El futuro del planeta.

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Y por ultimo llegamos a la parte donde dos obras que se parecen mucho pero su forma de narrar los hechos es diferente, aunque se apega mucho a nuestra realidad actual. Nos referimos a las obras literarias 1984 y 1Q84 de George Orwell y Haruki Murakami respectivamente, las dos tratan relativamente de casi lo mismo pero lo que las diferencia es que la primera se basa a un contexto en EUA y la segunda a Japón, estas novelas se basan en como el pueblo escogió a una persona egoísta, malvada, violenta y grosera como presidente, para representarlos y como con el paso del tiempo el estado ha conseguido control total sobre el individuo. No existe ni siquiera un resquicio para la intimidad personal, las emociones están prohibidas y la adoración al sistema es la condición para seguir con vida, la policía del pensamiento se encargara de torturar hasta la muerte a los conspiradores, aunque para ello sea necesario acusar a los inocentes. Winston y Julia, a pesar de ser miembros del Partido y sabiendo que el Gran Hermano les vigila, se rebelan contra ese poder que se ha adueñado de las conciencias de sus conciudadanos.

En estas novelas se puede encontrar asociaciones a lo que está pasando actualmente, no es por querer meternos directamente a la política, pero en lo que a mi concierna, este podría ser uno de los futuros más próximos, si bien a nosotros los mexicanos nos afectara la llegada de el señor Donald Trump al poder este 20 de enero de 2017 los estadounidenses podrán “sufrir” más las consecuencias, es algo muy triste ya que se ha demostrado que tan dividida esta esa nación, no puede ser que la mayoría de la gente “repele” por así decirlo a los latinos, y más a los mexicanos, no puede ser que entre nosotros mismos, los seres humanos nos odiemos tanto, no puede ser que quieran construir un muro para separar a las personas solo por que según ellos nos “cumplen con sus expectativas”, esto es demasiado para que alguien tan joven lo asimile, tal vez estemos en un error, pero de esa manera lo percibimos. Si elimináramos las etiquetas y dejamos de lado los prejuicios y nuestras expectativas nos podemos dar cuenta que no somos tan diferentes como creíamos.

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