FORTALEZAS Y DEBILIDADES DE LA PROFESIÓN, DESDE EL EJERCICIO DEL COMUNICADOR SOCIAL TRAS LA EXPERIENCIA EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN ALTERNATIVOS
Enviado por Sara • 1 de Marzo de 2018 • 3.053 Palabras (13 Páginas) • 1.659 Visitas
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De tal manera que subsiste una preocupación general en cuanto al empleo de los medios de comunicación con fines educativos “así como para salvaguardar la integridad cultural de los pueblos” (Barceló, 2006, p.1).
Debido a esto, aparecen en los últimos años una serie de medios de comunicación alternativos “con vocación de contar la verdad y con voluntad de llegar a la mayoría de la población” (Barceló, 2006, p.1), y cuyo único objetivo es dejar de lado el espíritu mercantilista que suele caracterizar a los medios de comunicación.
“Los medios de comunicación pueden ser un magnífico instrumento para sensibilizar a los ciudadanos sobre la necesidad de fomentar el desarrollo de una comunidad” (Barceló, 2006, p.1).
Frente a estas lógicas la sociedad actual demanda de los medios más transparencia, verdad y ética, así como una función social que vaya de la mano de la realidad.
Dadas las anteriores observaciones es importante articular las prácticas profesionales en medios de comunicación alternativos frente a las demandas y requerimientos de las sociedades en general, tal y como lo deja en evidencia Ana María Lalinde en su artículo “Práctica profesional e inserción laboral” publicado en la revista de Signo y Pensamiento a finales del siglo XX, el cual señala;
“Hacía referencia a la vialidad de nuestro proyecto educativo, esto en términos de estar formando profesionales con las características que estábamos imaginando sobre el papel, contrastada con los datos de elección de práctica profesional e inserción laboral” (Lalinde, 1989, p.115).
Si tomamos como referencia tan solo este párrafo del extenso artículo publicado años atrás, se podría percibir que la incógnita acerca de las competencias desarrolladas a lo largo de la carrera de un estudiante no van de la mano con las competencias que el mercado laboral demanda para determinados profesionales.
A través de los tiempos se han planteado diferentes reflexiones sobre los modelos educativos y los requerimientos de la profesionalización en el área de Comunicación Social, Ana María Lalinde planteó tiempo atrás una reflexión conjunta sobre los diferentes escenarios educativos en los cuales se han dirigido los esfuerzos para formar Comunicadores Sociales.
Lo cual, a la luz pública deja una serie de sin sabores, partiendo del hecho cíclico en que han caído algunas Instituciones Educativas y sus maestros, pues “no todos los sectores sociales tienen la posibilidad de legitimar aquellas prácticas que sirven a sus intereses” (Lalinde, 1989, p. 116).
Tales afirmaciones invitan a hacer un alto en el camino, y nos llevan a pensar en el desarrollo de un currículo para el profesional, como componente de fusión entre el campo intelectual y una profesión.
Considerando indispensable que para el desarrollo de un “currículo” encontraremos diferentes situaciones que ponen en juego una serie de imaginarios sociales sobre lo que es la comunicación.
“Por un lado, aquellos que explicita la institución al poner a funcionar un currículo, por otro lado, los imaginarios configurados por los docentes que ponen en acto dichos currículos, al privilegiar en sus asignaturas ciertas prácticas y no otras”(Lalinde, 1989, p. 117).
De tal manera que se ejerce una inclinación del currículo hacia gustos propios de terceros, sin tener en cuenta la actualidad del mercado laboral, el cual a su vez vive en constante evolución y demanda, que a su vez es medida por las competencias del profesional.
A modo de lectura rápida la investigadora hace énfasis en el desarrollo y la construcción de lo que ella denomina “currículo implícito” (Lalinde, 1989, p.120). Lo cual no es más que cierta influencia de las diferentes facultades que de una u otra forma terminan privilegiando ciertos campos de formación o “satisfaciendo requerimientos comunicativos de las clases dominantes” (Lalinde, 1989, p. 122).
Frente a estas situaciones la investigadora sugiere a modo de conclusión que las Instituciones Educativas, deben estar en la capacidad y suficiente autonomía frente a las presiones de un mercado laboral que demanda ciertos perfiles y deja de lado otros.
En este sentido las Instituciones Educativas deben hacer prevalecer “la libertad de pensamiento, la excelencia, la posibilidad de crítica y de diálogo dentro de un clima científico de honestidad intelectual” (Álvarez. M., 2010, p. 70).
Esta visión de universidad unificada en un solo parecer dentro del más amplio concepto de desarrollo humano, hace contrapeso a aquella que de plano sólo ve en los diferentes procesos de formación la oportunidad para producir profesionales a modo escala.
Pablo Latapí menciona la inefable necesidad de explicar el proceso mediante el cual se identifica cómo y quién define las necesidades de comunicación, sobre qué bases y desde qué posición en la sociedad se establecen, esta reflexión pone sobre la mesa la necesidad de escuchar a los estudiantes, los cuales a su vez deberían ser parte fundamental en la generación de propuestas.
Tomando en cuenta sus prácticas profesionales las cuales deberían ser rediseñadas basadas en las experiencias propias de los estudiantes tras sus prácticas, siendo ellos los actores directamente afectados por la calidad de aprendizaje.
La búsqueda entonces debe acercarse a fortalecer el servicio con la comunidad y el abordaje con la misma, entendiendo que se debe estar en pro de resaltar las fortalezas en las aulas para darle el verdadero sentido al comunicador, un mediador, alguien que tiene un importante y alto nivel de comprensión, escucha e interpretación.
Si bien el estudiante es pieza fundamental en el desarrollo de nuevas propuestas, es necesario abordar dicho debate desde las competencias, habilidades y destrezas del mismo, de acuerdo con Pablo Latapí es preciso debatir dichas competencias tanto en el entorno académico como el entorno laboral.
“Es difícil participar en un debate sobre formación para el trabajo sin que surja la palabra “competencias” como una varita mágica que soluciona los problemas y cuestionamientos que el cambio de la tecnología y la globalización económica han impuesto a las antiguas maneras de vincular las calificaciones con la formación profesional” (Gallart,1995, p. 1).
De manera que podemos identificar como las diferentes culturas configuran una serie de artefactos como lo son la sociedad, las instituciones, las universidades, etc., estas últimas modeladas a partir de diferentes ciencias de la educación, como lo suele ser la pedagogía
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