Historia de un angel
Enviado por Jerry • 11 de Octubre de 2017 • 5.158 Palabras (21 Páginas) • 554 Visitas
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A partir de ese día comenzamos a mirar a Miguel de una manera diferente, era un ser extraño, posiblemente una amenaza para nosotros, no sabíamos de lo que podía ser capaz de hacer…eso le dolía mucho, no era su culpa ser diferente y nosotros lo estábamos juzgando por eso… Hasta que un día Miguel no pudo soportarlo más y todo el dolor que tenía por dentro estalló, la casa comenzó a temblar con fuerza, Miguel estaba furioso, lloraba y gritaba…
― ¡Yo no tengo la culpa de ser lo que soy!…Ustedes deberían sentirse orgullosos de tenerme entre ustedes pero al contrario, me temen como si fuera a hacerles daño…
Las cosas se ponían peor, la casa comenzó a caerse y temíamos por nuestra vida, mi madre sabía que él era quien provocaba todo esto y corrió hacia él, lo abrazó y lo besó, mi padre y yo también nos acercamos a él y le pedimos perdón, nos hizo reaccionar, comprendimos nuestro error, lo abrazamos y se tranquilizó, entonces la casa dejó de temblar, y aunque la mayor parte de la casa se destruyo ahora éramos otra vez una familia, fue necesario que ocurra todo esto para que nos diéramos cuenta de que estábamos lastimando a Miguel.
La casa fue reconstruida y aunque a algunos vecinos les pareció extraña la caída de nuestra casa nosotros se lo atribuimos a que ya estaba vieja y que las columnas no pudieron soportar más...
Los años pasaron rápido, no podemos decir que fue una vida normal, pero aún así las cosas que pasaron las pudimos controlar siempre en familia y sin llamar mucho la atención…Miguel cumplió ya los veinte años, estaba en la universidad, yo por mi parte ya había egresado de la universidad y trabajaba en un hospital, más que apasionarnos la medicina, nos apasionaba el poder ayudar a los que nos necesiten…aún recuerdo que en las visitas que Miguel hacia al hospital jugaba con los niños y se acercaba a conversar con los pacientes y después como por arte de magia los pacientes demostraban mejorías extraordinarias…
Las personas comenzaron a llegar al hospital en busca de un milagro, así que tuve que decirle a Miguel que fuera más discreto…no podía prohibírselo, estaba en su naturaleza el compadecerse de los débiles…así que lo seguía haciendo pero sin que nadie se dé cuenta.
En el Hospital conocí una enfermera, su nombre era Raquel, era una mujer hermosa, delgada, de cabello negro como la noche, ojos celestes enormes, labios rosados, su carácter era como una combinación entre princesa y guerrera, lista a tomar decisiones, lista a vencer, no aceptaba una derrota, pero siempre tenía una sonrisa, unos oídos atentos para escuchar y comprender, era una mujer perfecta.
Me enamoré perdidamente de Raquel, hice muchos planes, comencé a volar y a soñar despierto, hasta que me di cuenta de que Miguel también le gustaba ella; no podía creerlo, siempre había apoyado a mi hermano en todo, pero esta vez tenía que hablar con él y decirle que yo estaba enamorado de Raquel y que se alejara de ella…
La conversación fue muy incómoda, luego vinieron los gritos, ambos nos alteramos y nos agarramos a golpes…por un momento se nos olvidó a ambos que él era un ángel y que un humano no tenía la más mínima oportunidad de ganar en una pelea como esas…
Le rostro de Miguel cambió por completo, aquella mirada de amor y su rostro angelical se transformaron en una mirada de ira, de odio; fue la primera vez que miré esa expresión en el rostro de mi hermano, en ese momento no era un ángel, se transformó en un demonio, no podía controlar lo que hacía, siguió golpeándome hasta dejarme inconsciente y mandarme al hospital con múltiples fracturas.
Al despertar observé a mi alrededor las caras de preocupación de mi padre y mi madre pero…
― ¿Y Miguel? ―pregunté buscándolo en mi aún borroso entorno― ¿Dónde está?
―Está afuera ―dijo mi padre―no quiso entrar, se siente culpable de que tú estés aquí…
― ¿Qué fue lo que pasó? ―preguntó mi madre― ¿Cómo es que terminaron así?
―No pasó nada ―respondí― discutimos un poco y perdimos el control, eso fue todo…díganle a Miguel que pase, que no debe sentirse culpable de nada, fui yo quien empezó la pelea…
Miguel entró muy apenado y merando hacia el piso, talvez no quería ver a su hermano lastimado, talvez no quería ver lo que su ira había provocado…
―No es nada grave, no tienes por qué sentirte mal…
―Si quieres puedo curarte así no tendrás que estar en el hospital, sabes que puedo hacerlo, no lo hice en ese momento porque me asusté y no supe que hacer más que traerte al hospital…
―No, tranquilo, necesito unas vacaciones, me hará bien estar aquí…
―Lo siento, hermano, no quise hacerlo, nunca te haría daño…
―No hay nada que perdonar, es algo que yo me busqué…
― ¿Me perdonas, hermano?
― Si, si te perdono pero la próxima vez dame una ventaja―dije bromeando― no es justo que uses toda tu fuerza…
―Está bien ―dijo sonriendo―trataré de recordar que eres un debilucho…
Las sonrisas comenzaron a salir y mis padres nos dejaron solos, volvimos a ser los hermanos unidos de siempre; pero el problema todavía estaba ahí… ¿Qué haríamos con Raquel?
―Aún tenemos algo de qué hablar―dije― no arreglamos todavía el problema…
―Hablaremos cuando salgas de aquí, disfruta de tus vacaciones y de la comida―sonrió―mmm… ¡Qué delicia!
―No es tan mala, solo le hace falta algo de sabor―reí también― pero si puedes en tus visitas tráeme algo de la casa…
Al poco tiempo de estar en el hospital mi hermano me curó y salí de ahí, había llegado el momento de hablar, al parecer ambos amábamos a Raquel, así que dijimos que lo mejor sería que ella escoja a quien querer y el perdedor aceptaría su derrota, sin reproches y sin resentimientos…
Como era de esperarse, Raquel prefirió la belleza angelical de Miguel y como lo habíamos prometido, tuve que hacerme a un lado y aceptarlo por más dolor que sintiera, tenía que aceptarlo…
Dos años después la noticia de que Miguel
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