En el ámbito ambiental, como en todas las ramas de la globalización, se encuentran puntos de vista positivos y negativos.

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Observando el paso de los años y las consecuencias que ha traído al país, a ojo de buen cubero se puede ver que son más los daños que los beneficios que impera esta filosofía multidisciplinaria. Para ejemplificar esta situación se puede mencionar la nacionalización de la banca, de duración breve, que emitió la indemnización a banqueros por más de 1200 mdd; para luego ser privatizada nuevamente por su CSDG.

El aumento de la gente que vive en pobreza y carencia social, que según datos del CONEVAL, aumentó de 53.3 a 55.3 millones en el periodo de 2012 a 2014; dejándonos ver el rumbo de donde se dirige la política actual, dando facilidades a los ricos para contar con mano de obra barata, con demasiados huecos para burlar las garantías mínimas sociales y con las reglas del juego sesgadas a su favor.

En el ámbito ambiental no tenemos que irnos muy lejos para poder observar los estragos que la globalización ha dejado. Cancún, el polo turístico más importante de nuestro país en años recientes ha tenido que enfrentar la erosión constante de sus playas por la destrucción masiva del manglar que contenía los bancos de arena, gracias a los permisos indebidamente otorgados para la construcción de nuevos condominios hoteleros e inmobiliarios. Una de las principales afectadas es la tortuga marina, que cada vez encuentra más dificultades para hallar lugar de desove en la costa cancunense.

En el valle de México se vive otro caso de afectación al medio ambiente, pero en lo que se refiere a la calidad del aire. La aglomeración de gente en la mayor urbe de nuestro país en busca de oportunidades de trabajo, genera grandes emisiones de CO2 al aire que cubre el valle, además de contaminación desmedida por los pobres servicios de recolección de basura que rodean a la ciudad y su área metropolitana.

Aunado a todo esto no se puede dejar de lado las reformas aprobadas hace dos años (laboral, educativa, energética, financiera) que precarizan las condiciones de trabajo para la clase obrera, pretenden fiscalizar a todo negocio informal sin importar su tamaño, aumentar impuestos sin razonamiento mesurado; además de dejarnos en expensas a los cambios constantes del precio del crudo mexicano.

Difiero de que este fenómeno no traiga beneficios, como el avance en las ciencias de la comunicación en los últimos diez años en nuestro país; pero mientras no se tomé cartas en el asunto y no se dejen de lado los “compadrismos”, esté filosofía seguirá trayendo beneficios a una proporción minúscula de la población.