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Ensayo de el ciervo de la nación

Enviado por   •  1 de Septiembre de 2017  •  2.365 Palabras (10 Páginas)  •  716 Visitas

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Con esto comenzó la carrera insurgente de Morelos, con la cual se dio a conocer como uno de los iconos del movimiento de independencia de México, mucho de lo fue y brindo a su patria es parte de la concepción de México y también del carácter que se le dio a la lucha de independencia. En Morelos se crea un abanico de personalidades: El ideólogo, El insurgente, el político y el sacerdote y también el hombre del pueblo afectado por varias contradicciones; por un lado, su carácter popular y por el otro su estrecha relación con el poder; su espíritu libertario y su tendencia religiosa.

[pic 3]

José María Morelos (detalle de un retrato de Petronilo Monroy)

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¿Cómo y dónde lucho?

Morelos lucho con el pueblo durante 5 años, a lo largo de los cuales fue capaz de desarrollar cuatro campañas militares, además de una obra política, doctrinal y administrativa en la que recoge un pensamiento innovador expresado de una manera poco común para la época; ¿A qué obra me refiero?

“Sentimientos de la Nación”

Si bien, Morelos fue conocido por ser un líder nato y militar, debemos señalar que como ser humano tenia virtudes que sobresalían como lo era su humildad , pero ante todo siempre mantuvo ideales que le fueron marcando el camino; Lograr una total soberanía nacional, abolir la esclavitud y formar una nación más justa y como ejemplo de estas virtudes y del porque es conocido como el “siervo de la nación” puedo rescatar lo escrito en la antología documental de los Sentimientos de la Nación; Donde se ven marcadas las intenciones de nuestro icónico personaje, donde habla de las libertades que desde un principio fueron su objetivo primordial.

Morelos, siendo participe del congreso de Chilpancingo, se presenta ante el 14 de Septiembre, una vez todos instalados y presentes, comienza a exponer un discurso y los diputados iniciaron el examen de las propuestas contenidas en el complejo texto. Al día siguiente fue elegido “Generalísimo” por aclamación, con todos los poderes y la facultad de nombrar a sus lugartenientes, cargos que recayera en Mariano Matamoros y Manuel Muñiz. Hubo que esperar durante algo más de un mes para que llegaran López de rayón, Bustamante, Liceaga y Cos, pero en noviembre se celebraron sesiones regulares y el día 6 el congreso aprobó una declaración de independencia redactada por Carlos María Bustamante.

Su última campaña se desarrolló a partir de septiembre de 1813 y finalizó con su caída en Tesmalaca, en noviembre de 1815; si se atiende a toda la actividad desplegada en el Congreso de Chilpancingo, es obvio que esta fase final tuvo más contenido político que militar. Deseoso de conquistar Valladolid, porque entendía la necesidad de contar con una ciudad en la que establecerse, Morelos decidió su asalto, llegando a sitiarla a partir del 22 de diciembre de 1813. Pero los realistas, reforzados los últimos meses con la llegada de importantes contingentes de tropas, obligaron a Morelos a retirarse en confusa desbandada, lo que diezmó y desalentó a sus seguidores. De este modo se iniciaba la decadencia militar y política del líder insurgente, en una lenta agonía que se prolongaría a lo largo de casi dos años.

¿Y el Congreso?

Félix María Calleja, que había sido nombrado virrey de Nueva España en substitución de Francisco Javier Venegas, aprovechó esta situación para ejercer presión en todos los frentes. Avanzó sobre Chilpancingo, lo que obligó al Congreso a emprender una marcha incesante que lo llevaría finalmente a la ciudad de Apatzingán, rumbo a Jalisco, donde acabó de discutirse y se proclamó el texto constitucional el 22 de octubre de 1814. Morelos, entre tanto, había renunciado al poder ejecutivo y dejó de ejercer mando militar alguno, excepto el de las tropas de su escolta. De regreso a Acapulco, vivió momentos muy dolorosos al enterarse de la muerte de sus más fieles seguidores: Mariano Matamoros y Hermenegildo Galeana, los brazos ejecutores de su estrategia militar. Corriendo de un lugar a otro, medio escondido y rodeado de un escaso contingente de tropas, repelió a las fuerzas enviadas para capturarle, participó con fidelidad admirable en los trabajos del Congreso, mantuvo sus principios y discutió algunas de las medidas que pretendían tomar los dirigentes de la insurgencia.

A mediados de 1814 solicitó a su colaborador Peter Ellis Bean que se trasladara a Estados Unidos, en demanda de ayuda y armamento. Bean conoció al francés Joseph A. Humbert y, a través de éste, contactó con José Álvarez de Toledo, refugiado en Nueva Orleáns tras su fracaso de Texas. En mayo de 1815 Toledo escribió al Congreso, recibió un nombramiento de general insurgente en el exterior firmado por Morelos, y se ofreció para organizar una expedición en apoyo de la independencia. Cuando José Manuel Herrera, diputado que había sido presidente del Congreso en Chilpancingo, se trasladó a Nueva Orleáns junto con Toledo, se abrió una ventana a la esperanza insurgente.

El Congreso, mientras tanto, abandonó Apatzingán y se estableció en Uruapan, a la vez que elegía un nuevo poder ejecutivo tripartito integrado por Morelos, Cos y Liceaga. Obligado por su deseo de acercarse a un puerto de mar que le permitiera recibir la ansiada ayuda exterior, pero también por las disensiones y enfrentamientos de sus líderes, se decidió el traslado del Congreso a Tehuacán, encargándose Morelos de escoltar y defender a los integrantes del legislativo. Con la incorporación de Nicolás Bravo, el contingente militar se componía de un millar de soldados, la mitad de ellos armados. Sin embargo, llegados a Tesmalaca, seis millas más allá del río Mezcala (cerca de la actual Iguala), un destacamento realista al mando del coronel Manuel de la Concha cayó sobre el convoy y aprehendió a Morelos; Bravo logró escapar, y protegió el convoy hasta su llegada a Tehuacán.

Conducido a la ciudad de México, el 22 de noviembre de 1815 se iniciaba el primero de la serie de juicios a que fue sometido, ya que las autoridades militar, eclesiástica y civil se disputaron el derecho a condenarlo. Incoado con toda rapidez, el primer juicio terminó el día 23 y enseguida se presentó al prisionero ante el temible tribunal de la Inquisición, que lo incriminó por abandono de las doctrinas de la Iglesia y la adopción de herejías de autores malignos. El juicio estatal se celebró el día 28; la declaración de Morelos ante el tribunal, registrada y

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