El autogolpe, Fujimori, Mo¿ntesinos y Abimael.
Enviado por monto2435 • 6 de Abril de 2018 • 2.671 Palabras (11 Páginas) • 531 Visitas
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“la incapacidad del presidente a deshacerse de la alianza política pactada con las fuerzas armadas en el marco de la lucha antiterrorista explicaría su decisión de disolver el Parlamento”2 . Unas horas antes del voto de la Asamblea sobre la revisión de estos decretos, Fujimori aparecerá en la televisión para anunciar la disolución de Parlamento, la suspensión de la constitución, la intervención de los gobiernos locales y del poder judicial, así como la composición inmediata de un « nuevo gobierno de urgencia y de reconstrucción nacional. Según el presidente, todas estas medidas estaban destinadas a solucionar los graves problemas que enfrentaba el país, evitando la obstrucción sistemática
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(2) C. I. Degregori, (1993) Fuerzas armadas, subversión y democracia, Documento de trabajo, Documentos de Política n°5, Lima, IEP,P.25
de los otros poderes del Estado (juzgados de corruptos e ineficaces). El autogolpe fue declarado la noche el 5 de abril de 1992 con el apoyo de las fuerzas armadas y de la policía que salieron inmediatamente a las calles para aplicar el estado de urgencia y asignar a domicilio a un cierto número de hombres políticos, periodistas y líderes de opinión. Lo más sorprendente fue el apoyo de la población a las medidas excepcionales tomadas por el gobierno: en efecto, según todas las encuestas, aproximadamente 80 % de peruanos se declaraban favorables a la decisión del Presidente. Toda la clase política, tomada por sorpresa, se mostró totalmente incapaz de impedir la ruptura del orden democrático. El autogolpe se acompañaba además de una serie de decretos presidenciales que destituían los jueces independientes y daban a las fuerzas armadas el control total de la lucha contra el terrorismo y el tráfico de drogas. Aclamado al interior del país, el autogolpe de Fujimori lo era bastante menos en el exterior; donde la comunidad internacional y los organismos multilaterales reprobaban la ruptura del orden democrático. La multiplicación progresiva de presiones económicas venidas del exterior contra el gobierno obligará a Alberto Fujimori a restablecer el orden democrático convocando nuevas elecciones parlamentarias.
LAS CONSECUENCIAS POLITICAS DEL AUTOGOLPE Y DEL FUJIMORISMO
Las consecuencias políticas del autogolpe son considerables. Las elecciones fueron organizadas en noviembre 1992 para consagrar una nueva forma de poder legislativo: el antiguo Parlamento, dos cámaras (diputados y senadores) y 240 representantes , fue remplazado por un Congreso único de 120 miembros. Este fue encargado en seguida de redactar una nueva Constitución que integrará las nuevas reglas de juego dictadas por el fujimorismo en materia económica y de seguridad interior. Los partidos políticos tradicionales buscando deslegitimar el autogolpe de Fujimori se abstuvieron (en su mayoría) de participar en las elecciones para el nuevo Congreso, sin embargo el único resultado de esta acción fue garantizar la obtención de una mayoría en el poder legislativo al partido del presidente. Entre los principales cambios políticos introducidos en la Constitución de 1993, podemos mencionar la reelección presidencial, la revisión de las formas de escrutinio, la redefinición de la representación política según las diferentes regiones del país, la interrupción del proceso de descentralización administrativa, el endurecimiento de las penas ligadas al delito de terrorismo, la redefinición del rol económico el Estado, entre otros. La Constitución fue en seguida ratificada por un referéndum presentado a la población como una suerte de validación de los buenos resultados del gobierno Fujimori en materia económica y en pacificación . La obstinación del régimen por mantenerse en el poder varios quinquenios sucesivos se revela in fine bastante nefasto para el país, y eso, a varios títulos. Primero que nada, el ejecutivo se acostumbró a utilizar los recursos y los servicios del Estado para servir sus propios intereses en detrimento del interés público. Los programas sociales, enfocados hacia las poblaciones más vulnerables, fueron claramente utilizados para constituir una clientela electoral sólida y fiel al Presidente Fujimori. “El chino”, llamado así por sus orígenes asiáticos, recorría todo el país inaugurando obras públicas y distribuyendo alimentos, medicamentos, computadoras en las escuelas, tractores en el campo, etc. Más tarde, el régimen no duda en utilizar los servicios de inteligencia, el poder judicial y la administración tributaria para perseguir a los opositores. En seguida, la extrema personalización del poder deseada por el Presidente Fujimori y su empresa de deslegitimación de todas las otras instituciones políticas del país costaron muy caro a la joven democracia peruana que vio su sistema de partidos políticos desplomarse. A partir de este momento, los candidatos independientes serán percibidos por los electores como los más aptos a aportar soluciones eficaces a los problemas del país. En fin, la desprofesionalización y la corrupción de todos los poderes del Estado van a consolidar una forma de democracia degradada que manchó durablemente la imagen del Estado peruano cuya eficacia y legitimidad son todavía sospechosas en los ojos de los ciudadanos. Finalmente, el modelo autoritario de Fujimori estalló bajo la presión de sus propias contradicciones en 2001. En efecto, si el autoritarismo del sistema Fujimorista había resultado muy útil para retomar el control de la economía y pacificar el país, este sin embrago no permitía la aplicación de las reformas de “segunda generación” que estaban enfocadas a luchar contra la corrupción en el Estado y a aumentar sus capacidades administrativas. El presidente Fujimori y sus principales socios políticos acabaron en prisión, pero la voluntad de instaurar un régimen autoritario de mano dura, con el concurso de civiles, persiste todavía en una minoría del alto mando de las fuerzas armadas y en un sector nada despreciable de la población peruana que está siempre dispuesta a apoyar este tipo de iniciativas. Hoy, el Presidente Humala, de formación militar, parece preferir el orden democrático al orden autoritario. Sin embrago, la presencia de algunos militares en el gobierno, la reaparición de la amenaza securitaria de Sendero Luminoso y el aislamiento progresivo del presidente permiten encontrar algunas similitudes con los primeros años de la era Fujimori. Sólo queda esperar que el Presidente Humala no cambie de rumbo!
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