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Esta investigación, se va a centrar en la obesidad. Nos dedicamos a buscar las causas del modo no por el cual gran parte de la población la padece y cuáles son sus consecuencias.

Enviado por   •  9 de Abril de 2018  •  3.950 Palabras (16 Páginas)  •  486 Visitas

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La dieta típica occidental Se ha estimado que el hombre occidental medio obtiene el 42 por 10 de energía que consume de la grasa, el 18 por 100 del azúcar, el 12 por 100 de las proteínas, el 9 por 10 del alcohol y el 21 por 100 del almidón. Las variaciones individuales de este patrón pueden ser muy grandes. Una recomendación frecuente en los múltiples informes sobre la dieta y la enfermedad cardiaca coronaria ha sido la que señala que la proporción de grasa en la dieta debe reducirse desde el nivel actual del 42 por 100 de la energía de la energía que consume de las grasa, el 18 por 100 del azúcar, el 12 por 100 de las proteínas, el 9 por 100 del alcohol y el 21 por 100 del almidón. Las variaciones individuales de este patrón pueden ser muy grandes. Una recomendación frecuente en los múltiples informes sobre la dieta y la enfermedad cardiaca coronaria ha sido la que la proporción de grasa en la dieta debe reducirse desde el nivel actual del 42 por 100 al 30 por 100 de la energía total. Esta cifra es arbitraria y nadie pretende que el hecho de consumir esta o aquella cantidad de grasa es una garantía que nos proteja de las enfermedades cardiacas.

Punto de acuerdo entre los expertos Los expertos médicos de todo el mundo están de acuerdo en que todos estaríamos más sanos si cambiáramos nuestra dieta y consumiéramos menos grasas, azucares, comidas saladas, bebiéramos menos alcohol, y cubriéramos el déficit energético a base de ingerir comidas con mas almidón y fibras, además de frutas y vegetales. Una dieta así es recomendable para alcanzar un mayor bienestar general.

¿Qué clase de comidas son las que tienen una proporción más adecuada de proteínas, grasas, hidratos de carbono?

Las tendencias en el consumo alimenticio En los últimos 25 años nos hemos vuelto cada vez más inactivos. Esto significa que nuestro apetito debe ser menor y que ahora debiéramos comer menos que antes. Sin embargo, con el rápido desarrollo de la tecnología alimenticia, la selección de alimentos disponibles es mucho mayor. Ante un abanico de posibilidades tan amplio, comemos menos de lo que nos gusta, pero mucho más de lo que nos gusta; menos alimentos pesados, como el pan y las patatas y la misma cantidad o más de alimentos más apetitosos, como carne, queso, aceite y mantequilla. Dicho de otra forma, nuestros bocadillos tienen cada vez menos pan, pero lo que colocamos dentro es cada vez más abundante. En vez de servirnos dos clases de verduras acompañando a la carne, preferimos más carne y solo un tipo de verdura. Los británicos, por ejemplo comen la mitadad de pan y patatas de las que consumía la generación anterior, y lo mismo ocurre en otros occidentales.

Desgraciadamente, la solución no está en duplicar la cantidad de patatas y pan. Esto solo añadiría calorías a la dieta, cuando la mayor parte de la gente ingiere ya demasiadas, y no contribuiría a disminuir el alto consumo de alcohol y azúcar.

Además, como nos hemos acostumbrado a comer patatas cortadas en láminas y fritas, cuyo contenido en calorías es muy alto, solo conseguiríamos aumentar nuestro consumo de grasa. Esto constituye ya un proceso irreversible.

Planificación de los alimentos: El Este y el Oeste Necesitamos reconsiderar fundamentalmente la forma en que debemos planificar las comida. La mayoría de los occidentales, cuando planifican una comida piensan en primer lugar en la carne o su equivalente y luego deciden con qué clase de verdura la acompañaran y finalmente consideran la posibilidad de incluir patatas como una opción extra. Po lo general, las patatas se fríen y las verduras se rehogan con aceite o mantequilla o se les añade aceite crudo si se toman en ensalada. La base de la alimentación en los países pobres es muy distinta. En la China y en la India el arroz es la parte central de la comida. Las sopas, la carne, el pescado y las verduras son guarniciones que hacen el arroz más apetecible y sirven para evitar el aburrimiento en la comida.

La alimentación en las concentraciones urbanas occidentales Con los viajes al extranjero y las emigraciones masivas, las comidas extranjeras, como las pizzas, los platos chinos, los curris indios, las paellas, el chile con carne, los spaghetti italianos, etc., son cada vez más populares fuera de su lugar de origen. La tendencia a sustituir las comidas tradicionales por comidas rápidas significa que cada vez comemos más hamburguesas, patatas fritas y bocadillos. Inevitablemente, muchos platos nacionales tradicionales se transforman, de modo que los spaghetti a la boloñesa llevan ahora una salsa muy rica en carne y poca pasta, y la cómoda china preparada para llevar a casa está compuesta, generalmente, de carne frita con mantequilla o aceite, y solo una pequeña porción de arroz frito. Aunque muchos de los beneficios nutritivos de estas cocinas tradicionales pierden con este proceso de transformación, la tendencia al consumo de comida alternativas distintas esta ya tan bien establecidas que se podría utilizar en provecho de nuestra salud.

Objetivos dietéticos

Menos grasas Las grasas u los aceites proporcionan 9 kilo calóricos (1 kilocalorías es igual a 1 caloría) por gramo, en tanto que las proteínas y los hidratos de carbono solo proporcionan 4 kilocalorías por gramo. Las grasas, por lo tanto, contribuyen de una manera importante al aporte energético de cualquier alimento cocinado con ellas. La grasa también es el ingrediente básico a partir del cual se forma el colesterol en nuestro organismo. La grasa saturada se encuentran en la mantequilla, en grasa animales, en la mayor parte de las margarinas, en la grasa de la carne y en los productos y el queso, y su ingestión eleva significativamente el colesterol de la sangre.

Las grasas poliinsaturadas se encuentran, por ejemplo, en el aceite de maíz, girasol, soja, pescado azul y algunas margarinas especiales, que tienen el efecto opuesto, ya que ayudan a disminuir el colesterol de la sangre. Existe un tercer grupo de grasas, las mono insaturadas, como el aceite de oliva y algunas grasas animales, como la del cerdo, que no influyen en el colesterol.

Es mucho mas beneficioso para la salud comer menos de cualquier de estas grasas y cocinar a base de aceite vegetal o margarina rica en grasas poliinsaturadas. La simple sustitución de las grasa animales por margarinas especiales y aceites vegetales, sin reducir el consumo total de grasas, es de un valor muy limitado.

* Asar y no freír.

* cocer las cebollas y otras verduras de los estofados en lugar de freilas.

* Utilizar

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