal el menor sino por la inferioridad que le generaba con todas sus cualidades, como su don de arremedarlos gestos y la voz, la forma de caminar etc… para todo tenía la frase justa, la salida brillante, el apunte apropiado, mientras el luchaba por desenredar el nudo de la garganta con el fin de soltar sus palabras, aunque en el fondo esto no importaba mayor cosa, pues ya se había rendido ante su superioridad.
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